Disonancia cognitiva

El psicólogo Leon Festinger propuso la teoría de la disonancia cognitiva, la cual explica la necesidad que tenemos las personas de que nuestras creencias, actitudes y conducta sean coherentes entre sí, evitando contradicciones entre ellas. Cuando existe incoherencia entre esos elementos, muchas personas sienten incomodidad, tensión o ansiedad. Este malestar puede llevar a un intento de cambio de la conducta o a defender sus creencias o actitudes (llegando al autoengaño) para reducir esa sensación.

La disonancia cognitiva puede ser resuelta de distintas maneras, pero muchas veces optamos por manipular nuestras propias ideas y creencias para hacer que haya consistencia entre ellas, aunque esa consistencia es solo aparente, por lo que no es una solución real para el problema.

L. Festinger, junto a J. M. Carlsmith diseñaron un experimento para comprobar si el hecho de tener poca motivación extrínseca (motivación en la que los incentivos o refuerzos, tanto positivos como negativos, son externos y se encuentran fuera del control de la persona) para justificar un comportamiento que va en contra de nuestras actitudes o creencias, provoca que cambiemos de opinión para racionalizar nuestras acciones.

Para el experimento, pidieron a unos estudiantes, divididos en tres grupos, que realizaran una tarea que evaluaron como muy aburrida. Más tarde, se le pidió a los sujetos que les dijeran al siguiente grupo que ésta había sido divertida, por lo que tenían que mentir. Al grupo 1 se le dejó marchar sin decir nada al nuevo grupo, al grupo 2 se le pagó 1 dólar antes de mentir y al grupo 3 se le pagó 20 dólares. Una semana más tarde, Festinger llamó a los sujetos del estudio para preguntarles qué les había parecido la tarea. El grupo 1 y 3 respondió que la tarea había sido aburrida, mientras que el grupo 2 respondió que le había parecido divertida.

Los investigadores concluyeron que la gente experimenta una disonancia entre las cogniciones en conflicto. Al recibir sólo 1 dólar, los estudiantes se vieron obligados cambiar su pensamiento, porque no tenían otra justificación (1 dólar era insuficiente y producía disonancia cognitiva). Sin embargo, los que habían recibido 20 dólares tenían una justificación externa para su comportamiento, y por tanto experimentaron menos disonancia. Estos resultados confirman la hipótesis inicial de Festinger y Carlsmith.

Por otra parte, Anastasio Ovejero realizó un estudio y concluyó que, respecto a la mentira, “Es necesario entender que los sujetos por lo general viven en consonancia cognitiva entre su pensar y actuar y si por algún motivo no pueden ser congruentes, intentarán no hablar sobre los hechos que generan la disonancia, evitando así aumentar ésta y buscarán reacomodar sus ideas, valores y/o principios para así poder autojustificarse, logrado de esta manera que su conjunto de ideas encajen entre sí y se reduzca la tensión”.

Una de las maneras de pillar a un mentiroso es provocando un aumento de la disonancia cognitiva, para detectar las señales que le delaten. Por ejemplo, un vendedor que sabe que sus productos no son de buena calidad, pero los sigue vendiendo porque necesita el dinero. Ese vendedor se justificará internamente para reducir el malestar que le produce la disonancia cognitiva. El cliente, por su parte, podría observar una serie señales contradictorias si presiona lo suficiente al vendedor para lograr que aumente la disonancia cognitiva. Según Festinger, “Las personas nos sentimos incómodas cuando mantenemos simultáneamente creencias contradictorias o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos”.

Otro ejemplo de la disonancia cognitiva es el de los fumadores. Todos sabemos los efectos perjudiciales que tiene el tabaco, pero ¿por qué la gente sigue fumando? Saber que fumar es perjudicial para la salud pero seguir fumando produce un estado de disonancia entre dos cogniciones: “debo estar sano” y “fumar perjudica mi salud”. Pero en vez de dejar el tabaco, los fumadores buscan autojustificaciones como “de algo habrá que morir”. Este ejemplo muestra que a menudo reducimos la disonancia cognitiva distorsionando la información que recibimos. Si somos fumadores, no prestamos tanta atención a las pruebas sobre la relación tabaco-cáncer. Las personas no quieren oír cosas que les pongan en conflicto con sus más profundas creencias y deseos.

La teoría de la desvinculación moral (Bandura, 2002) analiza las herramientas que las personas utilizan para resolver la disonancia cognitiva ante comportamientos inmorales. Esta teoría se basa en uno o más de los siguientes cuatro mecanismos:

1) Justificación del acto inmoral: consiste en una reconstrucción cognitiva del acto inmoral, que se sostiene en un pensamiento que legitima la acción, ya que el logro de un objetivo mayor justifica el acto inmoral. Por ejemplo, un oficial de policía puede justificar la tortura de un presunto terrorista alegando que el objetivo de este acto inmoral es conseguir información para prevenir futuros ataques terroristas.

2) Negación y rechazo de la responsabilidad individual: el individuo que ha cometido un acto inmoral se percibe a sí mismo como si estuviera controlado desde el exterior y sin ningún tipo de responsabilidad sobre sus actos inmorales. También podemos encontrar casos en los que el individuo se percibe a sí mismo como una parte poco importante del grupo y que sus actos no tienen mayores consecuencias. Entre los ejemplos más comunes encontramos a las personas que no se preocupan por el medio ambiente porque nadie lo hace.

3) Negación y rechazo de las consecuencias negativas: el individuo dice que las consecuencias de su acto inmoral no perjudicaron a nadie. Cuando las personas no se enfrentan al sufrimiento de sus víctimas, su disposición para cometer actos inmorales aumentará.

4) Negación y rechazo de la víctima: el responsable de cometer un acto inmoral responsabiliza y culpa a la víctima. En los casos de violencia doméstica, una madre puede legitimar acciones violentas hacia su hijo diciendo que se lo merecía porque sacó malas notas.

En conclusión, la desvinculación es un proceso bidireccional de dos fases: primero, la legitimación ante uno mismo y el grupo social del que formamos parte; y luego, si esta legitimación es efectiva, la superación del estado de disonancia cognitiva por haber cometido un acto inmoral.

Bibliografía:

García-Allen, J. Disonancia cognitiva: la teoría que explica el autoengaño. Psicología y Mente.

Bietti, L. M. (2009) Disonancia cognitiva: procesos cognitivos para justificar acciones inmorales. Ciencia Cognitiva: Revista Electrónica de Divulgación, 3:1, 15–17.

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