El halcón maltés

Jon Úbeda
Hollywood Babylonia
3 min readFeb 11, 2021

En 1941, la excelente novela de detectives de Dashiell Hammett ya había sido filmada dos veces, bajo su propio título en 1931 con Ricardo Cortez encarnando a Sam Spade y con el título de Satan Met a Lady en 1935, esta vez con Warren Williams en el papel principal (y el halcón convertido en el Cuerno de Roldán). Después de hacer su aprendizaje como guionista, John Huston seleccionó el libro del catálogo de propiedades de la Warner Brothers y tenía tanta confianza en la fuerza de su material que el guión consiste esencialmente en una transcripción de los diálogos de Hammett. Tuvo la suerte de contar con un reparto impecable hasta en los papeles más insignificantes, y el acierto de no pasarse. Para ser el primer largometraje de un director, El halcón maltés no pretende causar gran impresión como, por ejemplo, Ciudadano Kane, otra película del mismo año, y anuncia la llegada no de un niño terrible, sino de un profesional consumado.

El halcón maltés, piedra angular del cine negro, utiliza con economía las sombras simbólicas y tiene lugar casi en su totalidad en anónimas habitaciones de hotel y oficinas que quedan muy lejos del sórdido encanto de El sueño eterno (1946) o Historia de un detective (1944).

Humphrey Bogart, que pasa de sus papeles de malo al de héroe duro y romántico, es Sam Spade, detective privado de San Francisco. Un elegante hombre de negocios desea encontrar al asesino de su socio y desbaratar los planes de un grupo de traicioneros, tan absortos en la búsqueda del fabuloso pájaro adornado con joyas que da título a la película que cometen el fatal error de dar por sentado que todo el mundo es tan corrupto como ellos. A primera vista, Mary Astor podría parecer demasiado respetable para el papel de mujer fatal, pero la extraña afectación con que luce sus vestidos ceñidos y sus peinados resulta apropiada para una mujer que siempre tiene preparada una mentira. El locuaz, obeso y autosatisfecho Kaspar Gutman de Sydney Greenstreet y el cortés, triste, perfumado y gimoteante Joel Cairo de Peter Lorre son inmortales de la pantalla, un Bing y Bob o un Laurel y Hardy del cine negro, con el eterno perdedor y cabeza de turco Elisha Cook Jr., en el papel del furioso y pequeño pistolero Wilmer, condenado a que le dejen siempre con un palmo de narices.

La reputación de Hammett se basa en que añadió cierto realismo social al género de misterio, con detectives privados que son profesionales concienzudos más que supersabuesos. Hammett también era adicto a argumentos tan retorcidos y extraños como el teatro de la época de Jacobo I: El halcón maltés llega a su momento culminante no solo con la revelación de que el pájaro negro por el que todo el mundo ha maquinado y matado es en realidad una falsificación, sino también cuando el detective reconoce que ama a la asesina pero, pese a ello, la delatará.

Mientras que otros grandes directores de Hollywood persiguen sus propias visiones, Huston continuó dando lo mejor de sí — desde El tesoro de Sierra Madre (1948) hasta La jungla de asfalto (1950), Ciudad dorada (1972), Sangre sabia (1979) y Dublineses (1987) — al hacer adaptaciones fieles de pequeños clásicos de la novela.

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