La movilidad, entendida

David Mingorance
Ideas y textos

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De nuevo, voy a escribir sobre flujos de trabajo. Me parece un tema que hay que ir actualizando en paralelo a las actualizaciones de mi forma de trabajar… así que probablemente publique más, si mi forma de trabajar va variando con el tiempo.

Ya hacía tiempo que por falta de potencia, memoria y por el desgaste y fallos debidos al tiempo de uso, estaba buscando un sustituto digno a mi viejo MacBook Pro Early 2008.

¿Cómo he llegado a cambiar de sistema operativo, e incluso, a buscar un nuevo equipo para trabajar que ofrece unas características ajustadas para el precio que tiene?

Ninguno de los nuevos Macs me convencían en relación precio/características/duración a largo plazo, así que ha sido una tarea con una decisión que se ha extendido en casi un par de años…

Pero vamos a comenzar por el principio, ¿Por qué compré el MacBook Pro como herramienta de trabajo?

Cuándo empecé en el mundo laboral, mi ordenador era un PC de sobremesa, heredado, con una características “normales”: ni muy sobresalientes ni tampoco bajas. Permitía mover programas de diseño gráfico, pero se trababa si le exigía demasiado.

En aquella época, la referencia en cuanto a sistemas operativos, potencia y optimización para trabajar en diseño gráfico eran los Macs.

En portátiles, la duración de la bateríay la calidad de las pantallas estaba muy por encima de la competencia, aunque la mayoría ofrecían mayores características por menor precio.

Las otras opciones que me planteé: Sony Vaio y varios modelos “barebone”

Había una cosa que yo tenía clarísima (creo que la única, de hecho) y era que necesitaba un equipo móvil, no quería anclarme a un escritorio y que luego no me pudiera llevar el equipo a casa de mis padres o a la universidad para seguir trabajando con él.

Esa es la razón por la que también estudié otros tipos de ordenadores como los Barebone: unos mini PCs de sobremesa reducidos en tamaño (aunque no mucho en peso).

Al final me decidí por el MacBook Pro 15″. Valoré muchas cosas: el tipo de construcción (era el único que tenía el cuerpo construido en aluminio), la mayor duración de batería del mercado y una pantalla pensada para estar trabajando muchas horas delante de él (era también de los pocos portátiles en los que podías elegir tener una pantalla mate, ahora ya ninguno las lleva) con la idea de que me sirviera para trabajar muchos años con él.

Pero el hecho de comprar un producto de cierta calidad, también hace que el precio final de ese producto suba, y terminé gastando 1800€ en el equipo, colocando las características más altas:

El mejor disco duro que podía elegir en las opciones y la mayor RAM que me permitían en ese momento, que era 4GB.

Desde que lo compré hasta este año ha estado funcionando, dignamente, mediante pequeñas actualizaciones y/o reparaciones del hardware: 8 años de vida.

Hoy día sigue funcionado, el rendimiento es más o menos aceptable y es más o menos rápido con el disco duro de memoria sólida (SSD); pero noto anomalías (no sé si porque ya el sistema operativo no tira con ordenadores tan antiguos o porque con el tiempo se han ido estropeando) en el teclado y en el trackpad que hacen muy incómodo el trabajar.

Por esta razón necesitaba, ya con un poco de más urgencia, un reemplazo de mi equipo.

Han sido muchas las alternativas que he ido barajando a lo largo de los años. En septiembre de este año (2016) lo tenía prácticamente claro, aunque tenía 2 opciones:

  • Opción 1: elegir (de nuevo) un pequeño y transportable PC de sobremesa al que añadirle una Wacom Cintiq como monitor.
  • Opción 2: elegir, directamente una de las nuevas Wacom Cintiq que incorporaban todo el ordenador y componentes en su interior.

Finalmente, y pensando fríamente, volvía a encontrarme con que el precio era muy superior a lo que a nivel de características ofrecían los equipos… A pesar de que para dibujar Wacom es la marca referencia en hardware que existen en el mercado.

¿Por qué Microsoft Surface Pro?

La Surface ya llevaba estudiándola desde un tiempo a esta parte y, aunque me parecía interesante el hecho de tener una pantalla táctil y un lápiz en el equipo, no terminaba de convencerme la inversión.

Todos los elementos vienen integrados, aunque se podrían reemplazar, no es muy recomendable hacerlo porque lo más probable es que se rompa la pantalla al abrir el equipo. ©iFixit (www.ifixit.com)

La memoria RAM así como el disco duro, venían predeterminados por las gamas y no se podía abrir ni reemplazar sus componentes con el paso del tiempo.

Aunque como portátil era más caro que la competencia, comparado con mis alternativas, era bastante más barato en las gamas intermedias. Además, en comparación con los portátiles de la competencia, tenía el valor añadido de tener el lápiz y pantalla táctil, que para determinados trabajos me podría venir muy bien.

El cambio de mentalidad en la inversión

Sabía que hoy día es mucho más difícil que un equipo dure 8 años como había hecho el MacBook Pro simplemente reemplazando elementos desactualizados o estropeados, por otra parte, saltar de nuevo a Windows podría suponer un quebradero de cabeza después de tanto tiempo trabajando en MacOS.

He decidido hacer una inversión-experimental no muy grande para un equipo que creo que puede servir para trabajar durante los próximos 3–4 años: en lugar de elegir la gama más alta, con las mejores características, que fue lo que hice en su día con el MacBook Pro, encareciendo bastante el presupuesto final. He preferido rebajar en potencia, disco duro y RAM, también rebajando bastante en precio.

Así en lugar de gastar los 1800€ que costó mi primer equipo, he preferido apostar por la gama media-alta de las que podía elegir: Intel i5, 8GB de RAM, 256GB de memoria de disco duro SSD y gráfica de Intel integrada por 1300€ en una oferta que incluía el teclado-cover y un “dock” que amplía sus puertos hasta 4 USBs 3.0, conexión Ethernet y Display Port… por lo tanto, sigo teniendo un equipo similar al que tenía, con unas características un poco superiores.

Lo bueno, lo malo y lo regular…

Después de estar tanto tiempo conviviendoen un sistema operativo en el que no se deja nada a azar y prima la usabilidad por encima de todo, he de decir que hay cosas que me sorprenden que sigan siendo en Windows como hace años.

Por otra parte, también tengo que decir que Microsoft ha hecho un buen trabajo con Windows 10 y echo pocas cosas en falta de las que tenía en MacOS.

Estas son algunas de las cosas de mi flujo de trabajo que he podido adaptar y otras que considero pros o contras:

Spotlight/Cortana: Un día que descubrí que con un simple atajo de teclado podía abrir cualquier programa que estuviese instalado y además, buscar archivos que me hubiera costado minutos e incluso horas encontrar. Ese día dio un vuelco mi productividad, desde entonces, es el comando que más uso a lo largo del día. Me alegró descubrir que Microsoft lo ha implementado en Windows y que además funciona igual de rápido y efectivo que en MacOS.

Barra de notificaciones: Minipunto para Microsoft, la barra de notificaciones no me parece especialmente útil en MacOS, salvo porque puedo acceder más rápido a la calculadora que buscándola en Spotlight. En cambio, la de Windows tiene una serie de accesos directos muy interesantes que son bastante útiles como la información de cada uno de los programas o las notificaciones emergentes de mensajería instántanea, el paso del modo tableta al modo escritorio y la gestión de compartir pantallas.

Modo tablet: Tener un sistema operativo completo cuando necesitas trabajar y un modo tablet cuando sólo necesitas ver películas, jugar, navegar por internet o mostrar trabajos, me parece un gran acierto acompañando la portabilidad del equipo. No obstante, aunque me encanta ese modo para consumir contenido, he podido notar ciertas carencias como el teclado virtual, la falta de aplicaciones en ese formato o el no poder dividir la pantalla para usar varias a la vez como sí hace su competencia más directa, el iPad Pro.

Teclado en pantalla: El teclado en pantalla es una de esas carencias a las que no entiendo porqué, tras 4 generaciones, Microsoft no le ha dado solución. Como ya comenté en un post anterior, mi flujo de trabajo cada vez es más móvil. Eso ha hecho que no pueda pasar sin una de las grandes ventajas que tiene trabajar con móvil o tablet a la hora de escribir: el teclado predictivo y el autocorrector. Para la mayoría, quizás no sea una gran ventaja, quizás incluso un inconveniente, pero para mí se ha vuelto una herramienta imprescindible. Gran parte de este post se ha escrito, de una forma muy rápida con el autocorrector en el móvil, corrigiendo la ortografía y revisándola sobre la marcha, lo cuál es un ahorro de tiempo considerable.

El teclado de Windows en pantalla es bastante limitado en comparación con un teclado móvil y aunque he podido solucionarlo en parte con el teclado en pantalla completo, espero una actualización por parte de Microsoft en la que se incluya los teclados predictivos de la gama Lumia.

Uso de la pantalla táctil: El flujo táctil no se puede usar para todo, y de hecho, todavía me estoy acostumbrando. Pero si me parece un gran avance que puedas ir a un punto determinado de la pantalla tocándola en lugar de con el ratón o el trackpad. A nivel de trabajo, puedo decir que en programas vectoriales como Illustrator es una gozada poder meterte, literalmente, en las mesas de trabajo a trabajar en diseño gráfico como se hacía en la prehistoria del diseño, trabajando con papel, reglas, tijeras y pegamento.

WiDi/Miracast: Esto no es una cosa que haya probado al 100%, pero por lo menos he comprobado que funciona. En las televisiones y/o monitores con protocolo Miracast incorporado, es posible compartir la pantalla en la que estamos trabajando sin necesidad de cables. Como digo, no he llegado a usarlo todavía a fondo, pero ya sé que tengo la posibilidad de trabajar en la televisión de 49 pulgadas del salón de mi casa (o cualquier otra compatible) si la pantalla de la Surface se me queda pequeña.

Resolución y tamaño de pantalla: Hablando del tamaño de la pantalla, ya me he acostumbrado más o menos, a una pantalla tan pequeña (12.3″) y ahora no me parece un tan malo… Pero echo de menos a veces las 15″ y la pantalla mate del MacBook Pro. La resolución de la pantalla no es precisamente pequeña, y eso, donde realmente se nota es en programas CAD como 3dStudio Max o Blender… dónde las vistas divididas en 4 y los botones con textos microscópicos no dejan ver bien la interfaz. Buen momento entonces para sacar la imagen a un monitor externo y trabajar a un tamaño más acorde.

Trackpad y teclado: El teclado físico no es de mis favoritos ergonómicamente hablando, pero al menos tiene retroiluminación. Tarde o temprano acabaré usando un teclado más convencional o acostumbrándome a ese, no obstante, permite que el equipo sea muy ligero, además de proteger la pantalla cuando está plegado. Hace poco he descubierto que se desconecta automáticamente cuando está plegado hacia atrás del todo como si fuera una libreta, lo que permite usar la pantalla solamente con el teclado por detrás, sin molestar aunque estemos pulsando teclas.

El trackpad funciona como el de los portátiles de toda la vida, con sus dos botones, que están camuflados en la parte inferior de la superficie… y no fue hasta pasado un tiempo que no me di cuenta de esto, porque cuando estás acostumbrado a los trackpads de los portátiles en Apple, olvidas por completo la existencia de esos otros dos botones. En este caso, me alegro de que gestos que he usado en Apple aunque poco, estén implementados como deslizar tres dedos hacia los laterales o hacia arriba/abajo; así como el clic con dos dedos para el menú contextual o el scroll con dos dedos hacia arriba y abajo que sí uso más a menudo.

Exposé/Mission Control: Esta función la uso mucho y la echo en falta (aunque en parte se podría solucionar con los atajos del trackpad): los accesos directos en las esquinas de la pantalla que me muestran el escritorio o las ventanas activas. Al final, uno se acostumbra a que cada sistema tiene una serie de ventajas que los hacen característicos, ésta sería una de las que voy a echar de menos de MacOS.

Conclusión: el valor del diseño

Hay un elemento que he querido dejar fuera, pero que es digno de mención. Se trata del valor de por sí que tiene un equipo, no sólo en cuanto a características brutas si no en cuanto a diseño del hardware e I+D. Una de las cosas que solía decir al defender la compra del MacBook Pro frente a otras opciones es “no es lo mismo presentarte ante un cliente con un portátil normal, que tú sabes que es muy bueno a presentarte con un Mac…” . No sólo era por apariencia, sino que era icónico, también es más estético y más limpio que un portátil normal: en la mayoría de anuncios, bancos de imágenes y series o películas donde aparecía un portátil, aparecía un MacBook Pro. Y daba igual que la manzana estuviera tapada con una pegatina, porque era tan diferente a los demás, que era fácilmente reconocible.

El valor añadido de esa diferenciación también cuesta dinero, la filosofía del buen diseño ha llevado a Apple donde está ahora mismo. Este valor ha hecho que en este caso me decante hacia la Microsoft Surface Pro 4: es un equipo representativo, la competencia aún habiendo pasado ya 4 generaciones, no ha sabido reaccionar y presentar alternativas que estén a la par o superen las características. Además, que Microsoft sea la empresa que fabrica el hardware, hace tener una experiencia muy similar a la que ofrece Apple: las novedades se probarán en sus equipos, y probablemente lleguen mejor implementadas y antes que a los demás.

Por otra parte, todo lo que presente después la competencia, va a ser un plagio del equipo icónico; como en su día, tras presentar Apple el MacBook Air, tooodas las compañías se afanaron en presentar ultraportátiles (que ya existían previamente) similares, más finos, más representativos y en colores y materiales similares a los de Apple.

Esto no quiere decir que este sea un equipo para todo el mundo, ni siquiera para todos los profesionales. En mi caso, soy consciente de que he preferido prescindir de especificaciones, cómo ya hice hace años con el MacBook Pro; sin embargo, son características que en mi flujo de trabajo van a afectar poco o mínimamente en comparación con las ventajas de las que voy a disfrutar.

Y tú… ¿Le darías una oportunidad a la Surface?

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David Mingorance
Ideas y textos

Creativo experimental, diseñador, ilustrador, artista... Explorando las fronteras entre arte y diseño desde 2004. Al frente de proyectos creativos desde 2007.