No Ames con Todo, Ama con Nada

Un simple vuelta a la ecuación

Joe Álvarez
Inquebrantablemente Roto
4 min readAug 31, 2019

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Photo by Ullash Borah on Unsplash

No sé en qué punto de la historia hemos complicado todo, no tengo idea del porqué seguimos una y otra vez colocando peso sobre los hombros de los que no deben llevarlo.

Esta semana he estado meditando en mi manera de amar y realmente creo que he fallado en muchísimos puntos, he pasado por momentos en los que estoy solo yo, una taza de café y una mente perdida en la reflexión de lo que estoy haciendo.

Todo esto es simple, se trata de amar. Sí, amar. Pero no quiero que amemos con todo, quiero que aprendamos a amar con nada.

El mismo Jesús nos enseñó a hacerlo de tres maneras diferentes, tres maneras que cambiaran la manera en la que nos entregamos a amar, así como el amó.

Amemos con nada que demostrar

Aprendamos a despojarnos de las caretas, de fingir. No sé porque luchamos una y otra vez con auto-castigarnos a nosotros mismos por aprobación, tratamos de amar con todo, pero un todo ficticio, uno fingido. Un todo que no cuenta, uno forzado.

Si tan solo fuésemos capaces de amar como Jesús, sin miedo a tener que demostrar quienes somos para ganarnos un lugar, dejando que los que debían florecer a su lado lo hicieran y no simplemente esto, sino que lo hicieran de la manera más grandiosa posible, un amor que no reclama ser visto, uno que se centra en la abnegación y no en el egoísmo.

Jesús se encargó de amar a todos sin sentir la presión de demostrar algo para llegar a ser el centro de atención, no sintió la necesidad de proyectar superioridad sobre nadie, mas bien, se proyectó como el servidor de todos.

Solo un amor tan grande como el de Jesús no necesita demostraciones para ser aceptado, no necesitamos probarlo para ver si nos convence; como cuando probamos una marca nueva de algún producto en el supermercado. Es tan sencillo y simple que hasta el más pobre lo puede recibir y dar en toda su expresión.

Amemos con nada que perder

Jesús definitivamente no amó con miedo a perder reputación o popularidad, Él tuvo muy claro que su misión era servir y no ser servido, esto le dio la gran oportunidad de enfocarse en dar y no en obtener. Como siervo que se presentó, no tenía derechos que perder.

Si tan solo amaramos sin miedo a perder, a perder lo que no es nuestro. Si tan solo fueras consciente de que el amor que das no es tuyo sino un reflejo del amor del Padre por su pueblo.

Sin tan solo a la hora de amar no tuviésemos una actitud de niños, de niños pequeños que se aferran a un juguete del cual no pagaron ningún precio. Si entendiéramos que el amor que nos transformó a nosotros es tan grande que alcanza para todos, todo sería diferente.

Muchos le temen a quedar sin nada material, a perder todo lo que tienen, yo considero que deberíamos preocuparnos por perder el amor del Padre, por quedar sin su abrazo y su calor.

Si entendemos que no tenemos nada que perder, que vos no creaste el amor y que no tenés autoridad para determinar a quién amar y a quién no.

Si tan solo lográramos entender que el darle amor a alguien no nos quita nada, así no daríamos amor pensando que cada abrazo y sonrisa es un descuento en la cuenta del banco o un gasto de caridad personal.

Que sabemos nosotros de amor, si al final no fuimos nosotros los que estuvimos dispuestos a morir para que hoy tengamos vida.

Amemos con nada que esconder

De vuelta al maestro perfecto del amor completo y pleno, Jesús.

Jesús amó sin una fachada engañosa, no amó con una imagen errónea de él o de sus acciones, se mantuvo vulnerable, auténtico y transparente, se regocijó con las victorias de sus discípulos y nunca persiguió su propia fama.

Lastimosamente hemos llegado al punto en el que amar es sinónimo de mentir, el amor más genuino no viene del que más seguidores tiene en su Instagram o del que más likes recibe por sus fotos.

El amor no tiene nada que esconder y va a ser profundamente penetrante cuando lo experimentes y simplemente no volverás a dar amor de la misma manera.

Sí, estamos un poco contaminados con un amor quebrado y no restaurado. Lo que me duele es saber que este modelo se reproduce día tras día, que sigue lastimando y que parece crecer y alimentarse del daño que provoca.

El amor no se prueba, se experimenta. El amor es como el agua del jardinero quien riega las vidas de tantas relaciones a su alrededor, a quien lo da no le importa si recibe una espina, mientras la rosa florezca como la más grandiosa de todo el jardín.

Si tu amor fuera un amor de nada, veríamos más relaciones florecer, más profundas, más verdaderas, más reales, más genuinas, más como Jesús.

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Joe Álvarez
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