¿Cambio de planes?

Jmzcaty
Igeneris
Published in
5 min readJun 1, 2022

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Empezar de cero. Empezar de nuevo. Reiniciar. ¿Te resuena, aunque sea un poco?

A un par de años de la pandemia podemos decir que hoy tenemos una lista robusta de aprendizajes, todo lo que ha ido cambiando y que, por lo tanto, nos ha ido cambiando.

Aprendizajes individuales, aprendizajes como familias, pareja, sociedades, países, y quiero pensar que como humanidad también.

“El mundo cambiante” ya era un titular que veíamos con frecuencia antes de la pandemia, las tecnologías emergentes, los nuevos actores en el ecosistema y la disrupción de nuevos modelos de negocio que avecinaban una revolución en nuestra manera de vivir… Todos esos cambios que ya iban marcado pauta en las nuevas generaciones, en la manera en cómo consumimos, cómo tomamos decisiones y hasta cómo dormimos.

Pero… ¿Qué es el cambio? ¿A qué le llamamos cambio? ¿Y por qué es tan atractivo para los titulares? Por lo menos lo suficiente para tenerte hoy aquí.

La palabra cambio por definición denota la acción o transición de un estado inicial a otro diferente, según se refiera a un individuo, objeto o situación. También puede referirse a la acción de sustituir o reemplazar algo.

Hace un par de años que me apasiona entender la capacidad humana de transformarse, de cambiar y reinventarse. Hemos leído por varios autores, y en definitiva, la pandemia marcó un hito en el entendimiento y reconocimiento colectivo de nuestra capacidad para adaptarnos y cambiar (cuantas veces sean necesarias).

Pero, si vamos unos pasos atrás, ¿realmente conocemos cómo es que nuestra súper mente lo logra? Mientras investigaba sobre el tema, me sorprendió lo mucho que me identifique en cómo percibimos el cambio, y es que, si alguna vez has leído, aunque sea lo más básico de psicología, sabrás que la mente miente en cuanto a las cosas que nos hacen felices o que creemos que nos harán felices.

De esta forma, nuestra percepción ante el cambio y cómo nos impactará se ve completamente afectada. Especialmente, cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo percibimos nuestra identidad. Por ejemplo, si te preguntaran, ¿cómo te ves a 10 años? ¿Crees que serás una persona completamente diferente? Tendemos a decir, “bueno, me imagino que habrá cambios significativos, pero, mi esencia, mi yo, (mi identidad core) seguro que será la misma. Y ¿qué pasa cuando vemos una fotografía nuestra de hace 10 años? Incluso nos hace gracia cómo llegamos a desconocernos de lo que somos hoy, sobre todo si es una fotografía en épocas de un pasado adolescente / rebelde.

Y esto sucede porque no alcanzamos a percibir nuestros cambios. Tendemos a creer que las experiencias transformadoras sólo se asocian a experiencias psicodélicas o espirituales, y en realidad no es así. Piensa en tu fotografía de hace 10 años ¿Crees que sentirás lo mismo de ver una foto tuya a 10 años de hoy? Entre nuestro yo pasado y nuestro yo actual, hay una suma de experiencias, de cambios y de duelos que hoy nos permite expandir nuestra identidad. Reinventarla, cambiarla.

Como seres humanos, desistimos el cambio. Nos asusta, y al mismo tiempo lo buscamos constantemente de manera profunda. Y esa es una de las razones por las que tantas personas buscan experiencias psicodélicas o espirituales. Pero podemos lograr cambios profundos a través de otros medios a lo largo de nuestra vida, por ejemplo, a través de las experiencias transformadoras que llegan a influir en nosotros y a cambiarnos por completo.

Y a todo esto, ¿qué son las experiencias transformadoras?

Laurie Paul es profesora de filosofía y ciencias cognitivas en la Universidad de Yale. El trabajo de Laurie se centra en la naturaleza del tiempo, la experiencia temporal, la causalidad, la teoría de la decisión y la percepción de uno mismo.

Laurie descubrió y desarrolló el concepto filosófico de experiencia transformadora, que se refiere a la naturaleza de las experiencias que definen la vida, los cambios epistémicos y las decisiones importantes en la vida.

Y estas experiencias transformadoras, influyen en nuestra identidad de muchas maneras: en lo que consideramos importante en la vida, en que buscamos cada uno y por qué o para qué vivimos. Todo esto sucede en los grandes momentos de la vida: entrar a la universidad, cambiar de trabajo, contraer matrimonio, tener hijos… pero también en lo más comunes y ordinarios. En realidad, nos suceden todo el tiempo, simplemente no estamos, aún, consciente de ello.

Ante el cambio, predecimos nuestra capacidad de respuesta basándonos únicamente en la data que tenemos de nosotros mismos hasta ese momento. Es decir, somos incapaces de predecir cómo enfrentaremos una situación si aún no conocemos aspectos de nuestra personalidad o nuestra resiliencia que no hemos experimentado en nosotros mismos. Y solo gracias a estas experiencias transformadoras podemos apreciar el amplio abanico de emociones y capacidades que tenemos. Existen tantas consecuencias inesperadas ante el cambio, que es imposible anticiparnos a ellas. Lo que ahora sí sabemos, es esa capacidad infinita que tenemos de afrontarla.

La razón por la que somos tan buenos adaptándonos, se la debemos a nuestro sistema inmune psicológico. Así como tenemos nuestro sistema inmunológico que luchará contra las enfermedades físicas y virales, también tenemos un sistema psicológico que luchará cuando surjan adversidades… racionalizará nuestras decisiones, buscará apoyo, pero sobre todo le encontrará un sentido.

Y aquí viene lo más lindo de todo: la búsqueda del sentido. El efecto más natural como seres humanos de encontrar el sentido es que queremos construir historias a partir de nuestras experiencias. Construir narrativas y encontrar formas de dar sentido a las cosas que nos suceden.

Esto lo vemos también en las religiones, porque así seamos creyentes o no, nuestra existencia debe tener un sentido. Como personas, irresistiblemente creamos historias a partir de nuestra vida. Porque todos estamos tratando de tener un sentido.

En Igeneris, buscamos el sentido creando un futuro diferente, preguntándonos ¿por qué hacemos lo que hacemos? y ¿Si lo hacemos diferente?

Después de todo, si nosotros estamos en constante cambio, ¿por qué no cambiar la manera de hacer negocios?

Y si llegaste hasta aquí te darás cuenta que no hay cambio de planes, mientras podamos cambiar nuestra manera de percibir la realidad, los planes siempre serán lo de menos.

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