Bitcoin para escépticos — Parte II

Diego H. Gurpegui
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9 min readJul 14, 2019

Hace un tiempo escribí el artículo “Bitcoin para escépticos” en donde intenté hablarle a ese escéptico que todos tenemos dentro repasando las críticas o cuestionamientos más comunes que se le hacen a esta nueva forma de dinero.

Como era de esperarse, porque por suerte existen muchísimas críticas a Bitcoin, sólo pude cubrir unas pocas y muchas quedaron afuera. Mi intención con esta segunda parte es abordar algunas más. Sin más introducción (para eso está mi Parte I), sentite libre de leer todo o ir directamente a aquellas razones que más resuenen con tu punto de vista.

Nadie usa Bitcoin

“Nadie” no sería la palabra apropiada, pero “muy pocos” a escala global seguro. Bitcoin es un nuevo dinero que aún está en crecimiento. Aunque 10 años (al momento de escribir este artículo) parece mucho para la evolución de una tecnología, es prácticamente insignificante para la evolución del dinero. Aún así, en su corta vida la tendencia ha sido creciente.

Otro aspecto a analizar es el término “usar”. Dado que el dinero debería funcionar como “reserva de valor”, “unidad de cuenta” y “medio de intercambio” es injusto pensar en esta última como su único uso, que es lo que la mayoría hace. Adquirir bitcoins como atesoramiento a largo plazo (ya que a corto plazo puede verse afectado por su volatilidad presente) es un uso válido también.

Aún así entiendo el argumento que apunta a que si nadie (o muy poca gente) le ve utilidad a Bitcoin, ¿qué sentido tiene todo a fin de cuentas? Y realmente es un razonamiento válido. Sin embargo, no hay que perder de vista que la “apuesta” a Bitcoin es a (muy?) largo plazo. Su aceptación va creciendo, y el diferencial que aporta Bitcoin contra otras formas de dinero (abierto, global, no-permisionado, incensurable, duro en política monetaria) no es algo que sea fácilmente valorado por todos, sobretodo en regiones del primer mundo. Aún sin la adopción global, el mercado existe hoy en día y personalmente creo que existirá por muchísimas décadas más al menos. Y eso es suficiente, “qué es dinero” es una decisión que toman quienes lo usan.

No es privado o anónimo ya que para comprar necesito dar todos mis datos

Aprovecho a hacer una aclaración inicial: Bitcoin no es en sí mismo anónimo, sino pseudónimo. Esto se debe a que no queda registrado ningún dato asociado a la identidad de los participantes de una transacción, pero sí quedan registradas las transacciones con sus montos de manera pública y abierta.

Ahora sí, al punto. Es muy común esta confusión cuando se habla de Bitcoin, y la explicación es muy sencilla. Bitcoin es pseudónimo (y tan anónimo como las prácticas que cada uno emplee a dicho fin) y no permisionado, lo que quiere decir que cualquiera puede tener bitcoins y operar con ellos sin necesidad de identificarse de ninguna manera y mucho menos pedir permiso o autorización a nadie. Así fue diseñado.

Sin embargo, si uno quiere intercambiar bienes o servicios por bitcoins y viceversa, uno debe lidiar con esa otra persona o empresa que provee o compra dichos bienes y servicios. En estos casos, esa persona o empresa puede requerir datos personales si está en libertad de hacerlo, y uno puede negarse a darlos… si está en libertad de hacerlo. Siendo otras monedas como USD o EUR también bienes, todo esto aplica a empresas que operan como “Exchanges” o “Brokers”, que suelen solicitar datos personales de acuerdo a regulaciones a las que se someten. Pero esto para nada implica que Bitcoin sea así. De la misma manera que un proveedor de internet no es Internet, ni una fábrica de muebles es una mesa. Los exchanges o personas que operan con Bitcoin (y que pueden o no solicitar más información o incluso cobrar por sus servicios) no son Bitcoin.

Bitcoin ya quedó obsoleto, la tecnología evolucionó

Es importante no perder de vista que Bitcoin no es únicamente la tecnología (software, redes, etc.), sino también la red (personas, consenso, etc.) y el dinero en sí mismo.

Desde un punto de vista puramente tecnológico, naturalmente se suele buscar la evolución e innovación. Bitcoin ha evolucionado y lo sigue haciendo en este aspecto, de hecho surgen mejoras y avances constantemente. Lo que fue sucediendo a lo largo de los años es que, por la naturaleza del proyecto y su propósito (aunque no formalmente definido pero mayormente consensuado entre toda la comunidad global), dichos avances fueron cada vez menos visibles o bruscos. Incluso algunos de menor impacto para el usuario final promedio sin muchos conocimientos técnicos. Hay una muy buena razón para ello y es que Bitcoin se trata, entre otras cosas, de un protocolo (*) tecnológico para almacenamiento e intercambio de valor (dinero) y como tal cada alteración al mismo requiere mucho análisis, debate y gran consenso final. No estamos lidiando con una “app” desarrollada por una empresa. Y dado que la comunidad de Bitcoin creció mucho a lo largo de los años, dicho consenso cada vez toma más tiempo en hacerse realidad.

(* Un protocolo sería el conjunto de reglas de base que permiten un funcionamiento coordinado entre todos los miembros de un sistema. Internet, por ejemplo, está llena de esos protocolos, como por ejemplo el conocido HTTP que aparece en las direcciones y sirve para definir cómo serán las comunicaciones de un servicio web. Estos protocolos cambian con muy poca frecuencia.)

Al margen del mecanismo con el que Bitcoin evoluciona, existen otros experimentos tecnológicos con la misma o similares tecnologías derivadas de él. Cada uno de estos avances puede parecer mejor o peor en algunos aspectos, pero siempre dependerá la óptica con la que se lo mire en base al objetivo que se quiere alcanzar. En el caso de Bitcoin: un sistema de resguardo y transferencia de valor (dinero) digital, abierto, neutral, no permisionado, incensurable, global y sin fronteras.

Sumado a eso Bitcoin ya posee una red de personas y de pagos que no puede replicarse simplemente copiando su código de programación. La misma red que le da vida al dinero. Por este motivo es importante medir a Bitcoin y a otros proyectos que parecen ser la evolución, con la vara adecuada.

La capacidad para transacciones es muy baja

Un tema que suele prestarse a debate es la capacidad que posee Bitcoin para procesar transacciones. Y cuando hablamos de “procesar” transacciones nos referimos a que dichas transacciones puedan ser confirmadas (incluidas en un bloque de la cadena) y alcanzar finalidad.

El número que a veces aparece es de 7 TPS (transacciones por segundo), aunque con los cambios que sufrió el sistema en 2017 (SegWit) ese número en la práctica podría subir a 14 TPS. Aún así puede parecer poco para procesar las transacciones de todo el mundo si pensamos en adopción masiva o lo comparamos con VISA o PayPal por ejemplo.

La naturaleza descentralizada de Bitcoin implica que cada miembro de la red debe verificar cada transacción que se realiza, su confirmación y además almacenar la información histórica necesaria para realizar todo eso de manera independiente, en tiempo y forma, y sin depender o confiar en terceras partes. El costo de realizar eso se incrementa a medida que más transacciones procesa la red. Por lo tanto, no es fácil encontrar un balance entre la escalabilidad deseada y las capacidades prácticas de cada participante si el objetivo es que ser participante de la red no quede en mano de unos muy pocos (centralización).
Este es un debate de hace años que no vale la pena profundizar mucho más aquí. Lo que sí podemos decir es que Bitcoin optó por un camino más conservador intentando preservar la descentralización de la red y haciendo más accesible la posibilidad de verificar independientemente cada transacción para quien lo desee (uno de los pilares por los que Bitcoin fue creado).

La solución a este dilema hoy en día viene dada por lo que se llama soluciones de “segunda capa”. Estas intentan potenciar a Bitcoin sin modificarlo, sino utilizando sus características como fuente de integridad y veracidad de la información pero agregando funcionalidad y capacidad en sistemas vinculados. Esto no deja de estar en fase de experimentación y en el futuro tal vez veamos otro tipo de soluciones a este problema.

Se desperdicia mucha energía en minar Bitcoin y afecta el medio ambiente

Este argumento es muy común como crítica a la “minería” en Bitcoin, y podemos empezar estando de acuerdo en que Bitcoin es un sistema que se caracteriza por consumir grandes cantidades de energía. Pero a eso podemos agregar que gracias a esa alta demanda es que el sistema puede mantener los altos niveles de seguridad, robustez y resiliencia.

Una métrica que suele usarse es “energía consumida por transacción”, sobre la cual quiero hacer unos comentarios. Esta métrica se suele obtener calculando la energía consumida por bloque de Bitcoin (cada 10 minutos aprox.) y luego dividir por la cantidad de transacciones promedio por bloque. Uno de los problemas con este cálculo es que omite el importantísimo hecho de que cada bloque no sólo confirma las transacciones incluidas en él mismo, sino que cementa aún más todas las transacciones que ya existen en el registro (la cadena de bloques). Este mecanismo es el que proporciona inmutabilidad al registro.
Otro problema con esta métrica es que puede dar a entender que a mayor cantidad de transacciones mayor consumo energético, y esto no es cierto ya que no es así cómo funciona Bitcoin. La relación entre el uso de la red y la energía consumida no es una relación directa en absoluto. Sin embargo, es cierto que existe una relación indirecta que tiene que ver con los incentivos de la red, la valoración de Bitcoin y otros factores que pueden hacer crecer la industria de la “minería” en Bitcoin. De la misma manera que, por ejemplo, sumar más espectadores frente a una TV no hará que dicha TV consuma mayor energía, pero seguramente se generarán incentivos para instalar más TVs que sí consumirán más energía que una sola. Este ejemplo no refleja el funcionamiento de Bitcoin, sólo trata de ilustrar la naturaleza no directamente relacionada entre utilización y consumo de energía.

Con respecto a “afecta el medio ambiente” cabe decir que la industria de la minería en Bitcoin posee un alto porcentaje de utilización de energías renovables según algunos estudios. La razón principal puede deberse a que, por un lado, la generación de energía renovable depende muchas veces de la ubicación geográfica (ej.: hidro, eólica, etc), y por otro lado a que la minería de Bitcoin es una industria muy “móvil” en el sentido que, a diferencia del abastecimiento de un centro urbano, ésta puede moverse para estar cerca de la generación de energía sin afectar su funcionamiento. Todo esto sumado a que un minero siempre buscará el beneficio económico, encontrar una ecuación que permita obtener mucha energía a costos menores es un gran incentivo.

Por último, con respecto a “se desperdicia mucha energía” debemos detenernos en “mucha” para saber contra qué lo comparamos. Pero más importante debemos detenernos en “desperdicia”, lo que nos lleva más a fondo a cuestionar la utilidad que le damos a Bitcoin.
Si es por comparación, podemos analizar cuánta energía utiliza o cuánta contaminación genera todo el sistema financiero actual, o por lo menos aquellas partes que Bitcoin podría reemplazar (tarjetas y otros medios de pago, remesas internacionales, conciliación de transacciones, impresión de moneda papel, minería de metales, etc.). O también podríamos compararlo con la cantidad de energía utilizada por todos los dispositivos electrónicos cuando están en “standby” (no utilizados), o las emisiones de carbón que se estiman genera indirectamente la visualización de videos online o streaming. Muchos de estos números se han estudiado y te invito a que los busques por internet.
Si es por importancia, preguntémonos qué tan importante es tener un sistema global y distribuido, no permisionado y resistente a censura, que permita finalidad en transacciones económicas sin intermediarios, y que permita que contemos con una nueva forma de dinero que podemos resguardar y controlar de manera autónoma si lo deseamos. En definitiva, que importancia le damos a una (para muchos) superior forma de dinero, con lo que eso implica para toda la humanidad.

A fin de cuenta esa importancia será determinada por las millones de decisiones que toman millones de personas en el mundo y que estarán o no dispuestas a darle valor a ese sistema. En definitiva, lo que llamamos “Mercado”.

Siempre verifica

Como en la oportunidad anterior, no pretendo que creas todo lo que digo sino invitarte a cuestionar aquellas verdades (u opiniones?) que te generan escepticismo sobre Bitcoin. Y en aquellos casos en los que sea posible, coteja con información de varias fuentes. En este post hice algunas menciones muy superficiales a datos sobre capacidad transaccional, consumo de energía y otros. Me gustaría que, antes de descartar lo que dije o estar de acuerdo inmediatamente, realices la verificación correspondiente para ver si lo que digo se sustenta con datos reales.

No podemos escapar de la subjetividad, aún cuando creamos que algo es objetivo. No será más que suficientemente objetivo ya que toda nuestra percepción del mundo la tenemos a través de nosotros, y ahí es donde la objetividad encuentra su límite. Pero sin ponerme más filosófico de lo necesario, voy a cerrar esta pieza con una frase que resuena mucho en el ecosistema Bitcoin y representa un principio que, si bien a veces es difícil o poco práctico de implementar, no deja de ser importante:
Don’t trust, verify (No confíes, verifica)

Algunas fuentes

Si aún no la leíste, no te olvides de pasar por la Parte I (link) y dejarme tus comentarios.

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Diego H. Gurpegui
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Co-founder & partner at Improve-in — Software Engineer — Volunteer at ONG Bitcoin Argentina — Speaker or teacher sometimes — Into Bitcoin, fintech and more.