Intelectual de escritorio

Para mí, el único conocimiento académico que realmente sirve, al menos en el área de las ciencias sociales, es aquel que tiene voluntad de transformación.

Si hay una razón por la que a veces pienso que las universidades no están articuladas a la realidad del país, no es porque el sistema así lo imponga, sino porque nosotros mismos decidimos que así sea.

Estudiar en las universidades públicas de Colombia debería estar amarrado a un profundo sentido de responsabilidad social, no sólo con lo que representa la universidad, sino con la sociedad en su conjunto.

Estamos llamados a transformar país, o por lo menos a intentarlo, a intentar que haya una verdadera conciencia, que la ciudadanía despierte, que entienda la complejidad de los problemas que la agobian.

El conocimiento académico no debe ser material de biblioteca, sino espacio de reflexión y empoderamiento, debe ser el punto de partida de las “revoluciones” que tan egoístamente reclamamos y que nunca asimilamos como nuestras.

No hay nada más nocivo para el país que una generación de académicos encerrados en sus propios egos, intelectuales de escritorio que no ven más allá de la complacencia y la adulación, que confunden política con politiquería y responsabilidad con arrepentimiento.