La ley del capital
La Javeriana publica la primera traducción al español de Economía para todos, obra clave del filósofo irlandés Phillip McShane. ¿En qué consiste su giro revolucionario? Una mirada de su traductor
Por Francisco Sierra Gutiérrez
El título Economía para todos se repite en varias publicaciones de habla hispana; no ocurre lo mismo con el subtítulo: el capital justo (en alemán, Das Jus Kapital), que acompaña y marca la diferencia sustancial de esta pequeña obra. Si bien esta es de carácter introductorio, como otras, no lo es de una ciencia económica ya establecida, sino que invita a enfrentar juntos — legos y especialistas posgraduados — el desafío de marcar un nuevo comienzo en la economía local y global que la haga emerger con mayor sensatez y vigor en las democracias de hoy y por venir.
El giro revolucionario que esta obra secunda es perceptible en el ensamblaje introductorio de nuevas experiencias en situaciones concretas, de nuevos términos y relaciones básicas, de pequeños ejercicios, de nuevas ecuaciones, de la emergencia de contextos superiores más amplios en interacción, apuntando todos a la superación del análisis de un único flujo económico que ha reinado por siglos en la economía. En su lugar, se presenta una economía dinámica democrática, que involucra un complejo de circulaciones dispuesto en un diagrama fundamental, parecido a un parque de béisbol, que articula los dos grandes circuitos de la producción, sus cruces e intercambios a través de un centro decisivo de redistribución.
Aunque la distinción de dos “órdenes” de bienes de acuerdo con su distancia del acto final de consumo — los bienes de consumo y los bienes de cuyas combinaciones se originan los bienes de consumo — ya la planteaban Schum- peter, K. Menger y Bohm-Bawerk, esta no dio lugar a una explicación sistemática y matemática de su interrelación ni constituyó una estrategia fundamental para dar cuen- ta de una economía dinámica, sostiene el autor en la más reciente edición de este libro en inglés.
La distinción explicativa y funcional por comprender con todo su rigor es la que existe entre el flujo básico (destinado a la producción de bienes y servicios que elevan el nivel de vida) y el flujo agregado (surplus circuit, destinado a la producción de bienes de capital que permitan acelerar el flujo básico). Las correspondencias, transacciones, contraflujos e indeterminaciones del denominado “ciclo puro de la producción” tendrán que operar ahora bajo una normatividad intrínseca que impide que uno de los flujos drene al otro. De esta forma, la economía podrá ser comprendida como la transformación de las diversas potencialidades concretas de la naturaleza — incluida la nuestra — en la mejora del nivel de vida actual de individuos y comunidades humanas, y no como una sucesión naturalizada e ininteligible de auges, caídas y crisis debidas exclusivamente a la codicia.
Concentrarse con precisión y detalle en las dinámicas de estos dos flujos, primero, en una fase estacionaria y, más adelante, en sus fases materialista, capitalista y cultural, dejando de lado, por ahora, los problemas de la medición, la propiedad, la posesión, los conflictos entre trabajadores y obreros, los precios, los salarios, las tasas de interés, la medición del capital, así como la inclinación a hacer predicciones sobre las situaciones concretas de la economía actual — características de los abultados textos de Introducción a la Economía que aún se asignan para el primer semestre — , constituye la estrategia fundamental de esta introducción, que demandará de los exigentes lectores lo mejor de su imaginación creativa, por cuanto aquí no se trata de la aplicación sencilla de un modelo establecido, sino de la apertura hacia la construcción y consolidación de un nuevo paradigma.
El Irlandés Philip McShane (1932), M.Sc., Lic. Phil, S.T.L., Ph.D., autor de esta obra, cuyo equivalente en castellano brindamos a los lectores, viene apropiándose desde hace más de cuatro décadas del origen, desarrollo y complejización de esta idea creativa y crítica, la cual fue originalmente propuesta por el canadiense Bernard Joseph Francis Lonergan (1904–1984) para el campo del ateología. Lonergan, afectado por la Gran Depresión, la planteó hacia los años cuarenta del siglo pasado, y en los años sesenta, tras haber concluido sus ya muy significativas contribuciones a la reorientación de la filosofía, la teología y la educación actuales, la retomó pero, desafortunadamente, la dejó inconclusa a su deceso.
Muy a favor del autor hablan también sus luchas por implementar un método de colaboración profesional posin- terdisciplinario para este nuevo paradigma económico. Ese método ensambla de manera interdependiente ocho tareas especializadas diferentes en un proceso que va desde los da- tos hasta los resultados. Cuatro de ellas explicitan el pasado que nos ha traído hasta hoy, mientras que las restantes se hallan comprometidas en implementar nuestras opciones para el presente y el futuro inmediato. En breve, se trata de una economía metódicamente diferenciada, que atiende con responsabilidad histórica a las matrices culturales concretas a las que se debe y que es mediadora de los legítimos anhelos de una significativa mejora en la calidad de vida de todos los que vivimos en ellas y en sus inseparables entornos.
McShane sigue explorando, transformando y adaptando esta idea creativa que hace falta en la situación turbulenta actual de las economías local, regional y global. Asimismo, viene liderando su afianzamiento ante diversos auditorios en México, Colombia, Estados Unidos, Canadá, Irlanda, India, Corea, Australia y Reino Unido, y sigue invitando, sin descanso, en este y otros textos suyos, al cambio integral de mentalidad que esta nueva idea económica demanda de todos los ciudadanos
