Las máquinas no nos invaden, ¡ya están aquí!

Santiago Alexander
Igeneris
Published in
5 min readOct 11, 2022

A lo largo de mi vida, me he preguntado en repetidas ocasiones “¿Qué impulsa al ser humano?”. ¿Será el bien?, ¿será el mal?, ¿nuestras creencias y religiones?, ¿el amor?, ¿el placer?…

Históricamente, y saliéndonos del enfoque filosófico y personal, la sociedad se ha caracterizado por la búsqueda constante de mejorar sus condiciones de vida. Esta búsqueda ha generado que la humanidad haya tenido tres revoluciones industriales y se encuentre viviendo una cuarta.

A finales del siglo XVIII inició la primera, caracterizada por la mecanización. La invención de la máquina de vapor permitió pasar de una economía rural basada en la agricultura y el comercio, a una economía industrial basada en procesos productivos.

A mediados del siglo XIX se da la segunda, una revolución energética en la que el principal motor fue la electricidad y el uso de combustibles fósiles que permitieron la producción en masa de productos como el automóvil.

La tercera revolución se da a finales del siglo XX y se le puede llamar la revolución informática, donde sobresale el uso de energías renovables, almacenamiento de energía y las redes eléctricas inteligentes.

Actualmente estamos viviendo una cuarta, la de la digitalización. Dentro de esta revolución se están generando sistemas en los que el mundo físico y el mundo digital se empiezan a integrar y a depender el uno del otro. Es aquí donde nace y se vuelve extremadamente relevante el internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés).

IoT…nuestra nueva realidad

El internet de las cosas, aunque actualmente se encuentra en pañales, ya rige parte de nuestras vidas y lo seguirá haciendo cada vez en mayor medida. Pero para entender cómo lo está haciendo, primero es importante entender qué es. De manera resumida, un producto IoT está conformado por un conjunto de sensores que recolectan información y lo usan para comunicarse con una red o con otros dispositivos que comúnmente conocemos como dispositivos inteligentes.

Me gustaría poner un ejemplo sencillo para poder explicarlo: Una casa inteligente. Una casa inteligente que tiene un termostato inteligente, el cual utiliza sensores para detectar la temperatura en la casa, y enciende o apaga el sistema de aire acondicionado o calefacción hasta que la temperatura alcanza lo que debería ser. El termostato podría comunicarse también con las persianas inteligentes para cerrarlas cuando hace demasiado calor. Las persianas inteligentes podrían comunicarse con los interruptores de luz inteligentes para encender la luz cuando las persianas están cerradas y viceversa. Como pueden ver, hay muchas maneras en que un sistema de hogar inteligente puede permanecer conectado, todo utilizando el poder de IoT.

Hay tres componentes principales en un dispositivo. En primer lugar, está el hardware. Dentro de nuestro ejemplo, serían los sensores, cuyo trabajo es recopilar información sobre el entorno que los rodea: los sensores con los que cuenta el termostato inteligente. La segunda sección es la conectividad. Esta es la parte de “Internet” en Internet de las cosas, la cual permite que los diferentes dispositivos de la casa se comuniquen entre sí. La tercera son las aplicaciones, normalmente en forma de un software, el cual analiza los datos recopilados por los sensores para hacer las cosas, la parte del termostato inteligente que realmente controla el aire acondicionado/calefacción en función de los datos de temperatura.

Es impactante como el IoT está cambiando nuestras vidas y para ello es muy fácil entenderlo agregando la palabra inteligente a tantas cosas que usamos en el día a día: relojes, coches, casas, bocinas, televisiones, refrigeradores e inclusive ropa.

Pero no solo cambia nuestras vidas de manera directa, sino que también está transformando todas las industrias:

Etc., Etc., Etc…

¿Para qué usar el IoT? — Identificando los “Jobs to be done”

Después de trabajar un tiempo dentro de esta industria no sólo pude identificar las verticales donde el IoT está teniendo mayor presencia y crecimiento, sino que empecé a ver que, dependiendo por completo del mercado o del perfil de la compañía o el cliente, estas tendencias cambiaban por completo.

En Estados Unidos, un país que, posiblemente de manera simplista y sesgada, se podría describir con las siguientes frases cortas: “primer mundo”, “desarrollo tecnológico”, ”poder adquisitivo” “consumismo”, “comida chatarra”, entre muchas otras, ha tenido un crecimiento de productos y servicios de IoT enfocados a la Salud y al confort dirigido al consumidor final, los famosos dispositivos “inteligentes” que mencioné antes.

En cambio, si tomamos a México: “tercer mundo”, “pobreza”, “inseguridad”, “migración”, haciendo un muy pobre esfuerzo por definir lo increíble que es mi país natal, podemos ver que el IoT se enfoca muy poco a un mercado “B2C” y en cambio voltea al “B2B” y en específico a las industrias que más necesita el país “Seguridad estática y en movimiento”, “Telemetría y geolocalización”, “Agricultura”…

Dando vueltas a esto y regresando a la pregunta que tanto me he hecho “¿Qué impulsa al ser humano?” Logré entender un poco más a fondo la importancia de una de las metodologías que seguimos en Igeneris: Los Jobs to Be Done. En repetidas ocasiones como personas, como sociedad, como empresa es complicado responder la pregunta ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué es lo que quiere mi consumidor? Por lo tanto debemos cuestionarnos ¿Qué tarea está resolviendo? muchas veces. El famoso ¿Pero, para qué?… ¿Pero, para qué?… ¿Pero, para qué?… Para llegar a la respuesta que realmente estamos buscando.

Si Henry Ford hubiera ido con sus clientes potenciales y les hubiera preguntado ¿Qué producto quieren? Probablemente hubieran contestado “caballos más rápidos”.

Llevando esta reflexión a nuestro nuevo mundo del IoT, donde la innovación y la invención es una constante, debemos todo el tiempo preguntarnos ese ¿Pero, para qué?, ¿Realmente resuelve algo que mi basurero me avise que ya se llenó cuando puedo verlo lleno cuando le tiro la basura? ¿Necesito dispositivos con conectividad móvil en lugares sin cobertura? ¿Realmente necesito una pluma, un cepillo, un calcetín, solo porque terminan con la palabra inteligente?

Empecemos a preguntarnos “¿Pero, para qué?… ¿Pero, para qué?… ¿Pero, para qué?… Para que las maquinas sean una herramienta que permita mejorar nuestras condiciones de vida, en lugar de que empiecen a “tomar control” de ella.

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