La corrupción en tiempos de cambio climático

Por: Brice Böhmer / Global Lead Climate Governance Integrity, Transparency International

Publicado originalmente en: https://www.liberation.fr/debats/2019/12/24/cop25-un-echec-du-a-la-corruption_1770859

Foto: Markus Spiske / Unsplash

La COP25, que se celebró en Madrid desde el 2 hasta el 13 de diciembre de 2019, concluyó con acuerdos débiles sobre las formas en las que se debe trabajar para reducir la crisis más importante de estos tiempos. La Cumbre, además, coincidió con el Día Internacional Contra la Corrupción. Tomando en consideración las negociaciones que tuvieron lugar en Madrid, se puede afirmar que es preciso hacer hincapié en la necesidad de un cambio de perspectiva, y prestar atención y focalizar adecuadamente la relación que existe entre la corrupción y la crisis climática.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de corrupción?

“Corrupción” es un término que se utiliza ampliamente en la actualidad y algunas de sus manifestaciones son muy conocidas. Pero todavía no se comprenden en su totalidad sus orígenes y, por lo general, los problemas reales quedan desatendidos. Transparency International define la corrupción como “el abuso del poder para obtener beneficios particulares”. Pero, ¿qué estrategias se deben seguir para hacer el trabajo político y, al mismo tiempo, denunciar las implicaciones de las grandes negociaciones que se hacen a puertas cerradas? ¿Cómo mantenerse firmes para proteger un manglar cuando el Presidente y su familia se pueden beneficiar directamente de otros negocios a través de los sobornos? En Francia, un asunto similar condujo a la renuncia del exministro de Ecología, Nicolas Hulot: a pesar de su posición política en el país y su popularidad entre la ciudadanía, Hulot llegó a la conclusión de que no podía cumplir con su labor porque su voz era silenciada por el poder de los lobbies.

En muchos contextos, hablar de corrupción es muy difícil. En varios escenarios de la COP25 se podía sentir la tensión cuando salían a relucir estos asuntos. ¿Por qué la ambición queda relegada cuando ya se saben las soluciones, cuando existen las tecnologías y el dinero para lograrlo?

El rol de la influencia indebida en la falta de ambición climática

Una de las manifestaciones más sutiles de la corrupción es la influencia indebida: grupos de interés a menudo hacen uso de mecanismos legales para ejercer influencia en el proceso de toma de decisiones.

Algunos medios han denunciado que varias de las compañías más contaminantes en España pagaron 2 millones de euros para convertirse en patrocinadoras “diamante” de la COP. A cambio de su financiación, no solo obtuvieron incentivos fiscales, sino que también contaron con espacios de exhibición en el área de stakeholders. La industria de los combustibles fósiles ejerce una influencia desproporcionada sobre el proceso de elaboración de políticas. También se ha señalado que las cinco compañías más grandes de petróleo y gas han invertido más de mil millones de dólares en los tres años que siguieron al Acuerdo de París para realizar actividades engañosas de promoción de marca y lobby en relación con el clima. Muchos de estos lobistas fueron acreditados como “observadores” en la COP: este año, le otorgaron 8 acreditaciones a una presunta organización que es escéptica con el cambio climático. Transparency International, que representa un movimiento de la sociedad civil en más de 100 países, solo recibió 6.

Hay un “marco de transparencia”, pero ¿dónde está la rendición de cuentas?

El Acuerdo de París creó un “marco de transparencia”, conforme al cual todos los países deben reportar sus acciones e información financiera. Pero no se llegó a ninguna conclusión sobre este punto en la COP25: no existen acuerdos, formatos o cronogramas comunes para presentar los informes.

De manera similar, las decisiones sobre las normas contables de los mercados del carbono se pospusieron para la COP de 2020, que se realizará en Glasgow. En relación con estos asuntos tan importantes, la investigación que sustenta cumbres como la COP están también en riesgo de conflictos de intereses. La corrupción y las violaciones a los derechos humanos afectaron el Mecanismo de Desarrollo Limpio, el modelo de los mercados de carbono que se definió en el Protocolo de Kioto. En la COP25, varios investigadores de Harvard aseguraron que no existía corrupción en esos mercados de carbono, y que el exceso de legislación podía convertirse en una barrera para que los mercados se autorregularan. Curiosamente, Harvard es una de las pocas universidades que recibe cada vez más dinero de las compañías de gas y petróleo, incluso para realizar investigaciones sobre estas temáticas.

Estos conflictos de intereses no solo se pueden conseguir en negociaciones internacionales. También están afectando a los Estados debido a las regulaciones débiles sobre el financiamiento de las campañas y el lobby.

Descolonizando nuestro enfoque sobre la naturaleza y el planeta

La forma en la que funcionan nuestras economías actualmente es el resultado de la colonización. La globalización, además, impone todo su peso social y ambiental en el sur del mundo. Los países continúan exportando contaminación y expoliando los recursos. La corrupción es, con frecuencia, un facilitador de estas actividades, que finalmente afectan en mayor medida a los grupos más vulnerables. Pero la naturaleza no es un recurso al que siempre se le puede asignar un precio.

Los pueblos indígenas están con frecuencia en la primera línea de defensa de la naturaleza. Cada día son asesinados tres indígenas, y, de acuerdo con el Relator Especial de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, muchos son perseguidos. Un estudio reciente reveló que el estado de derecho y los índices de corrupción están vinculados con los patrones de asesinatos de defensores ambientales. Miguel Guimaraes, de Ucayali-Perú, ha recibido amenazas de muerte por denunciar “una red de corrupción entre políticos locales y empresas, muchas de ellas registradas en Bermuda”.

Solo 3% de la población vive en países en los que existe una apertura del espacio cívico, y la tendencia en muchos países es a la reducción de este espacio. Cuando denunciar los intereses poderosos y la corrupción se convierte en un peligro, la gente y el planeta son los que más pierden.

Una década después de COPengahue

Hace 10 años se celebró esta cumbre en Copenhague y algunas cosas han cambiado. En primer lugar, tenemos un compromiso global: el Acuerdo de París. Pero, por otro lado, transcurrieron dos semanas de esta COP sin mayores progresos. Como comentó un delegado, pareciera que el rol de los negociadores es planificar la próxima reunión.

Pero también tenemos una impresionante movilización ciudadana y ejemplos de buenas prácticas. En Asia, organismos de supervisión reivindican su poder: la agencia anticorrupción KPK, en Indonesia, sanciona a políticos que están involucrados en crímenes ambientales; los parlamentarios de India organizan audiencias públicas en los lugares en los que se desarrollan proyectos climáticos, para compensar los daños. En América Latina y el Caribe, el Acuerdo de Escazú, aprobado recientemente, garantiza el acceso a la información ambiental. En Europa, el nuevo Acuerdo Verde incluye el reconocimiento de la “deforestación importada” y la necesidad de mejorar la gobernanza de los bosques. En África, el Grupo de Trabajo por la Integridad REDD+ es un organismo que incluye a múltiples actores y que pretende mejorar la integridad en el manejo de los bosques.

Reducir el cambio climático implica reducir la corrupción

La corrupción es una causa y un factor agraviante de la crisis climática. Necesitamos con urgencia garantizar que las políticas climáticas sirvan a los intereses de todas las personas y del planeta, y no a unos pocos intereses privados. La buena gobernanza debe ser la piedra angular del Acuerdo de París si queremos avanzar en los esfuerzos contra el cambio climático.

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