Paranoia.

Lau Mica Alvarez
Historias pasan
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3 min readMar 25, 2020

Salí al balcón porque estaba fresquito.
El otoño ya está acá. Por fín.
Me relajan tanto esos días de otoño.
Cuando ya empieza a hacer frío y hay que ponerse un buzo.
Pero con un buzo ya estás. No hace falta campera.
Me hice unos mates y salí al balcón.
Me prendí un cigarrillo.
(Estoy fumando mucho, pensé).
Qué lindo, entre tanto caos este momentito de sólo estar.
El ruidito del agua cebando el mate.
Y también el del encendedor prendiendo el Lucky.
Cuando voy a poner música en Spotify,
me llama mi tía.

Que el noticiero, que es impensado,
que te quedes en casa, que ojo con los robos.
Que las manos hay que lavárselas dos cumpleaños feliz.
Que ojo con las bolsas del super.
85 casos más confirmados en el País.
34 en la Ciudad.
Le mando un beso.
Le pido que se cuide mucho.
Que la cosa es grave, que es de verdad.
Y cuelgo.

Retomo mi mate. El pucho ya estaba apagado.
Noto que estuve gritando porque el vecino me puso cara rara.
Y que estuve como una hora hablando con la tía en el balcón.
Ya no hay tanto sol y hace un poco más de frío.
Y a mí me duele la garganta.
Un poco. Como que me raspa cuando trago.

La gata me mira y me pide más comida.
Mientras le lleno su tachito,
veo las bolsas del super en el suelo.
Las dejé ahí y les tiré desinfectante
mientras tenía una call del laburo con el celu.
¿Las habré limpiado bien?

Sí, tengo el protocolo en la cabeza.
Primer lavado de manos, saco las cosas de la bolsa y tiro las bolsas.
Limpio los objetos y segundo lavado de manos.
Guardo los objetos y limpio todas las superficies.
Tercer lavado de manos.
Pero las bolsas están en el suelo.
No las tiré pero les puse desinfectante.
Está todo bien.
La garganta me duele un poco más.

La persiana y el balcón abiertos pero ya no hay sol.
Y me da un chucho de frío.
Y otro chucho más.
¿Tendré fiebre?
Me acuerdo que no tengo termómetro.
Ayer en la farmacia no había.
Fui a la farmacia por mis remedios y no había.
La farmacia no es un buen lugar para ir en estos días.
Pero me limpié bien cuando llegué y dejé los zapatos afuera.
Debería haberme bañado.

Mejor me acuesto sin cenar.
La garganta me duele un poco más.
Me toco la frente y no siento nada.
Nada de nada.
Busco apps en el celular que midan la fiebre.
Le mando un mensaje a mis amigas.
¿Llamo al médico?

Mejor dejo el celular y me duermo.
Apago la luz.
Seguro que es de hablar en el balcón a los gritos.
Con este frío nuevo.
Qué tema lo de los robos que me contó la tía.
Y la gente que viaja y no se cuida.
En el trabajo un par fueron a Brasil pero no sabían.
No me acuerdo si los saludé.
No. No los saludé, segura.
¿O sí? No sé.
Hay tanto viento afuera. Hoy llueve seguro.

La puerta de entrada hizo ruido.
Es el viento. ¿Es el viento?
Me vienen a robar.
Seguro que me vienen a robar.
Vuelvo a la cama. La puerta está bien cerrada.
Me toco la frente de nuevo.

¿Y si estoy enferma?
¿Y si me da fiebre de noche sola?
¿Y si no viene la ambulancia?
¿Y si no me quieren atender?
¿Y si me muero?

3 a.m.
Sigo despierta.
Dormite, por favor.
Dormite.

Es sólo una charla de una hora a los gritos
con un pucho en el balcón,
durante los primeros días del otoño.
Pero de este otoño.

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Lau Mica Alvarez
Historias pasan

Publicitaria (de título), reciente standupera y proyecto de escritora. Reciclando historias que pasan. Lalala.