Grillo

Lau Mica Alvarez
Historias pasan
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4 min readMar 29, 2020
Photo by Wolfgang Hasselmann on Unsplash

“La estridulación de los grillos es de una potencia extraordinaria, uno de los sonidos más agudos de cuantos consigue generar un ser vivo, y lo hacen los machos para marcar territorio y atraer a las hembras durante el período de celo.”

Apagué la tele por cuarta vez en el día. Ya había visto dos películas, y este documental de Animal Planet sobre los insectos del verano. No puedo creer que haya caído a ese nivel de embole. Es que ya había hecho una clase de gimnasia online y había probado un nuevo tip de cocina de los que vi en un Vivo de Instagram. Me dí una ducha, me puse crema y salió de nuevo camino al sillón. Otra vez. Tirada panza arriba en el sillón con el celular en la mano.

Abrí las redes sociales en un orden casi automático: Instagram, LinkedIn, Facebook. Instagram, LinkedIn, Facebook. En la cuarta ronda de paseo por “la plaza del pueblo” de las redes, se había confirmado algo: el aburrimiento podía matarme.

Las redes se habían vuelto rutina de videos, fotografías y memes. Ya esperaba el posteo diario de frases ocurrentes sobre el virus y la cuarentena, los videos con audios privados de personas, los “lives” de gente haciendo ejercicio, los mensajes esperanzadores de “de esta salimos todos juntos”. Pero entre toda esa vidriera de mágicas recetas de cómo pasar esto, hubo una historia que me llamó la atención: una que estaba prácticamente vacía.

Era un posteo sencillo. Fondo negro, letras blancas y un mensaje concreto: “estoy muy aburrido”. Me fijé quién era el autor de tal maravilla — tampoco era tanto pero me pareció una declaración cuanto menos empática — y descubrí que se trataba de un compañero de secundaria que casi había olvidado tener entre sus seguidores. Le tiré me gusta e hice click en el nombre para ver su perfil.

Diego Fernández era el canchero del curso. Le decían “el Pillo”. Nunca me gustaron los cancheros pero todas mis compañeras estaban atrás de él. Era de esos que se sienta al fondo. Era gracioso, vivía cantando y moviéndose. Era de los que hacía chistes a los profesores y sólo cada tanto tenían amonestaciones porque lograba escabullirse de ellas. Muy pillo. En 3° se fue a vivir a Entre Ríos y perdimos contacto. Ni me acordaba tenerlo en redes.

Me acuerdo que hacía todo lo posible para llamar la atención. Y las minas del curso le daban bola. Se hacía el macho, gritando. Esas pavadas de algunos varones de mostrarse como machos para gustar. Hubo una vez que dos de mis amigas se pelearon entre ellas por él y él, salió ileso de eso.

Me contestó con un “¿Cómo andás?” al toque. No sé por qué pero me puso nerviosa. Era raro que el Pillo me hablara. No lo hizo nunca. El aburrimiento y la cuarentena llevan a eso. Hablamos toda la noche. Era muy gracioso. Me contó de su vida en Entre Ríos, de cómo ahora estaba en Buenos Aires y que cuando terminara la cuarentena nos tomábamos una birra.

No podía creerme: yo enganchándome con el Pillo. Sí, la palabra es esa porque me levantaba y esperaba su mensajito de “buen día” y esas pavadas. Ya iban como 15 días de cuarentena y entre todo ese aburrimiento, los mensajes de Diego eran lo que rompían el aislamiento y la soledad. Me hacían sentir que había alguien del otro lado acompañándome. Me escuchaba, me hacía chistes. Me dijo “sos lo más lindo que me pasó en este encierro”. Una noche tuvimos una cita virtual y la cosa se puso un poco picante. ¡Parezco una pendeja de nuevo, enganchada! Mañana con las chicas quedamos en tomar mate y hacer videollamada. Creo que les voy a contar.

“¡Buenassss! ¿Cómo andan, potras? ¿Todo bien? ¿Estamos todas? Ay, es que les quiero contar algo: Ayer tuve sexo virtual con el Pillo. ¿Se acuerdan del Pillo? El que se sentaba atrás, que se fue en tercero. Cuestión que hace una semana más o menos le contesté una historia que había puesto de que estaba aburrido y empezamos a chatear todos los días. Hace poco me dijo que yo era ‘lo más lindo que le pasó en el encierro’. No saben lo que fue ayer. Es un caño. El pibe primero puso música de fondo y…”. La voz de Mariela se me hizo cada vez más aguda y difícil de escuchar. Les dije a todas que no me andaba bien el wi-fi y me fuí.

Al Pillo lo mandé a la mierda ese mismo día. No sé si es el aburrimiento, la rutinaria rutina arrutinante de la videollamada, Netflix y el noticiero. Pero las redes fueron por un momento el campo abierto, el verano, con cantos y olor a lluvia, y yo por un ratito, me había convertido en la hembra en celo.

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Lau Mica Alvarez
Historias pasan

Publicitaria (de título), reciente standupera y proyecto de escritora. Reciclando historias que pasan. Lalala.