Innovación como herramienta de vida

María Paniagua Martínez-Verdú
Igeneris
Published in
8 min readFeb 23, 2022

Hablar de innovación, de nuevos modelos de negocio, de ideas con el potencial de disrumpir en un determinado sector es algo que -por lo general- suele generar curiosidad, intriga y ganas de entender qué significa innovar realmente.

Cuando tratamos de explicar lo que hacemos en Igeneris, solemos contar que somos una empresa dedicada a llevar la innovación a compañías que buscan nuevas vías de crecimiento más allá de su actividad tradicional. Para nosotros innovar con ellos es acompañarles a descubrir nuevas oportunidades, a salir de la zona de confort, a buscar nuevas maneras de solucionar necesidades de sus clientes o comenzar a satisfacer a los no-clientes también. Todo ello dando vida a modelos de negocio que podamos testar e implantar en el mercado, siendo Avikor, Taiti o Bemycar algunos ejemplos de ello.

Sin embargo, no solo nos acercamos al mundo de la empresa para compartir y aprender sobre lo que pensamos que es el arte de la innovación. Además del día a día de nuestros proyectos, donde interactuamos con emprendedores y perfiles expertos en infinitos sectores para empaparnos de diversos contextos a la hora de empezar a diseñar, de vez en cuando tenemos la oportunidad de compartir experiencias fuera.

Si bien explicar nuestro proceso de diseño a perfiles cercanos al mundo de la innovación suele ser moverse dentro de lo conocido, es al cambiar de público cuando resumir lo que hacemos o la manera en la que damos vida a nuestros proyectos, se convierte en un desafío diferente.

¿Cómo explicar la innovación a chicos y chicas de 16 años que viven en un mundo en constante cambio y para los que incorporar una nueva red social o plataforma a sus vidas es parte de lo que conciben como algo natural?

¿O cómo hablar de nuevos modelos de negocio en un centro penitenciario donde, por lo contrario, el tiempo parece pasar más despacio y las herramientas que damos por hecho en nuestro día a día parecen algo lejano para aquellos que no han vivido un mundo después del nacimiento del iphone?

Estas son algunas de las experiencias que tenemos la suerte de conocer cuando buscamos llevar lo que hacemos Igeneris un paso más allá. Así, en los últimos meses hemos podido participar en encuentros como la Semana de la Creatividad de Ibiza, para inspirar a estudiantes en los últimos años de colegio sobre el potencial del mundo del emprendimiento y la tecnología, o de acudir al Centro Penitenciario de Navalcarnero de la mano de Solidarios para el Desarrollo, para compartir una mañana con un grupo de internos con interés por aprender sobre el mundo de la innovación y seguir conectados al mundo que sigue evolucionando “ahí fuera”.

Ambas experiencias, a pesar de estar enfocadas para perfiles con distintas inquietudes y momentos vitales muy diferentes, sorprendieron gratamente en la forma en que fueron acogidas por los asistentes. Chicos y chicas que mostraban las ganas de crear y aportar al mundo en el que están empezando a incorporarse, con adultos en una diferente etapa de su vida, buscando otras maneras de mirar al futuro con ilusión también.

El emprendimiento como camino

Conocer a jóvenes en los años previos a dar el paso de elegir la carrera que estudiar y sobre todo, los motivos detrás de sus elecciones, fue una experiencia muy interesante. Con ellos compartimos el potencial del emprendimiento y el uso de la tecnología como medio para resolver retos, independientemente del camino profesional que quisieran seguir.

Para ello, compartimos el caso de CuandoVolvamos, la iniciativa solidaria que nació como proyecto interno de Igeneris durante el confinamiento para ayudar a los pequeños negocios físicos a hacer frente a una época de ingresos nulos. El mensaje detrás de este proyecto iba más allá de ilustrar lo que hacemos siguiendo nuestra metodología: queríamos demostrar cómo todos tenemos la capacidad de buscar de manera creativa soluciones a retos que nos rodean, y podemos ejecutarlas contando con recursos limitados.

En este caso no había un cliente por detrás enunciando un reto concreto, si no un contexto de incertidumbre que demandaba soluciones rápidas para paliar lo que dos años después se ha convertido en parte de nuestras vidas. Y con ello, en menos de 72 horas el equipo diseñó un MVP que servía para validar la idea original sin prácticamente coste alguno: montando una landing, cuentas en RRSS y activando una red de voluntarios dispuestos a sumarse al proyecto.

Mesa redonda sobre la tecnología y creatividad junto al resto de ponentes

En la discusión posterior, fue curioso conocer la visión que tenían del mundo del emprendimiento y lo vinculado que lo veían a “montar una startup”. Un porcentaje considerable de ellos, tenía clara la elección cuando terminase bachiller, pensando en carreras o profesiones que les acercarían a ocupar las posiciones que imaginan hoy. Sin embargo, era interesante escuchar cómo veían el camino del emprendimiento como un camino paralelo, que pocos tenían en mente, hasta conocer el caso de CuandoVolvamos. Fue tras escuchar algunas de sus reflexiones cuando comprobamos gratamente que el haber podido escuchar sobre otros modelos de emprendimiento les suscitó interés y una nueva visión de lo que significa poder llevar las cosas más allá desde la profesión a la que decidan dedicarse.

Hoy en día, vemos como, más que nunca, la sociedad necesita de médicos, abogados o artistas, con la capacidad de innovar y retar los dogmas o creencias de sus respectivos sectores. Y es un mensaje que esperamos pudieran llevarse escuchando experiencias de otros ponentes que también compartieron los “diferentes caminos hacia el mundo del emprendimiento”.

El emprendimiento constante como camino

Por otro lado, el mes pasado visitamos el Centro Penitenciario de Navalcarnero para impartir un taller sobre innovación. Junto a varios voluntarios de Solidarios para el Desarrollo, que acuden todos los fines de semana a realizar una visita de acompañamiento, compartimos con un grupo diverso de internos la metodología que seguimos en Igeneris para diseñar nuevos modelos de negocio y pasar a hacerlos realidad en el mercado. Desde el momento inicial, agradecimos mucho la alta participación de los quince miembros que se apuntaron a la sesión que mostraban las ganas de poder tener un espacio para discutir en torno a infinidad de temas de su interés, desde la evolución de la movilidad en las ciudades, hasta nuevas tendencias como el auge del bitcoin o el metaverso.

Tras organizar una sesión de ideación con ellos, proceso que normalmente hacemos en nuestros proyectos combinando insights, nuevos paradigmas o jobs-to-be-done para dar lugar a los conceptos de negocio, salieron ideas y conclusiones realmente interesantes. En grupo llegaron a definir ideas desde cómo conservar mejor la fruta que reciben en el desayuno hasta soluciones para un proyecto real en los que trabajamos a día de hoy. Todo ello sentados en un aula con apariencia de clase de colegio, con folios blancos y boli bic como únicos materiales, y lejos de acceso a internet, reports de tendencias o pizarras llenas de post-its.

El resultado de la sesión nos regaló a todos una manera de ver las cosas de manera diferente. Algunos miembros compartían la sensación de haber vivido más cercana la posibilidad de crear, de empezar proyectos aún contando con la limitación -temporal- de recursos o la capacidad de salir fuera a testarlos.

Por nuestro lado, nos ilusionó comprobar cómo, a pesar de ser un entorno aparentemente menos conectado con “el mundo real”, la curiosidad y ganas de aprender, llevaban al grupo de internos a absorber las sesiones que voluntarios acuden a compartir con ellos cada sábado. Al final de la sesión se nos acercaron varios internos para comentar con nosotros proyectos que ya tenían en marcha o a los que estaban dando vueltas para empezar a construir una vez terminase su estancia en el centro. Esas curiosidad y ganas de empezar de nuevo las veces que sea necesario, nos dejaron mucho que pensar el resto del sábado, y las semanas siguientes. Sin duda fue una experiencia que esperamos repetir pronto.

Algunos aprendizajes reflexionando sobre ambas experiencias:

  • ¿Quién tiene la capacidad de innovar? La creatividad no es una cosa dependiente de las pocas personas que trabajan en innovación, si no que, alimentando la curiosidad es una herramienta que podemos potenciar todos. Tras la sesión con el grupo de internos, pudieron sentir como entrenando y empleando las herramientas o metodologías adecuadas, las ideas podían ser igual de interesantes independientemente de quien las propusiera. Ello, aplicado al mundo en que nos movemos, lleva a reflexionar que la innovación no debería ser una cuestión relegada únicamente a la gestión de un departamento, o a ser un arte únicamente reservado para emprendedores que sueñan con cambiar las cosas y dan con una idea que aspire a convertirse en el siguiente “…”. Entrenando esa curiosidad, todos podemos acercarnos a ella.
  • El poder de la mentalidad emprendedora. Asumiendo que todos tenemos la capacidad de crear o innovar, ¿cómo se lleva ello a la práctica? ¿Emprender es solo para emprendedores? Después de conocer a tantas personas diseñando soluciones, emprendedores o no emprendedores para cada proyecto que empezamos, la realidad es que esto puede ir más allá de montar una startup. Personalmente me gusta entenderlo como la mentalidad o personalidad emprendedora, es decir, aquella persona con inquietud por crear o mejorar los retos que identifica a su alrededor, con los medios que tiene a su alcance. Aplicado a cualquier entorno y desde la posición que ocupamos en un trabajo, en un grupo, en una comunidad… las posibilidades de re-diseñar y cambiar lo que nos rodea desde que nos levantamos hasta que nos acostamos son infinitas, pero hay que dedicar tiempo a trabajarlas, y poner aquella solución con la que damos en marcha.
  • ¿Cuanto más… mejor? Por último, después de conocer tantos modelos de emprendimiento tanto por las fases iniciales de research en cada proyecto como por experiencias fuera o eventos a los que acudimos, es que una idea no siempre tiene que ser grande para generar un gran impacto. La palabra innovación puede llevar asociado el concepto de cuanta más tecnología, disrupción, rápido crecimiento… mejor. Sin embargo, no siempre tiene por qué ser el caso. Hace unas semanas, Alejandro de León, fundador de Microwd, compartía con todo el equipo en una de las sesiones de Add.Ventures una comparación muy clara: “El pendrive, decía, seguramente haya sido uno de los inventos que más haya fomentado que se deje de usar papel. Y con ello ha hecho más por la deforestación que cualquier otra solución”. Un sencillo ejemplo de que cosas pequeñas pueden generar un cambio grande.

Compartir este tipo de experiencias nos impulsa a seguir creyendo en lo que hacemos, y es ilusionante salir fuera y comprobar como no somos los únicos que buscamos constantemente maneras de hacer las cosas mejor.

Sigamos creando desde hoy un futuro diferente.

Para seguir leyendo artículos sobre innovación, emprendimiento y tecnología, suscríbete a nuestra newsletter, Business Design Hints, aquí.

--

--