Hay un plato menos esta Navidad

Duelo en niños y adolescentes

Algo por lo que todos deberemos pasar en algún momento de nuestra vida es por la pérdida de un ser querido, sin embargo, que esto te ocurra siendo niño o adolescente es un proceso bastante diferente de si te ocurre siendo ya adulto, pues supone una crisis madurativa en la que en ocasiones se da el paso de una etapa a otra, siendo casi la más decisiva en cuanto a la configuración definitiva de la personalidad, y originándose cambios psíquicos diversos. Por eso, es importante saber más acerca del proceso del duelo en niños y adolescentes.

Cuando un joven sufre una pérdida significativa, lo que suelen hacer sus familiares adultos, es protegerlo del daño que puede provocar dicha pérdida apartándolo de la situación. Sin embargo, esto es un error, pues tanto los niños como los adolescentes tiene la capacidad de saber que algo está ocurriendo, por lo que necesitan del apoyo adecuado por parte de un adulto para pasar esta etapa, y que no se convierta en una situación de riesgo en su desarrollo personal. Por ello, es vital conocer las necesidades que pueden surgir en esta etapa y analizar las actuaciones e intervenciones necesarias para sobrellevar mejor el fallecimiento.

Es conveniente saber que a partir de los 12 años los niños, que van en camino de la adolescencia, entran en la etapa del pensamiento formal, adquiriendo cada vez mayor importancia el apoyo de sus iguales, y siendo más conscientes de lo que significa la muerte y el impacto que esto puede tener sobre las personas. En relación con el desarrollo evolutivo y la comprensión del concepto de muerte, Ordoñez y Lacasta, hablan de 3 temas recurrentes en niños en proceso de duelo:

· ¿Causé yo la muerte?

· ¿Me pasará esto a mí?

· ¿Quién me va a cuidar?

Sabiendo que el niño se pregunta todo esto, es muy fácil ver que la opción buena no es distraerlo de lo que está ocurriendo, sino acompañarlo en el proceso, pues el dolor de los niños en duelo es similar al de los adultos, aunque su expresión está influenciada por una serie de características como son su comprensión de la muerte, su edad y el sexo. El proceso por el que pasan estos puede dividirse en tres etapas:

1) Protesta al echar de menos a la persona fallecida y querer que vuelva desconsoladamente.

2) Desesperanza, pues el niño va perdiendo la ilusión de que la persona regrese. Puede haber un periodo de apatía.

3) Ruptura de vínculo emocional con esta persona.

Para saber más acerca de cómo lo está pasando el infante hay que saber reconocer las manifestaciones de duelo más frecuentes, y que se pueden considerar esperables: ira manifestada en juegos violentos, pesadillas, enfado hacia otros miembros de la familia, pérdida de apetito, miedo a estar solo, culparse por la muerte de la persona fallecida….

Por lo que sería recomendable seguir las recomendaciones que se ofrecen para ayudar a niños y adolescentes en este proceso de duelo:

· No retrasar la noticia de fallecimiento

· Involucración en los ritos funerarios

· Acompañarlo en el proceso

· Animarlo a que exprese sus emociones, pues no es algo de lo que deba sentir miedo o vergüenza

· Permitir vínculos afectivos con el ser querido, por ejemplo, teniendo objetos de la persona fallecida

· No recriminar al niño sus respuestas ante la pérdida

· Recuperar poco a poco la normalidad

Para hacer una recopilación de lo expuesto en este pequeño artículo y para profundizar y entender un poco más el tema recomendaría el visionado del siguiente video de una psicóloga clínica con especialidad en infancia y adolescencia:

https://youtu.be/xJedAQzelYI

REFERENCIAS

Arce, I. G., & Pérez, A. B. (2019). El proceso de duelo: particularidades en la infancia y adolescencia. Cuadernos Monográficos de Psicobioquímica, 1(1), 5–11.

Barrantes, G. (2001). El duelo en la adolescencia. J dolescencia y, 267.

Gamo Medina, E., & Pazos Pezzi, P. (2009). El duelo y las etapas de la vida. Revista de la asociación española de neuropsiquiatría, 29(2), 455–469.

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