CUERPO-SALUD-EMOCIONES

Antes de que llegará la sociedad rápida y científica que caracteriza nuestro siglo, fueron muchos los médicos que se preocuparon por el papel de la mente en el desarrollo de enfermedades físicas, en cómo las emociones y sus correspondencias fisiológicas afectaban al cuerpo, así como los tumores cancerígenos.

Y…no es que ahora esté en desuso, sino que quizás, debido al avance de la “bendita ciencia”, la mente y las emociones han pasado a un segundo plano en la medicina de la actualidad.

Después de estos médicos más intuitivos, que tenían necesidad de relacionarse con el paciente y los familiares para buscar la causa de las afectaciones, el estudio del cáncer se dirigió a factores externos, fuera del organismo, lo que amplió mucho el conocimiento de estas afectaciones y en muchos casos, aceleró el proceso de la cura. Pero ya sea porque el cáncer se produzca desde el exterior o desde el interior de la persona, lo que parece claro es que no hay una línea clara entre cuerpo, mente y mundo que nos rodea.

Por ello ha vuelvo a crecer la importancia de fijarse no solo en la contaminación, el tabaco o los alimentos en la formación del cáncer y otras enfermedades, sino también a de que manera percibimos el mundo, cuál es nuestra actitud hacia las cosas que nos pasan, cómo vivimos nuestras vidas y cuánto estrés tenemos. Y es que, parece que los estudios han ido confirmando que las emociones estresantes tienen una fuerte influencia en el desarrollo de diversas enfermedades, entre ellas el cáncer.

Entonces… ¿por qué nos estresamos si es malo para la salud?

La cuestión está en que estresarse es una cuestión evolutiva, nos ayudaba a luchar o a huir en caso de peligro. La respuesta fisiológica que produce el estrés es muy beneficiosa si tenemos que salvar nuestra vida en un momento dado, pero esta liberación de hormonas, entre otros, enferma nuestro cuerpo si no es moderada o no tiene un fin. Y este es uno de nuestros principales problemas, que estamos siempre estresados continuamente, varias veces al día, todos los días, aunque ya no haya ningún peligro a la vista…

Sin embargo, podemos reducirlo si tomamos algunas medidas como:

  • Recuperar tus vínculos. Pasando tiempo con tu pareja, amigos, hablando con tus padres, escuchando a los que te rodean… Todo ello mejora la presión arterial, reduciendo así los niveles de estrés, ansiedad, depresión etc
  • Deshacernos de las personas tóxicas, problemas en mente o traumas del pasado.
  • Vivir el presente y acuerdo a nuestros principios.
  • Practicar algún deporte y cuidando nuestra alimentación.
  • Volver a la naturaleza (Hacer Mindfulness o yoga en un lugar natural).

REFERENCIAS:

Sarmiento, S. (2011). La influencia de las emociones en nuestro cuerpo y salud. Madrid: Cjnetten: Psicólogos de Madrid.

Abramson, L. Y., Seligman, M. E., Teasdale, J. D. (1978). Learned helplessness in humans: critique and reformulation. Journal of Abnormal Psychology, 87(1), 49–74.

Barlow, D. H. (2002). Anxiety and its disorders: The nature and treatment of anxiety and panic. New York: Guilford Press.

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