Ejercicios de hipnosis

A continuación, os dejo una serie de ejercicios sobre hipnosis que he puesto en práctica, y os pueden servir a vosotros para llevarlos a cabo. Comentar que los últimos casos de hipnoterapia no los he llevado a cabo, pero me resultaban interesantes por lo que también os los dejo.

  • Ejercicio número 1 (previo).

Deseo que cierres los ojos para realizar un ejercicio muy breve.

Quiero que imagines una pizarra, que la cree. Puede ser negra o bien verde, como tú prefieras. Créela. La pizarra tiene una bandeja y en ella hay tizas y un borrador. ¿La ves? (Esperad la respuesta, y cuando se responda afirmativamente es cuando se puede continuar.).

Muy bien. Ahora coge una tiza y dibuja un círculo sobre la pizarra. ¿Lo has dibujado ya? (Esperad la respuesta afirmativa, y continuad.)

Bien. Ahora escribe la letra A dentro del círculo. ¿Lo has hecho ya? (Esperad la respuesta afirmativa, y continuad.)

Ahora borra la letra A del interior del círculo, pero no borres el círculo. Di cuando hayas terminado. (Esperad la respuesta).

Muy bien. Ahora borra el círculo y ve abriendo los ojos.

  • Ejercicio 2 (imaginación).

Se encuentra usted tumbada en un prado de hierba verde, a la luz del sol. Observe las flores que hay a su alrededor. La suave brisa acaricia su cuerpo. Observe la hierba y las flores a 30 centímetros por encima de su cabeza. Advierta cómo la brisa mueve la hierba con suavidad. Sienta el aroma de las flores. Ahora póngase de pie y mire en dirección al norte. Al final del prado se levanta una majestuosa montaña. Vamos a hacer una excursión a la montaña. A su derecha hay un pequeño río, inclínese para tocar el agua fresca, beba un poco de esa agua cristalina, pura y refrescante. El río parece bajar de la montaña, de modo que vamos a remontar su curso. Ahora llegamos a un estanque que está en el nacimiento del río. Aquí el agua es cálida. Como en este nivel mental somos todos expertos nadadores, vamos a nadar un rato. Sienta la calidez del agua mientras nada tranquilamente. Ahora es el momento de continuar nuestro ascenso a la montaña. Mientras lo hacemos, escuche el murmullo de los pájaros. Sienta el olor a pino. Mire las rocas que hay en la orilla izquierda (Pausa). Durante un rato, podemos ver el valle, y a la derecha, nuestro prado entre los árboles. Estamos a medio camino de la cima de la montaña. Vamos a detenernos un rato a descansar en esas rocas que están a la derecha (Pausa). Desde aquí podemos ver el prado en toda su extensión. Ha llegado el momento de continuar andando. Escuche las ardillas parloteando en los árboles. Por fin hemos llegado y podemos ver un profundo cañón del otro lado de la montaña. En lo alto de la montaña encontramos una señal que dice: «Pregunte lo que desee al cañón que está bajo sus pies, y encontrará la respuesta escrita en el cielo.» De manera que formule ahora mismo su pregunta y busque la respuesta en el cielo. Ahora puede usted preguntar alguna otra cosa. Vea la respuesta escrita allí arriba en el cielo. Es tiempo de regresar a nuestro prado. Observe cómo el sol comienza a descender entre las colinas allí a la izquierda. Debemos darnos prisa antes de que oscurezca. Ahora estamos a mitad de camino y nos detenemos a descansar en nuestra roca una vez más (Pausa). Desde aquí contemplamos el atardecer y seguimos nuestro camino hacia el prado. Escuche los sonidos de los pequeños animales nocturnos. Al pasar junto al estanque, vemos el reflejo de la puesta de sol en el espejo de su superficie. Sentimos la frescura de nuestro pequeño río cuando pasamos junto a él. Hemos llegado nuevamente a nuestro prado. Túmbese otra vez en la alta hierba. Sienta una vez más el aroma de las flores. Advierta que la hierba y las flores vuelven a su tamaño original en tanto nuestro prado y nuestra montaña desaparecen de nuestra vista. Y poco a poco ve abriendo los ojos.

  • Ejercicio número 3 (regresión).

Voy a iniciar una cuenta atrás del 10 al 1. Cada número que pronuncie lo sumirá en una relajación cada vez más profunda. Cuando llegue al 1, estará usted en una playa de arena blanca frente a un maravilloso océano azul. 10… 9… 8… 7… 6… 5… 4… 3… 2… 1. Ahora se encuentra usted en una playa de arena blanca frente a un bello océano azul. Es el océano de la vida, y se extiende sinfín frente a usted, hacia la derecha y hacia la izquierda. Está usted de pie sobre las arenas del tiempo, que se extienden infinitamente hacia su derecha y su izquierda. Ahora gire su cabeza y mire a su izquierda. Las arenas del tiempo se extienden hacia el futuro. Observe un banco de niebla en la playa que le impide mirar lo que hay tras él. Ahora gire su cabeza y mire a su derecha. Las arenas del tiempo se extienden hacia el pasado. Observe un banco de niebla en la playa que le impide mirar lo que hay más allá de él. En unos instantes vamos a caminar hacia la derecha en dirección al banco de niebla que está ocultando el pasado. En todo momento usted escuchará mi voz y seguirá mis instrucciones. Cuando le haga alguna pregunta, me responderá en voz alta. Ahora deseo que se dirija hacia la derecha y que atraviese las arenas del tiempo hacia el pasado. Introdúzcase en el banco de niebla. La niebla lo rodea completamente. Es fresca, agradable y revitalizante. Puede detenerse. Quédese quieto en medio de la niebla. Dentro de unos instantes contaré de 10 a 1, y con cada número que pronuncie lo conduciré cada vez más atrás en el tiempo mientras la niebla comienza a desaparecer. Cuando llegue a 1, la niebla habrá desaparecido y se encontrará usted en un episodio previo de su vida, si hubiera alguno, que tenga una relación directa e importante con su vida actual. Cualquiera sea la experiencia que reviva, la verá como si de una película se tratara. Estará completamente consciente de los detalles, de sus pensamientos y emociones, de quién es usted, de dónde se encuentra y de lo que está haciendo. Se dará usted perfectamente cuenta, como si fuera una película, de si goza o sufre, si siente pena o si está enamorado, será consciente de cualquier emoción o sensación que experimente. Será capaz de observarlo y describirlo. Ahora ve abriendo poco a poco los ojos.

  • Ejercicio número 4 (Manos entrelazadas).

Mantén tus ojos cerrados. Entrelaza tus manos fuertemente, manteniendo las palmas de estas unidas entre si. Ponlas encima de tus muslos. Concéntrate en tus manos y mantenlas unidas tan fuerte como te sea posible. Ahora, imagina que tus manos son dos piezas de acero que están soldadas entre si, de forma que es totalmente imposible separarlas. Tus manos están pegadas, tus manos están soldadas, tus manos están totalmente soldadas entre sí. Cuando yo te sugiera que separes las manos, éstas estarán tan pegadas que no podrás despegarías por mucho que lo intentes… porque tus manos están muy pegadas… efectivamente, muy pegadas. Recuerda que son como dos piezas de acero soldadas entre sí. Puedes sentir como si tus dedos estuvieran como tornillos. ¡Tus manos están duras, sólidas y rígidas!. Muy bien. Tus manos están completamente rígidas. Por lo que, por muy fuerte que intentes separar tus manos, éstas no te responderán y permanecerán totalmente unidas. ¡Es imposible que puedas separar tus manos!. Cuanto más trates de hacerlo, más difícil te resultará conseguirlo. Inténtalo (Pausa). Inténtalo. Pero verás que no puedes conseguirlo (dejar 5 segundos de pausa). Inténtalo con más fuerza… pero verás que no puedes conseguirlo (dejar 10 segundos de pausa). Ahora, ya puedes separar tus manos. Relájate.

  • Ejercicio número 5 (Sugestión de sed).

Mantén tus ojos cerrados. Ahora, imagina que acabas de finalizar un largo, muy largo paseo en un día muy caluroso. Tu cuerpo ha estado expuesto al sol abrasador durante muchas horas y, en todo este tiempo, no has podido beber ni una sola gota de agua. En consecuencia, tú no has sentido tanta sed en toda tu vida como la que estás sintiendo en este momento. Sientes cada vez más y más sed. Tu boca está muy reseca, al igual que tus labios y tú garganta. Para evitarlo, necesitas tragar saliva. Efectivamente, necesitas tragar mucha saliva. Necesitas humedecer tus labios. Sientes que tienes mucha sed. Muy bien, cada vez tienes más sed. Y sientes cada vez más sequedad en la boca y en la garganta. Tienes sed, mucha sed. Cada vez tienes más sed y notas tu garganta más seca. Tragas mucha saliva. Muy bien. Estás tragando saliva porque tu boca está cada vez más y más seca. Ahora, imagina que te bebes un refrescante vaso de agua (Pausa). Y poco a poco ve abriendo los ojos.

  • Ejercicio número 6 (Inmovilidad corporal).

Ahora, imagina que durante mucho tiempo tu cuerpo ha estado en la posición en que se encuentra en este momento. Imagina que tu cuerpo ha estado en esta silla. Tanto tiempo, ¡que te es imposible despegarte de ella!. Es como si la silla fuera una parte de tu cuerpo. Tu cuerpo por entero se siente muy pesado, rígido y sólido. Pesa más de una tonelada. Tu cuerpo está tan pesado que te es imposible moverte. Muy bien. Te es completamente imposible levantarte. Tu cuerpo está completamente pegado a la silla. Se ha convenido en parte de la silla. Cuando te sugiera que te levantes, no podrás hacerlo. Tu cuerpo está pegado a la silla. Cuanto más lo intentes, más fuertemente pegado lo sentirás a la silla y no podrás levantarte. Sientes una gran pesadez por todo tu cuerpo. Este se encuentra fuertemente pegado…no puedes levantarte. Tu cuerpo está pegado y pesado… Bien. Está pegado y pesado. Inténtalo… no puedes (dejar 5 segundos de pausa). Inténtalo de nuevo con más fuerza… no puedes (dejar 10 segundos de pausa). Ahora, ya puedes relajarte. Poco a poco ve abriendo los ojos.

  • Ejercicio número 7 (Sugestionabilidad grupal).

Intentar no apartar la mirada y vais a imaginar que es por la mañana, y nos acabamos de levantar. Tenemos somnolencia y estamos en el cuarto de baño lavándonos las manos.

Podéis intentar imaginar que nos hemos echado jabón y que notáis, pues, las manos húmedas. Vale. Pero a medida que estáis imaginando y oliendo ese jabón, os digo que os he engañado, y que no es jabón. ¡Es pegamento!.

Y ahora os vais dando cuenta como las manos empiezan a estar pegadas. Vais notando que se vuelve más viscoso, que se va secando y ahora entrelazáis los dedo. Los entrelazáis y este pegamento se va a secar. Lo colocáis en la frente (colocan las manos en la frente, entrelazadas, con el dorso pegada a la frente y abiertas) y apretáis bien las manos.

Las manos, los dedos, van a quedar pegados porque el pegamento se va a secar. Notáis precisamente como la piel queda adherida y el pegamento se seca. Los dedos firmemente entrelazados y el pegamento se van secando. 3…2… ¡Y 1!

Las manos están totalmente pegadas. Efectivamente. Totalmente pegadas. A partir de este momento es imposible despegar las manos. ¡No podéis! El pegamento se ha secado. Intentarlo (Pausa). Bien. No podéis.

Y mientras que permanecéis con los dedos firmemente entrelazados, sellados, el pegamento se seca totalmente. Las manos quedan totalmente adheridas. El resto del cuerpo lo podéis relajar, pero las manos están pegadas, totalmente pegadas, totalmente pegadas…

Sentís la respiración, los párpados se adormecen y ahora, cuando yo cuente tres, intentáis despegarlas, pero veis que no podéis.

¡Están totalmente pegadas! ¡Cuánto más lo intentéis más se pegan!

¡Uno!: Lo intentáis pero no podéis, no podéis. ¡Dos!: ¡Las manos están pegadas! ¡Cuánto más lo intentéis más se pegan! Y tres: lo intentáis, lo intentáis de verdad pero no podéis. ¡Las manos están pegadas totalmente! (Pausa). El que pueda despegarlo que lo despegue pero… imposible…pegadas…completamente pegadas… Ahora ir abriendo los ojos.

  • Ejercicio número 8 (sugestión- caída hacia atrás).

Nota: Os debéis colocar de pie y justo detrás de la persona que va a experimentar la hipnosis.

Cierra los ojos, voy a pedirte que dejes la cabeza, la nuca apoyada sobre el puño. (Por detrás, se debéis apoyar el puño en la nuca de la persona).

Todo el cuerpo, relajado, ojos cerrados, y quiero que mires hacia arriba.

Hacia este punto. Arriba, en tu frente, que yo estoy señalando con el dedo. (Con un puño apoyado sobre la nuca y tocando con la otra mano un punto entre las cejas mientras se va hablando).

Presta atención. El cuerpo suelto relajado, descansando totalmente sobre mi mano. Déjalo caer y abandonándolo. Contaré hasta tres y deslizaré el dedo hacia el lado derecho de tu cabeza. Irás sintiendo una fuerza, como una energía que te empuja hacia atrás.

Caerás fácilmente, relajada y suavemente hacia atrás. Vas cayendo…

Caes más y más relajada. Tu cuerpo cae. Tres…¡Dos!…¡Uno!

(Sube el tono de voz, y retira la mano. La persona cae y lo debes recoger).

Nota: es imprescindible que para este ejercicio se coja a una persona que no sea muy fuerte, porque hay que sujetarlo y por ende, tienes que poder con él o ella.

A continuación, os dejo unos casos de hipnoterapia llevados a cabo por William W. Hewitt. Me han parecido interesantes, por lo que los dejo para que los podáis leer.

EJEMPLO DE UN CASO DE CONTROL DE LA DIETA.

Caso contado por William W. Hewitt en si libro “Hipnosis para principiantes”.

Una mujer con exceso de peso me pidió ayuda para controlar su dieta. Su problema era una compulsión a comer palomitas de maíz. Las compraba en paquetes de 45 kilos y comía palomitas con mantequilla a todas horas, y para saciar su sed, bebía grandes cantidades de gaseosa. Obviamente, que la mantequilla, la sal y las gaseosas eran más perjudiciales para ella que las palomitas de maíz, aunque estas representaban el vehículo para ingerir los otros productos. De modo que lo oportuno era lograr que las palomitas de maíz no fueran de su agrado. Antes de hipnotizarla, intenté descubrir qué alimentos no le gustaban, pero parecía gustarle todo.

« ¿No existe nada que le resulte repulsivo?», le pregunté al borde de la desesperación.

«Bueno, sí», me respondió. Las plumas húmedas de los pollos me ponen enferma. No puedo soportar su olor. Mi padre me obligaba a matar y pelar pollos en contra de mi voluntad.»

Por fin había encontrado algo… plumas de pollo húmedas.

Practicamos varios ejercicios, siendo la clave el siguiente:

Mientras usted se siente flotar suave y dulcemente, relajándose cada vez más con cada respiración, deseo que centre su atención en la punta de su nariz. Manténgase indolentemente concentrada en la punta de su nariz hasta que llegue a un punto en el que solo escuche el sonido de mi voz, y, cuando llegue ese momento, puede olvidarse de su nariz y simplemente escuchar mi voz relajándose cada vez más. Mientras su atención esté fija en la punta de su nariz imagina que hay un gran cuenco lleno de palomitas de maíz frente a usted, pero han estado en contacto con plumas de pollo húmedas. Las palomitas huelen como las plumas. Ahora coja un puñado de palomitas y colóquelas en su boca (inmediatamente comenzó a tener arcadas y a sentir náuseas). Pensé que estaba a punto de vomitar. Cuando se marchó de la consulta y llegó a su casa se preparó unas palomitas. Fue entonces cuando vomitó. Cada día intentaba comer palomitas, pero el mero hecho de prepararlas le provocaba náuseas. Cuando volvió a la consulta para la tercera sesión, ya ni siquiera intentaba preparar las palomitas de maíz… había abandonado el hábito y estaba perdiendo peso. Al dejar de comer palomitas, abandonó también la gaseosa, la mantequilla y la sal. Cuando nos acercábamos a la sesión número 6 ya había perdido casi 9 kilos y se sentía muy bien. Le indiqué que agregara más fruta y verdura a su dieta. Había dejado de ser una adicta a las palomitas de maíz.

EJEMPLO DEL CASO DE MARÍA.

Caso contado por William W. Hewitt en si libro “Hipnosis para principiantes”.

María que entonces tenía once años, sentía un persistente dolor de su oído izquierdo desde hacía un tiempo debido a una grave infección. El médico le había recetado un medicamento para que la infección remitiera, pero el efecto estaba resultando muy lento y los analgésicos no calmaban el dolor. Mi esposa y yo estábamos de visita en su casa y pregunté a sus padres si me autorizaban a hipnotizarla para aliviar el dolor. Ellos estuvieron de acuerdo.

William: Pedí a María que se sentara frente a mí de modo que yo pudiera ver su oreja izquierda. « ¿Cuál es tu problema?», le pregunté.

María: Entre sollozos, respondió: «Me duele el oído.»

William: « ¿Quieres tú que te duela?»

María: «No.»

William: « ¿Te gustaría que el dolor desapareciera?»

María: Respondió afirmativamente con su cabeza.

William: «Cierra los ojos, María. Voy a ponerte la mano sobre la oreja pero sin tocarla». « ¿Sientes el calor de mi mano?» (La palma de mi mano derecha estaba sobre su oreja izquierda pero sin establecer contacto.)

William: «Muy bien. Ahora quiero que imagines que tienes un ojo interior que puede llegar a todas las partes del interior de tu cuerpo. ¿Puedes hacerlo?»

María: «Sí.»

William: Magnífico. Ahora mira con ese ojo dentro de tu oreja izquierda en el sitio exacto donde sientes el calor de mi mano. ¿Puedes ver el interior de tu oreja?»

María: «Sí.»

William: «Muy bien. Ahora imagina una energía muy intensa que sale de mi mano en dirección a tu oreja. Esta energía te ayudará.

William: Ahora quiero que ilumines el interior de tu oreja con tu propia energía. Ilumina la oreja con esa energía. Esa es tu energía curativa que hará desaparecer el dolor y curará el oído. ¿Lo has conseguido?»

María: «Sí.» Comenzó a sonreír.

William: «María, voy a contar hasta 3 y chasquearé mis dedos. Cuando lo haga, abrirás los ojos y ya no te dolerá el oído, no volverá a dolerte más. 1… 2… 3. Abre los ojos y te sentirás muy bien.»

María: Abrió sus ojos y sonrió. «Muchas gracias», me dijo.

El dolor se había desvanecido y ella salió a jugar. Este procedimiento duró unos dos minutos. Lo único que hice fue dirigir la increíble habilidad creativa de la niña para que solucionara la situación. Puntos relacionados con la técnica en este caso en particular:

Primero, preguntó a la niña qué era lo que pasaba, puesto que, aunque él sabía cuál era la situación, deseaba que ella definiera el problema para que centrara su atención en él. Segundo, le pidió que le dijera si ella deseaba que el problema existiera, cosa que el hipnoterapeuta ya conocía, pero al responder negativamente, se comprometió a solucionarlo. Tercero, le preguntó si quería que la ayudara. Su respuesta afirmativa reforzó su compromiso y la hizo confiar en el hipnoterapeuta y en lo que le iba a hacer.

Referencias bibliográficas:

  • Hewitt, W. (s.f). Hipnosis para principiantes.
  • Ruiz, H. (2011). Hipnosis. Teoría y práctica. Madrid, España: Natural Ediciones.

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