Entrada al Museo de la Memoria de Santiago de Chile

El museo es una escuela

Grace Solano
Humana en Desarrollo
2 min readMay 17, 2018

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Ayer visité el Museo de la Memoria de Santiago. Mientras hacía el recorrido me quedó claro que la consigna de los museos, y este en particular, es la de ser espacios vivos no solo de recordación, sino de interpelación, aprendizaje y construcción. Los recursos, que por cierto están excelentemente logrados estéticamente (resalto mucho esto), trascendieron a cualquier expectativa en cuanto a su funcionalidad. Nunca había visto llorar, ni nunca me había encontrado en esa misma situación, en un museo. Mientras avanzábamos en grupo junto al guía, quien era un profesor de historia muy joven, no solo me sentí más alumna; me sentí más latinoamericana, más mujer, más peruana, más enojada, más triste, más humana. Vi penas contadas en blanco y negro que siguen vigentes, heridas aún vivas, historias en peligro de ser repetidas. El recorrido terminó con un velatorio simbólico de todos aquellos rostros que nunca llegaron a ser velados por sus familiares porque desaparecieron durante la época de violencia en Chile. “Quizás así puedan alcanzar la paz”, dijeron. Frente esas miles de fotos, nuestro grupo integrado por chilenos, peruanos, brasileros, españoles, argentinos, colombianos y uruguayos, entramos en un pequeño espacio de diálogo que fungió a su vez de lugar de desahogo, cada uno desde las experiencias propias de sus países (Fujimori y PPK, son una vergüenza internacional). En el ambiente quedó la reflexión final de que en la historia está registrado y comprobado que cuando el pueblo decide resistir, no hay tiranía que lo humille.

Santiago de Chile, 8 de enero de 2018

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