No es una simple taza

Hablemos un poco de café

Joe Álvarez
Inquebrantablemente Roto
5 min readJun 6, 2020

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Todos los que me conocen saben lo que disfruto una taza de café, un buen café siempre agrega un plus a la situación, al entorno o al como me siento. Disfruto tener una taza de café conmigo siempre que platico por horas con amigos. Una taza de café en un día lluvioso y frío: simplemente glorioso.

Antes de salir de mi apartamento cada día o bien, antes de comenzar con mis obligaciones siempre preparo café, y al finalizar el día cuando llego cansado y ya no doy más una taza de café siempre me acompaña, ya sea para respirar profundo y relajarme tras el día ajetreado o para tomar nuevas energías y seguir.

Hace algunos meses luego de una mañana ajetreada en el hospital y preparándome para una tarde-noche llena de clases en la universidad pasé a una de mis cafeterías favoritas en la zona (una que extraño mucho por cierto) y una de las chicas que atendía con una gran sonrisa en el rostro solo me miró y dijo: Joe, ¡te estábamos esperando! Sin preguntar más, solo preparó una taza de café perfecta; ya no tenía que decirle como me gustaba el café, ella hacía para mí una taza de café única, no estaba en el menú del lugar. Era mi taza de café especial.

La historia no queda ahí, luego de salir de la cafetería y rumbo a la clase que tenía que tomar, mi Gran Amigo me habló, fuerte y claro. Tras tomar un sorbo de café, respirar profundo y sentir la brisa fría de la época lluviosa. Solo escuché: sé el mejor grano de café.

Sí, sé el mejor café

¿Por qué?

Hay un relato que me encanta y que es el originario de toda esta loca historia del café.

La historia es sobre el único hombre perfecto que a caminado sobre esta tierra, mi Maestro. Un día este hombre empezó a hablar a sus amigos sobre lo que él anhelaba lograr en la tierra y para ello necesitaba la ayuda ellos pero, más allá de solo necesitar de su ayuda, él quería que ellos dieran lo mejor de sí para lograr la misión.

Y comenzó la historia: “Yo Soy la Vid Verdadera, y mi Padre es el Labrador” pero este gran hombre, mi Maestro en esta tarde fría aprovechó la taza de café que tenía en mis manos para darme la misma gran lección que le dio a estos hombres años atrás.

Sí, aunque suene raro. Nunca he visto una Vid, pero si he ido a plantaciones de café. Y él usó eso para enseñarme.

Jesús ha llegado a ser como esa planta de café en mi vida.

Él continuó hablando a mi corazón mientras caminaba hacia el salón de clases: toda rama que en mí no da granos se corta; pero toda rama que da granos se poda para que el grano sea mayor.

Vos has sido purificado y limpiado por mis enseñanzas. Si permaneces en mí, yo voy a permanecer en vos. Al final, ninguna rama de café puede producir granos sola, necesita ser parte de la planta. Así, vos no podés dar nada bueno sino estás en mí y permaneces en mí.

Nuestro Padre, es glorificado cuando produces mucho fruto y mostrás que sos mi discípulo en la manera en la que amás a las personas que tenés a tu alrededor, porque nadie podrá amar como vos lo hacés, porque la esencia de mi amor está en vos.

¿Por qué dije que Jesús ha llegado a ser como una planta de café en mi vida?

Bueno, el café se disfruta y puede llegar a cambiar un el frío, la lluvia y la tormenta en una combinación asombrosa, puede darte las energías para iniciar el día lleno de actitud o para continuar una tarde larga y con arduo trabajo por hacer.

El café puede hacer que las conversaciones con amigos lleguen a puntos profundos e insólitos permitiendo compartir más allá de una simple plática pero, esto lo logra un buen café no cualquier café.

La planta de café (Jesús) anhela que cada grano (nosotros) sea de calidad, para que la esencia que los otros perciban sea inexplicable, su olor sea grato y anhelado en un lugar y su sabor pueda cambiar el día frío y gris de alguien en un día cálido y lleno de buenos momentos.

Al final, ¿qué es lo que un buen grano produce? Pues, buen café.

Desde ese día me propuse ser el mejor café de las personas que estuvieran a mi alrededor, sé que lo que estoy dándole a los demás es la esencia de la planta (de Jesús), el café líquido (su amor) solo puede servirse a través de granos que han pasado por distintos procesos de secado, tueste e incluso pasan por el molino para que lo que vos y yo recibamos sea la esencia máxima de la planta.

Te puedo asegurar que nunca he visto presencialmente la planta que produjo los granos de café que me han permitido deleitarme en la taza de café que me estoy tomando en este momento. Así, nunca he visto presencialmente a Jesús, pero pude disfrutar de su amor por alguien más que se esmeró en ser un buen grano de café y traerme la grandiosa majestad de Jesús a mi vida y permitirme probarla GRATIS.

Te puedo asegurar también que hay muchos distintos tipos de café, muchos de ellos son muy malos, baratos y de mala calidad, quizá el grano no pasó por tantos procesos o tan rigurosos como para garantizar una buena taza de café o en la mayoría de los casos la planta de café no es la mejor. Al final ellos no logran competir con el café de calidad.

En la ciudad en la que vivo hay muchas cafeterías, pero visito las mismas siempre por el mismo motivo: el café que probé en ese lugar no se iguala a ningún otro.

Creéme, si estás siendo un buen grano de café estás llevando la esencia máxima del amor de Jesús a la vida de todos los que están a tu alrededor, y sí, tenés que pasar por la poda, hay que pasar por el proceso de secado y tueste e incluso quitar todas aquellas imperfecciones que pueden hacer que la taza de café final no sea de la calidad esperada. Así, el amor que des no será igualado a ningún otro y no porque seamos grandes granos de café.

Al final, la importancia del grano se reduce en reflejar la máxima esencia de la planta.

Es por eso que el café es tan especial, porque me ayudó a comprender una gran lección de mi Maestro. No es la única, ni es la totalidad de la enseñanza. Podría escribir más de ello si quisieran leerlo, él me ha enseñado muchísimo más a través de lo cotidiano, de lo que tenemos día a día en nuestras manos.

Espero que el aroma que se desprende de vos sea anhelado, restaurador e incluso sanador (porque huele al sacrificio de Jesús).

Para terminar, solo te puedo decir: Sé un buen grano y preocúpate por ser un café de calidad, uno que refleje la esencia de la planta de la que proviene.

Antes de despedirme por completo, te quiero dejar un vídeo corto de 2 min por si gustas verlo.

¡Gracias por leer el artículo!

De corazón te pido que si ha sido de ayuda para vos, no dudés en compartirlo con tus amigos y familia. Y porqué no, hazme saber si querés unirte a esta gran aventura.

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Joe Álvarez
Inquebrantablemente Roto

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