Entrevista: Perfecto Herrera Boyer

“El hecho de que no tengas que hacer el más mínimo esfuerzo para encontrar música probablemente le ha quitado mucho valor”

Perfecto Herrera Boyer (Barcelona, 1964) es psicólogo de formación, pero reenfocó su trayectoria profesional hacia el ámbito de las tecnologías del sonido y de la música y es miembro del Grupo de Investigación en Tecnología Musical de la UPF, donde ha sido responsable de proyectos relacionados con el análisis y descripción automática del sonido y de la música, recomendación y personalización de músicas, y percepción y cognición musicales.

Sergio Murillo
Indie and Festival

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Perfecto Herrera Boyer | Foto: Perfecto Herrera Boyer

En su artículo, Música y Persuasión, habla sobre cómo se pueden asimilar determinados mensajes a través de la música. ¿Los asistentes a un festival podrían asociar una buena imagen de marca al estar esta acompañada del estímulo de la música en vivo?

Sí, claro. Está muy estudiado el hecho de que en cualquier tipo de aprendizaje, el contexto en el que estás juega un papel importante. Uno de los aprendizajes más fuertes y menos conscientes que hacemos es el asociativo. Cuando estamos disfrutando ni nos fijamos en eso, pero el hecho de que forme parte de nuestro contexto deja una huella asociativa en nuestro cerebro. De esta manera, en el momento en el que en otra situación aparece el nombre de esa marca comercial, una parte de la memoria total, de la que está marca ha formado parte, se activa y dice: “ah, me lo pasé bien”. Pues esto, con repetirlo unas pocas veces, hay circuitos neuronales que se refuerzan y que quedan mejor conectados.

¿Debido a esto, puedo asociar un estímulo musical, que en un principio podía ser neutro o negativo, con el estímulo positivo que es estar en un festival pasándomelo bien? En otras palabras, ¿me puede terminar gustando un grupo que antes no?

Otro hecho que también conocemos es que la familiaridad ayuda a incrementar la preferencia. Es decir, tú puedes no haber escuchado nunca al artista X, puedes no tener demasiado interés o incluso sentir animadversión por ese artista. Pero alguien de tu confianza te dice: “venga, vamos a escuchar una canción”. Otro día vuelves a escucharlo. El hecho de incrementar la frecuencia con la que has estado expuesto a ese tipo de estímulos, incrementa o reduce tus barreras para aceptarlo. Cuanta más familiaridad tienes con un estímulo, más lo vas a tolerar.

No quiere decir que por simple exposición te vayas a convertir en un forofo, tendría que haber más elementos. Pero, sí que es cierto que es una de las bases de mucha publicidad, irte exponiendo. No le prestas atención, tampoco te lo tomas muy en serio, pero el hecho de que hayas oído cien veces esa misma canción, va a lograr que empiece a resultarte tolerable como poco. De ahí, a suponer que se puede cambiar brutalmente la conducta sólo por la exposición hay un paso muy grande. Yo creo que no es fácil hacerlo, pero es el primer paso para tener una conducta favorable.

“El hecho de que hayas oído cien veces una misma canción, va a lograr que empiece a resultarte tolerable como poco”

¿Es por esto que la música que más se repite en los medios es la que más suele gustar?

Tiene la base en eso, pero yo creo que ahí se combinan diferentes factores y estrategias de marketing. Dónde te lo vas a encontrar, cuántas veces al día, con qué se va a asociar la imagen de los artistas, que es algo que cuando hay millones de por medio, pues se cuida, se diseña. Luego están los aspectos musicales. La música de un hit no puede ser ni demasiado complicada ni súper sencilla en general. Hay unas fórmulas que cada día muchos productores están usando más o menos conscientemente.

Pero no creo solamente en la exposición porque también, por ejemplo, somos animales sociales. Por lo tanto, si alguien que para nosotros es importante expresa una determinada preferencia, hay una probabilidad de que nosotros sigamos eso y acabemos haciendo un comportamiento gregario, incluso. Como esto es lo que se vende, como esto es lo que se escucha, pues no voy a ser menos y voy a, como mínimo, exponerme. Y a partir de ahí, ya entran en juego otros aspectos más individuales, pero ya hemos roto el hielo y pueden acabar entrando todas esas compañías con sus grandes éxitos.

“Una vez roto el hielo pueden acabar entrando todas esas compañías con sus grandes éxitos”

Y con esta maquinaria montada, ¿cómo puede ocurrir que un fenómeno alejado de los grandes medios, como el indie, se convierta en un éxito?

Con los medios digitales cualquier idea tiene muchas más probabilidades de poderse extender. Aunque los intereses económicos de todas las redes sociales y de las grandes webs de difusión están ahí, el tipo de filtrado que pueden estar haciendo es mucho menor. Y entre eso y la hiperconectividad que existe, la posibilidad de que estos fenómenos sucedan se incrementa mucho.

¿Piensa que esto puede cambiar la forma de asimilar la música?

Sin duda. El acto de escucha musical no es el mismo. Esto es algo que ha cambiado de varias maneras en los últimos 30 años. Hoy día, la música resulta muy difícil, primero, considerarla como un elemento tangible. Es como el agua, algo que fluye y por lo que pagas una tarifa plana, si la pagas. Tienes fuentes y puedes beber de ella todo lo que necesites.

El hecho de que no tengas que hacer el más mínimo esfuerzo para encontrártela, probablemente le ha quitado mucho valor. El valor de esperar a que un artista saque un disco dentro de seis meses y ahorrar para luego comprarlo. Ahí hay un proceso de planificación, de objetivos que en el fondo, aunque sea una conducta hedonista, el hecho de pasar por esas fases te lleva a un tipo de aprendizaje que te sirve para la vida en general. Hoy esto no se hace.

¿Cómo cree que esto afectará a los nuevos oyentes?

Yo creo que no podremos juzgar este tipo de cambios en el comportamiento personal y en el colectivo hasta que tengamos una perspectiva, a lo mejor, de 20 años. Estamos aceptando cualquier tecnología que nos regalan, no nos preguntamos qué hay detrás, ni el precio que estamos pagando. Porque estamos pagando algún precio. No solo individualmente, sino socialmente. Creemos que esto es muy bueno, pero a lo mejor nos damos cuenta de que no es así dentro de 10 años. En los 60 muy poca gente se planteaba de dónde venía el plástico ni qué haríamos con él, nos lo estamos encontrando ahora.

Si las decisiones se toman solo a corto plazo, en la música también pueden tener consecuencias importantes, deberíamos intentar diseñar cómo queremos que sea el futuro. A día de hoy, por mucho Spotify, Deezer, y cosas así en las que esté tu música, luego lo que sacas de ella es una miseria. El reparto de beneficios que hacen estas plataformas sigue planteando que hay 100 artistas que se llevan el 90 por ciento de los beneficios, y el resto, que son millones, se llevan esa migaja. Estamos favoreciendo una empresa que no reparte la riqueza de forma equitativa. Pero bueno, como nos lo dan gratis, pues estamos dispuestos a aceptarlo. ¿Queremos que dentro de 20 años haya 100 artistas porque los demás nunca se han planteado hacer música, o porque al primer año han visto que ni les interesa? Pues vamos hacía ahí.

“Estamos favoreciendo empresas que no reparten la riqueza de forma equitativa”

Volviendo a los gustos, ¿cómo cree que puede afectar la música a nuestra personalidad?

Yo creo que va un poco al revés. Tú tienes unas determinadas ideas, unos determinados referentes, unos intereses y encuentras música que los refuerza o que conecta con ellos. Entonces la música acaba siendo como un reforzador de ti mismo. Es como decirte que no estás solo en el mundo, que tienes una comunidad que te puede entender y con la que intercambiar información. Hay varios estudios que relacionan ciertos rasgos de personalidad a diversos tipos de música. Por lo que si eres de determinada manera, estarás predispuesto a cierta música. Parece que hay una relación, pero yo nunca me la jugaría.

No obstante, sabemos que la música la utilizamos para regular nuestras emociones. Si queremos estar eufóricos, elegimos música que sabemos que nos hace mover, y si queremos concentrarnos en nosotros mismos, elegimos otro tipo de música. Esto es muy subjetivo, porque influyen las experiencias personales a lo largo de tu vida, y a medida que vamos madurando tendemos a comportarnos de determinadas maneras y a preferir determinadas situaciones.

La personalidad es algo que permanece con nosotros durante muchos años. No quiere decir, incluso, que una persona en su juventud no pueda ser de una manera y luego su personalidad ir cambiando. Esto puede ser. Pero la escala de tiempo es una escala larga. En cambio, con la música y las emociones, la escala temporal es pequeña. Con determinadas músicas podemos cambiar nuestro estado de ánimo en ese día o en unas cuantas horas, no a largo plazo.

“La música es una especie de juego que tiene unas reglas que van variando”

De esta manera ¿cómo podemos aprender a disfrutar de música que no nos gusta o no entendemos?

Lo primero, la exposición. Puedes estar escuchando esa música, que te puede parecer alienígena y ahí tienes una barrera muy fuerte. Si no tienes una cierta motivación ni alguien que te ayude, eso no va a progresar.

La música es una especie de juego que tiene unas reglas que van variando. Y si no las aprendemos, pues no entendemos nada de lo que estamos escuchando. Alguien nos tiene que explicar. Aunque no sepamos nada de música, simplemente, escuchar de manera guiada es efectivo. Es un problema probablemente parecido al escuchar un idioma que no entendemos, aunque lo escuches 100 horas, vas a seguir sin entender prácticamente nada.

Pero un idioma es un canal formal para comunicarse y la música se considera una expresión artística, con una serie de emociones que se pretenden transmitir.

Sí, pero cuidado, porque esa perspectiva es muy, podríamos decir, occidentalocéntrica. Aunque en nuestra cultura occidental contemporánea tenemos una asociación muy fuerte entre música y emociones, no quiere decir que en otras culturas la música tenga una misma funcionalidad. De hecho, en nuestra tradición histórica musical, puedes encontrar muchos compositores, incluso movimientos artísticos concretos, en los que la expresión emocional de la música no está presente.

No estoy negando que no haya un componente emocional y que cuando hemos crecido con esa conexión ya no lo podamos negar ni desconectar. Pero hay algo más esencial en la música, es un juego de anticipación. Tú estás jugando a un juego con el compositor o con el intérprete, a ver si va viniendo lo que imaginas. Cuando va viniendo, el cerebro te refuerza. Libera una serie de neurotransmisores que libera también en otras situaciones placenteras. Te está diciendo: “hey, esto que estás escuchando y estás anticipando, está bien, me gusta”. Es un juego que genera mucha actividad en el córtex frontal, la parte que podríamos denominar, más exclusivamente humana.

Este juego de anticipación no es solo musical. A los humanos nos gusta tener buenos modelos de predicción, nos gusta saber qué tiempo hará mañana aunque estemos todavía en el hoy. Y nos gustaría saber si dentro de seis meses estaremos todavía llevando mascarillas por la calle. A lo mejor es una tendencia natural a anticipar, a predecir.

“En nuestra tradición histórica musical, puedes encontrar compositores y movimientos artísticos en los que la expresión emocional de la música no está presente”

¿Entonces, una persona puede cambiar su gusto musical?

Bueno, estoy seguro de que se puede hacer. También estoy seguro de que hay pocas personas a las que les interese o lo intenten. Pero tu cerebro no está limitado. Además, es más fácil hacerlo cuando tienes 20 años. Imagínate que estás estudiando una cierta música del norte de la India. La conexión entre tu experiencia con esa música y la experiencia que tiene la persona que se ha criado con esa música no serán equivalentes. Te costará muchos años de inmersión en esa cultura, de escucha y de aprendizaje activo. Por lo general, los adultos tenemos otras preocupaciones. Eso requiere una inversión de tiempo.

Y dejar de lado los perjuicios

Claro. Las ideas acaban convirtiéndose en un cristal y cuesta mucho cambiar su forma. Y cuantos más años cumplimos, más cuesta. Puede ser más fácil que entres en un tipo de música por el que nunca habías tenido ni preferencias positivas ni negativas, de la otra forma tendrás que luchar contra esos valores que ya se han convertido en algo inamovible dentro de tu estructura de personalidad.

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Sergio Murillo
Indie and Festival

Suplo mi falta de talento con trabajo. El típico que sabe de todo pero muy poco. Periodismo, música y teatro.