IKEA alquilará muebles

¿Y si estamos a un paso de matar la obsolescencia programada?

Miguel Urrecha
Igeneris
4 min readFeb 26, 2019

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IKEA, esa realidad paralela que nos ha permitido a todos ahorrar infinito dinero a la vez que perder varios sábados de nuestra vida encerrados en su recorrido sin fin, anunció hace unos días que va a lanzar una experiencia piloto en la que ofrecerá al cliente alquilar los muebles, y al cabo de un tiempo devolverlos o cambiar por otros.

Siempre que voy a Ikea recuerdo este meme del gran Robin Williams

Ojalá funcione, y ojalá que otras muchas compañías evolucionen así. Y no lo digo por el alquiler de muebles, pues la verdad es que no sé cuánta gente querrá reamueblar su salón cada tres meses y bajarse con su colega por las escaleras a Billy y Ektorp. No, lo digo porque lo que podría tener un impacto incalculable es alinear, de forma real, el interés del consumidor, el del proveedor, y del planeta.

Fijaos; simplificando mucho, la cadena de relación es ahora mismo algo así:

Es decir, si eres un directivo de una empresa de consumo, ya seas productor de mobiliario, o de electrodomésticos, o de electrónica, o de moda, o de… — , no tienes ninguna motivación para hacer tus productos lo más duraderos posible. Ninguna. Incluso si eres un fanático de la calidad de tu compañía, lo único que te podría interesar es que tus productos aguantaran un poco más que los de la competencia; pero el resto es dinero perdido; son euros que se van por el retrete. Es como aquellos que dicen que sacar más de un 5 es tiempo perdido :)

El día que Ikea mató la obsolescencia programada

Me encantaría que dentro de unos años en las escuelas de negocio se estudie un caso con este título. Imaginémonos por un momento que IKEA da con la tecla con su servicio de alquiler de muebles, y consigue un modelo que sea rentable y sostenible. Sostenible económicamente, se entiende. Esto cambia por completo el diagrama anterior:

Es decir, entramos en un modelo en el que hacer productos buenos, duraderos y/o reutilizables pasa a ser interesante para el fabricante (sin alterar prácticamente la necesidad y solución para el cliente).

La clave está en el modelo de negocio

Para que esta relación virtuosa entre los recursos, los productores y los consumidores pueda funcionar, es necesario encontrar una relación gana-gana real. Porque la sensibilidad hacia el planeta está creciendo, y empezamos a ver muchas compañías hablando de su huella, de sus deseos sostenibles y demás, pero no podemos pasar la responsabilidad solamente a los productores: es tarea de todos encontrar nuevos marcos de relación que sean favorables para todos.

Es una tarea difícil, sí, especialmente en industrias que ahora mismo tienen un modelo muy apalancado en una producción masiva, con una esperanza de rotación de producto moderada para que los clientes sean recurrentes. Pero esto no es un reto “happy flower”. Es un reto estratégico-creativo a nivel de modelo de negocio. Es un desafío encontrar respuestas, que creo que son posibles, a preguntas como éstas:

  • ¿Es impensable encontrar un modelo en el que, si consigo fabricar una lavadora que dure 40 años, ganemos todos?
  • ¿Y si mi empresa ganara más por cada Wattio que ahorren mis productos o cada punto de eficiencia que consiga?
  • ¿Y si los dueños de un taller ganaran dinero no por cada vez que vas al taller, sino por cada vez que te lo evitas? ¿Por cada kilómetro sin incidentes?
  • ¿Y si el reciclaje de productos tuviera un impacto real en la P&L del ciudadano, jugando con sistemas bonus/malus para involucrarle en la cadena?

Otro gallo cantaría.

¿Demasiado arriesgado? ¿Demasiado diferente?

El movimiento de hacer algo así es osado. — Desde aquí, un gran olé por IKEA. — Es osado porque no valen medias tintas, porque todos y cada uno de los procesos de la compañía serán distintos si pasas de vender a alquilar, de fabricar productos no-reciclables a hacerlos reaprovechables, de tener una comunicación unidireccional con el consumidor a una interacción de ida y vuelta, y un largo etcétera.

Y sí, ya sé lo que me vais a decir: que esto solo es un piloto en Suiza, que puede que en el artículo se haya exagerado el alcance y que puede que a nadie le interese. Y que qué pasará ahora con los aficionados a coleccionar los lápices para enanitos que los IKEAs tienen en la entrada. Y estoy de acuerdo. Pero…¿y si no? No estamos tan lejos de hacer el mundo un poquito mejor.

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Miguel Urrecha
Igeneris

Construyo nuevos negocios en @Igeneris. Escribo sobre innovación, startups, estrategia y venture building.