¿De verdad el elefante puede bailar?

Una gran empresa no es (ni será) una startup. Pero ¿debería comportarse como una?

Cecilia Ollero
Igeneris
4 min readJun 18, 2019

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Hace unos años, cuando yo empezaba en esto de la innovación, José López comentó que un dinosaurio sabe defenderse contra otro dinosaurio, pero no tiene ni idea de que hacer con las moscas. Miguel Arias habla de hacer bailar al elefante sin que pise a las gacelas. En fin, podríamos seguir con las metáforas, pero creo que queda claro: las grandes empresas tienen que aprender a convivir con las startups.

Las grandes empresas y el ecosistema emprendedor

Parece que las grandes empresas han tirado de refranero para definir su estrategia: si no puedes vencer, únete a ellos. Así que en esas estamos, con las empresas intentando hacerse un hueco en un (muy idealizado) ecosistema emprendedor sea como sea.

Recitar casi de memoria Lean Startup, organizar Sprints y llenar oficinas con post-its y puffs. Sin olvidarnos, claro, de la aceleradora corporativa de rigor (en España hay más de 100). En la gran mayoría de los casos, el resultado es un poco caricaturesco, sinceramente. Como si tu abuelo decidiera vestirse y comportarse como un adolescente.

The tweeter.

Al final hay que entender e interiorizar algo muy obvio, pero que a veces perdemos de vista: una gran empresa no es (ni será) una startup. Entonces,¿por qué debería comportarse como una?

La verdad es que, por definición, las grandes empresas tienen muchas de las cosas que deberían darles ventaja frente a las startups: recursos, conocimiento del sector, competencias clave… Músculo al fin y al cabo. En cambio, ese mismo músculo es el mismo que les impide ser ágiles. De hecho, esa es la mayor desventaja: la flexibilidad.

Ni son startups, ni pueden comportarse como tal

En cambio, las startups necesitan ser flexibles porque saben que enfrentarse a la incertidumbre es lo que tiene: te ganas la supervivencia día a día, acción por acción.

Y eso, al fin y al cabo, es lo que hace que puedan competir con los gigantes. Pero entonces, ¿está todo perdido para esos gigantes? Para nada. Retomando la metáfora de Wayra, el elefante puede y debe bailar. Pero para eso tiene que ser consciente de todo aquello que hace que se quede parado.

No es una fórmula mágica, y probablemente cambie en cada caso, pero según nuestra experiencia trabajando con elefantes y gacelas, estas son algunas de las diferencias clave, que podrían minimizarse para aumentar la agilidad:

1. KLIs vs. KPIs

¿Le pondrías tus zapatos a un bebé para que empiece a andar? Parece evidente que no, sin embargo, se hace todo el rato en proyectos de innovación.

Las métricas que se usan para evaluar la ejecución de un modelo de negocio (Key Performance Indicators, KPIs), no son las mismas que deberíamos usar para evaluar si un modelo de negocio tiene sentido (Key Learning Indicators, KLIs). Si usamos los mismas para ambos proyectos/negocios, los números no nos saldrán. Y tendremos falsos negativos.

¿Qué es lo que no funciona: el modelo o la forma de evaluarlo?

2. Ejecución inmediata vs. burocracia

Burocracia, reuniones, opiniones… ¿quieres que tu startup/proyecto no vea la luz nunca? Organiza una reunión.

Parece de broma, pero no lo es. Las reuniones distraen de lo verdaderamente importante: el feedback del mercado. En vez de tomar decisiones en reuniones, tener que comunicarlas, esperar la aprobación de fulanito… Deberíamos preguntar al mercado, tomar decisiones en base a los resultados que obtengamos y así sacaremos nuevos modelos adelante.

El bucle infinito de reuniones y burocracia puede alargar mucho, muchísimo, el proceso. Y ya sabemos que la innovación no espera a nadie.

3. Pivotar vs. guardar en el cajón

En una startup no se tira la toalla hasta que el último euro ha salido de la caja. Se prueban cosas nuevas, se pivota la propuesta de valor y se vuelve a la casilla de salida hasta que ya no queda otra. Un instinto de supervivencia que brilla por su ausencia en los proyectos de las grandes empresas.

Ideas que todo el mundo aplaude pero nunca ven la luz. Iniciativas que se lanzan pero no cuajan. Proyectos que no alcanzan las expectativas (hola, KPIs). Todos acaban en un cajón, porque no se sabe cuál es el proceso, qué objetivo se busca.

Ese objetivo es relativamente simple: encuentra una solución que resuelva una necesidad de tu cliente. Si a la primera no aciertas, vuelve a intentarlo. Enamórate del problema, no de la solución.

Ser el elefante tiene sus ventajas

La clave es que las grandes empresas adopten lo mejor del ecosistema emprendedor sin perder su esencia. Ni son startups ni lo serán. Pero ¿por qué deberían?

La clave no es comportarse como una startup, si no ser capaz de convivir con ellas. Creando propuestas de valor para el cliente que marquen la diferencia, y llevándolas a cabo, de forma que al final las grandes empresas tengan su sitio en el ecosistema emprendedor porque lo merecen.

Como decía antes, innovar desde una gran empresa tiene sus ventajas, pero para crear cambio de verdad, hay que empezar desde dentro. Para conseguir hacerse un hueco entre todas esas startups que quieren tu sitio, para conseguir (un merecido) hueco en el ecosistema emprendedor, hay que ir mucho más allá del departamento de innovación. El cambio tiene que propagarse por toda la organización. Así no serán los propios anticuerpos los que “maten” las nuevas iniciativas.

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Cecilia Ollero
Igeneris

From business design to product management. Ex-Igeneris :)