El Síndrome Del Impostor En El Escritor.

La perspectiva que tienes sobre ti como escritor, importa.

Aranza Sánchez Romero
Insiders Stories
5 min readSep 14, 2020

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Photo by Chris Spiegl on Unsplash

“Tengo un sentimiento de inconformidad hacia mí y lo peor es que éste aumenta día a día. A veces pienso: ‘En algún momento, ¿la gente se va a dar cuenta que soy un fraude total?’ No merezco nada de lo que he logrado durante los últimos años”.

Esto es un fragmento de una entrevista realizada a Emma Watson en el 2003, para la revista Rookie.

No es para nada extraño. Muchas personas experimentan el síndrome del impostor sin siquiera saberlo. Y muchas más alimentan pensamientos sobre no sentirse suficientes.

¿Eres escritor? Seguramente has escuchado esta pregunta. Y parece que es más difícil resolverla entre menos experiencia crees tener.

Básicamente, el síndrome del impostor consiste en no creerte capaz de reconocer tus logros y atribuirlos en vez, a un golpe de suerte. Si no frenas esto a tiempo, puede convertirse en una fuente inagotable de autosabotaje ya que vivirás constantemente con miedo a ser “descubierto”. Te ves a ti mismo como un fraude.

Escribir es una actividad muy intuitiva y por lo tanto, subjetiva. No hay nada allá afuera que te ayude a identificar estrictamente cuando un texto es de buena calidad. Aprender a identificar un buen texto depende en gran medida de tu experiencia y de lo que te ha funcionado o no. Puedes recibir consejos de millones de escritores que sin duda te serán útiles, pero a final de cuentas tendrás que descubrir tu propia forma de escribir y tendrás tu lista única de experiencias. Como escritor es muy fácil autonombrarse fraude, porque no hay nada que te acredite más que la experiencia. Y ésta es muy variable.

Cuando comenzamos a escribir pocas veces alcanzamos a dimensionar el gran esfuerzo que se requiere para dedicarse a esto, es con el paso del tiempo y con los múltiples rechazos -que todo escritor ha sufrido- que percibimos que nos estamos metiendo en un lugar que requiere de un trabajo titánico. Es en este contexto que puedes llegar a sentir que no tienes el talento para escribir. Pero esto es una gran mentira. Saber escribir no es algo que viene dado a unas cuantas personas, es algo que debes ejercitar para hacerlo tuyo.

Gran parte de los escritores concuerdan que para poder llegar a vivir de la escritura hay un momento previo en el que parece que no somos notados.

Si te menosprecias porque piensas que hay otros que están muy por delante de ti, vas a perder. Porque por supuesto que hay personas con mucha más experiencia que tú. Lo que no es verdad es que esto te hace menos capaz; sólo significa que estás en otro punto del proceso.

La curva de aprendizaje.

Si decidimos empezar a escribir entraremos en lo que se conoce como curva de aprendizaje. Este concepto es muy conocido en el mundo empresarial pero puede aplicar a cualquier persona que esté aprendiendo algo nuevo.

La curva, expresa el aprendizaje obtenido durante un lapso de tiempo. Por ejemplo, en el caso de una empresa, es útil para poder llevar el seguimiento de un nuevo empleado y el tiempo que éste tarda en aprender e incorporarse. Se parece un poco a esto:

The Learning Curve.

(La línea horizontal marca el tiempo, mientras la línea vertical los logros que se han alcanzado)

Este concepto da un detalle importante. Es el hecho de que dentro de él se toman en cuenta los errores que se van a cometer -especialmente al principio- y la forma en que irán disminuyendo conforme pase el tiempo.

De igual manera, todo escritor empieza siendo totalmente inexperto y ajeno al campo laboral. Los malos textos, los rechazos y las críticas estarán presentes desde el primer momento, incluso cuando ya hayas alcanzado cierto nivel de experiencia. Y es durante esta curva de aprendizaje en donde tanteamos el terreno, donde surge la pregunta, “¿Estaré en el lugar correcto?”.

Conforme vayas avanzando sabrás muchas más cosas, y podrás adquirir más experiencia. Quizá ya no tendrás los mismos errores que antes, pero habrá muchos nuevos. El aprendizaje nunca cambia y equivocarse es parte del proceso, por lo que creer que eres un fraude no es algo realista.

Lo que nos decimos.

“Fue pura suerte”

“Si yo pude hacerlo, cualquiera puede”

“Lo dicen porque están tratando de ser amables conmigo”

O literalmente piensas, “soy un fraude”.

Estos son los pensamientos que te vienen a la cabeza cuando experimentas el síndrome del impostor. Identificarlos es clave. Entender que están ahí como un juego al que te está sometiendo tu propia mente es determinante.

Sentarte a escribir no sólo se trata de creatividad, sino de saber identificar los momentos por los que vas pasando mientras aprendes a hacerlo.

El síndrome del impostor es mucho más común cuando apenas estamos aprendiendo, pero en realidad puede presentarse en cualquier momento: frente a un logro, una propuesta de trabajo o el famoso bloqueo del escritor.

Es interesante a dónde nos puede llevar el bloqueo del escritor. Todos conocemos esa sensación de estar frente a una hoja en blanco sin saber cómo empezar. Y cuando finalmente te decides a hacerlo descubres que nada de lo que has escrito te gusta. Es como si las palabras se te hubieran acabado y la frustración llega a ser tal, que piensas que quizá ya has dicho todo lo que tenías que decir.

Pero pasan los días y esta sensación se acaba. La escritura está llena de esos momentos. Pero si los sabemos aprovechar pueden ser detonantes de preguntas importantes sobre qué estamos haciendo.

El camino que tomamos.

Quizá no estás siendo tú mismo. Tal vez te falta tener más confianza en lo que haces. No importa la razón, sino lo que estés dispuesto hacer para cambiar la perspectiva que tienes sobre ti mismo. Porque lo creas o no, lo es todo.

Aquí hay algunas cosas que pueden ayudarte:

  • No trates de crear textos perfectos. No existen, la realidad es que siempre puedes dar más. Empeñarte en escribir perfecto puede ser contraproducente.
  • Celebra tus logros. No rechaces tus logros. Sal con tus amigos, ve a cenar, escribe más.
  • Ocúpate en vez de preocuparte. Convierte pensamientos en acciones. Si te preocupa la calidad de tu escritura invierte en tu aprendizaje y observa a otros.
  • No te culpes a ti mismo.
  • Háblale a tu mente. Observa la forma en cómo te hablas a ti mismo.
  • Analiza cuánto vale tu trabajo. Si lo que escribes es fruto de dedicación y esfuerzo siempre habrá personas dispuestas a pagar por leerte.
  • Recuerda por qué escribes.

Escribir es una vocación, elegimos hacerlo porque nos apasiona. Lo maravilloso no es únicamente cuando vemos los frutos de nuestro trabajo, sino también cuando aprendemos.

Pensar que eres un fraude no es realista. Al único que engañas es a ti mismo.

Invierte y cree en lo que puedes hacer. Porque puedes hacerlo.

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Aranza Sánchez Romero
Insiders Stories

Content Editorial Manager in an cool agency 👩🏻‍💻 / Mexican Philosopher 🇲🇽 / Crazy about Creator Economy 📱