Alternativas al castigo

Eres un padre o una madre que se encuentra haciendo la compra en un supermercado con su hijo. El chico comienza a correr por los pasillos, tocándolo todo, soltando el carrito, quitando las cosas de su sitio… ¿Cuál sería tu reacción?

Lo más común es que te venga a la cabeza alguna forma de regañarlo, usando el castigo como una herramienta para que aprenda que lo que hace no está bien. Pero, ¿por qué castigamos?

En el libro de Adele y Elaine se habla sobre una terapia de padres donde se les hizo esa pregunta. Entre sus respuestas, resaltaron que castigar es el método más efectivo, o que realmente no saben de otro método al que acudir. Uno de los padres dijo: “Si no castigo a mi hijo, ¿cómo aprenderá que lo que hace está mal?”, y otro comentó: “A veces me siento tan impotente, que no se me ocurre nada más”.

Seguidamente se les preguntó qué sentían cuando de pequeños ellos eran castigados. Muchos destacaron la impotencia o la fantasía de poder vengarse en algún momento, y es que, esos sentimientos, junto con el odio, la culpabilidad o la autocompasión es lo que conlleva usar el castigo como método de aprendizaje.

La realidad es que, al usar esta salida, el niño no va a tener oportunidad de experimentar las consecuencias de sus actos. El castigo deforma la realidad del niño, genera ansías de venganza y no va a hacer que asuma y aprenda de sus errores.

A la hora de cambiar el hábito del castigo, nos ofrecen hasta siete alternativas distintas, como señalarle alguna manera de ser útil cuando esté tocando todas las cosas del supermercado. Se podría cambiar de un castigo a darle alguna actividad productiva, como que simplemente vaya a coger unos limones para la compra, por ejemplo.

En otra situación, donde el niño estuviese corriendo por los pasillos, la alternativa podría ser expresar una censura rotunda sin atacar el carácter del niño, es decir, explicando lo molesto que es para los clientes que corra entre ellos sin atacarlo directamente.

Otro ejemplo importante que es aplicable a muchos aspectos del crecimiento del niño es darle opciones. Imagina que eres un padre o una madre que le ha prestado una prenda a su hijo para una ocasión especial, y cuando ha vuelto, la ha dejado tirada en su habitación sucia y arrugada. En ese caso, la alternativa a un castigo por la acción cometida es describirle el acto que ha cometido mal, y se le dan dos opciones, que mejore el trato que les da a las prendas, o que las deje de usar. En el caso de persistir en su comportamiento, ahí sí debemos tomar medidas, como evitar que las use durante un tiempo.

Esta última alternativa es muy útil para que aumente la autonomía del niño, ya que hacemos que tome decisiones y consiga pensar por su cuenta. En situaciones diarias, si en vez de elegir nosotros su ropa, dejamos que tenga opciones entre las que vestirse, o cuando estemos en un parque, dar más de una actividad para realizar, y que decida cuál prefiere. Estos pequeños pasos pueden repercutir de forma positiva a la hora de hacerlo un individuo independiente y responsable en aspectos futuros.

Información obtenida del libro ‘Cómo Hablar Para Que Sus Hijos Le Escuchen Y Cómo Escuchar Para Que Sus Hijos Le Hablen’ de las autoras Adele Faber y Elaine Mazlish.

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