Gabo

«Hoy te escribo, tres años después, entre la hojarasca con ojos de perro azul, y te hablaré de putas y de abuelas desalmadas, de patriarcas muy viejos con las alas enormes, y de aquella mama grande que contaba historias de amor en los tiempos del cólera mientras peinaba cabellos en una cripta. Los pececitos de colores fueron de oro por entonces y escribía los nombres de las cosas en papelitos amarillos, para no olvidarlas, porque amarillo es el oro y el cólera y también la cólera, y ya sabes, a veces los fusilaría entre el hielo y allá se dejarían los muertos, con sus dientes, sobre la butaca de un dentista.

Y mientras seguiremos tomando café nomás, esperando cartas y triunfos y fumando habanos hasta que las sábanas del jardín azotadas por el viento nos parezcan rebeca la blanca ascendiendo al cielo.

Adiós Coronel, coja el tren al llano, y lea la carta.»