Creyente.. Bajo Fuego

Manuel Alejandro Santos
Iglesia Presbiteriana Vida
6 min readApr 3, 2020

Sería una pena que pasara esta pandemia y no aprendiéramos la lección que Dios quiere enseñarnos. Sería un fracaso que hayamos desperdiciado esta oportunidad para haber reflexionado cosas que Dios quería mostrarnos. Debemos reconocer como creyentes que si nuestra fe está en un Dios soberano entonces sabemos que nada se escapa de sus manos, ni siquiera esta situación que vivimos, esto no lo tomó por sorpresa, ni lo agarró dormido, por el contrario, él la ha permitido (no provocado), para seguramente revelarnos algo.

Para los que somos creyentes, sabemos que Dios tiene un propósito en todo lo que hace y permite, y que todo nos ayuda para bien, y esto que ahora pasamos no es la excepción. Aquí el punto es saber, si en verdad estamos aprovechando el tiempo para descubrir que es lo que Dios quiere hablarnos. Sé que para muchos podría ser irónico ver estos momentos como algo bueno, y lo entiendo, son días difíciles, de gran riesgo en nuestra salud, de caos laboral, social y sobre todo económico, y que sin duda este ambiente genera duda, miedo y ansiedad, que en consecuencia verle un lado bueno resulta difícil. Sin embargo desde la perspectiva bíblica podemos entender estos días, si como algo difícil, pero también como una oportunidad, como algo que puede enseñarnos cosas. La biblia también habla de los días malos, de la aflicción y de la prueba.

Y es que aunque sabemos que Dios gobierna y es completamente soberano sobre nuestras vidas, los matices de la vida humana, la capacidad de tomar decisiones, los errores y los aciertos en el camino y las victorias y derrotas inesperadas, son demostraciones claras de que la vida que Dios espera de nosotros jamás estará regida por una serie de pasos del tipo “ármelo por usted mismo en cuatro fáciles pasos”. Por el contrario, nuestras vidas estarán regidas por los acontecimientos y circunstancias que nos rodean, pero, sobre todo, por el diálogo y sometimiento permanente al Señor Soberano, Creador, y Redentor de nuestras vidas. Vivimos en un mundo caído que no funciona como debería, que el pecado trajo consecuencias en todo, las enfermedades, la maldad y la desesperanza entre otras cosas, son pruebas de eso. Por tanto, nunca nos encontraremos con una línea de montaje para vencer adversidades, crecer y madurar. Más bien, nos enfrentaremos al duro proceso de “hacer camino al andar”. Pero ese andar solo será fructífero si lo hacemos de la mano del Señor, quién va delante nuestro mostrándonos el camino que ya ha preparado para nosotros. Sin duda estamos bajo el fuego de la prueba, bajo la incertidumbre y la ansiedad, pero aun así no estamos solos, ni desprovistos. El libro de Santiago por ejemplo, está lleno de gemas escondidos de sabiduría y de vida cristiana práctica. Tomaba café hoy, en la oficina de un gran amigo, que en estos días de soledad, me ha hospedado en su escritorio, me compartió su ultimo devocional con su esposa, sobre el libro de Santiago, tema que me ayudó muchísimo y me animó a que en días como estos, resulta relevante considerar este libro. Veamos el siguiente pasaje:

“Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte”, Santiago 1:2–4.

Para muchos, estas palabras probablemente suenan a una locura. ¿Debo tener por sumo gozo cuando me encuentro en una prueba? Cuando considero estas palabras, “cuando se hallen en diversas pruebas”, veo varias cosas. En primer lugar, es un hecho que esto sucederá. No es si se hallan, sino cuándo se hallen, lo cual asegura que tarde que temprano aparecerán.

Y en segundo lugar, ¿Quién quiere “hallarse” con cosas difíciles en la vida? Más bien, la mayoría de las veces se siente como si alguien nos las lanzara en la cara. Y el gozo no es algo que viene a la mente.

Así que parece que tengo una opción. ¿Considero estas pruebas y sufrimientos como una oportunidad de gozo? ¿Permito que produzcan paciencia en mí para que, en el tiempo de Dios, yo sea purificado? ¿O me revuelco en mis pruebas y dejo que me arrastren a las profundidades de la depresión, el miedo, y la incertidumbre? ¡Parece una elección obvia! Pero de alguna manera no es siempre la más fácil. A mi carne le encanta revolcarse. Le encanta la ira, la tristeza, y autocompasión. Y lo tonto es que esto me lleva a la desesperación.

Hoy Dios nos ha regresado de vuelta al hogar, a la familia, está confrontando cosas de nosotros mismos, está mostrando la fragilidad de aquellas cosas en las que confiamos. Nos está enseñando nuestra vulnerabilidad, está destrozando nuestra idea de autosuficiencia humana y de humanos todopoderosos, mismos que por un virus, hoy estamos debajo de la cama. De paso, nos deja ver lo insuficiente que puede ser la ciencia, el estado y hasta el clero para darnos una verdadera solución en tiempos de crisis. Estamos muy engañados cuando pensamos que sabemos más que Dios. Cuando pensamos que podemos “arreglarnos” con terapia barata, chocolate, o el éxito vano. Aquí es donde me doy cuenta que no me he equivocado en creer en Dios y su palabra, porque a diferencia de otras disque opciones, es siempre la perspectiva de Dios la que me consuela , me anima y me da una cosmovisión real pero esperanzadora de cualquier cosa que pase, aún por difícil que esta sea. Qué agradecido estoy por el evangelio de Su gracia, que a pesar de mi desesperación y autocompasión, cuando vienen las pruebas Él me atrae hacia sí mismo y me recuerda que hay mucho más de lo que yo puedo asimilar. Déjame casi concluir con un pasaje más:

“Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”, 2 Corintios 4:17–18.

Por eso es importante que le devolvamos a nuestra vida y a nuestra fe una clara convicción de la providencia de Dios. ¿Qué es la providencia de Dios? Jerry Bridges la define de la siguiente manera: “Es su constante cuidado y su absoluto gobierno sobre toda su creación, para su propia gloria y el bien de su pueblo”. El Señor no llega a nuestras vidas como un bombero durante una emergencia, ni tampoco se ausenta cuando nuestra vida peligra como un policía negligente o distraído. Su presencia y gobierno es constante en todo momento y circunstancia. Por eso siempre afirmamos que vivimos, como decía R. C. Sproul: siempre delante del Rostro de Dios.

Aprovechemos el tiempo, que la sana distancia de hoy nos acerque más a Dios ya los nuestros, abramos el corazón para indagar que Dios quiere enseñarnos a cada uno de nosotros, a nuestras familias y al mundo entero. Igual que tú, deseo esto termine y regresar pronto a nuestras vidas, pero no quiero regresemos igual. Deseo volvamos con una nueva enseñanza, algo de renuevo en nosotros, y como el oro, purificados bajo el fuego de la prueba.

Hoy recuerdo una frase viejita que dice “Sigue mirando hacia arriba y extendiéndote hacia adelante”. En esencia: mantén tus ojos fijos en Jesús, experto en sufrimientos y quien clavó en esa cruz tu miedo y ansiedad, quien cargó nuestras enfermedades y que al darnos esperanza es también quien traerá alegría a tus pruebas. Bajo el fuego de la prueba mira a Jesús . Él le dará sentido a tu sufrimiento.

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