La ciencia también tiene trucos para comenzar una relación.
Durante estos meses, en esta asignatura se ha tocado en diversas ocasiones el tema del amor, con diferentes autores y perspectivas. Parece que este tema crea bastante interés por lo que le quería dedicar una publicación en el blog para hablar de diversos aspectos.
En una de las exposiciones del congreso, una compañera hablaba sobre Stenberg, su teoría triangular del amor caracterizada por la presencia de tres componentes: intimidad, pasión y compromiso y también sobre los tipos de amor existentes ara dicho autor según se combinen dichos componentes.
Pues bien, a mí me gustaría ampliar un poco y hablaros sobre los factores que os pueden echar un cable ya que determinan el comienzo y el desarrollo de una relación de pareja y los momentos/fases de la misma por si queréis echarles un vistazo.
- Factores que pueden determinar el comienzo y el desarrollo de una relación de pareja:
Múltiples disciplinas como la literatura, la sociología o la psicología entre otras, se han encargado de estudiar las variables que influyen en las relaciones de pareja. Se ha comprobado que existen diversos factores que pueden generar atracción, y que son imprescindibles en una relación para poder hablar de amor como tal, ya que podemos considerar el amor como una parte de la atracción. Estos factores son:
· Atractivo físico: a través de varios experimentos a lo largo de los años, se ha comprobado la verosimilitud de la hipótesis de correspondencia, según la cual, los humanos nos sentimos atraídos por personas que tengan unas características físicas similares a las nuestras (B. Murstein, E. Hatfiel). Esto puede depender de nuestra autopercepción, que puede ser errónea. Es decir, si nos vemos como personas atractivas, tendemos a buscar o elegir personas atractivas y viceversa. Es cierto que hay parejas en las que un miembro suele menor atractivo, pero la teoría de la igualdad explica que éste, o bien acabaría abrumado y la relación terminaría; o se esforzaría por compensar el físico con lo interior. Además, las personas tienden a adaptar su personalidad y comportamiento según la imagen de la posible pareja (M. Snyder, E. Berscheid, P. Glick).
· Despertar emocional: si se está emocionalmente despierto, es más probable que una persona se sienta atraída por otra. Si una persona está sometida a “estrés” o a situaciones que conlleven peligro con otra persona, estará emocionalmente despierta y será más sensible a la atracción por la teoría de atribución errónea (D. Dutton, A. Aron).
(Aquí os dejo un link en el que se explica detalladamente el experimento que realizaron Dutton y Aron conocido como el experimento del Puente Capilano, que se relaciona con la atracción entre dos personas en situaciones en las que segregamos mucha adrenalina: https://lamenteesmaravillosa.com/dutton-y-aron-la-fascinante-teoria-de-la-atribucion-erronea/ )
· Proximidad: normalmente las personas tienden a entablar una relación con alguien próximo a él, en su entorno, en el espacio… La frase “El roce el cariño” toma significado aquí. Si se está más cerca o se tiene mayor relación con una persona es más probable la atracción (T. Newcomb, L. Festinger, M. Segal). Se ha comprobado también que esa proximidad puede provocar también rechazo al pasar un cierto periodo de tiempo, ya que se conoce demasiado a la persona y esto puede conducir al fin de la relación (E. Ebbesen, G. Kjos).
· Reciprocidad: solemos tender a entablar una relación con personas que creemos que también tienen interés, es decir, damos lo que recibimos, lo que creemos que recibimos o podemos recibir. Así, tendremos más predisposición a relacionarnos con personas que creemos que tienen interés en nosotros o que nos muestran su cariño (C. Backman, P. Secord, P. NAcci, R. Stapleton).
· Similitud: las parejas que mantienen relaciones estables suelen ser similares en atractivo físico. También suelen ser estables aquellas parejas que comparten aficiones, edad, educación, religión, salud física, autoestima… Las personas que compartan estas características, tienden a sentirse atraídas entre ellas ya que puede subir la autoestima el saber que no eres el único el algo, se puede confiar más en el futuro de una relación si estás con alguien similar a ti… ( D. Byrne, T. Huston, G. Levinger).
· Barreras: como se ha expresado en muchas obras de teatro, la existencia de contratiempos o circunstancias que dificulten la relación, la hacen a menudo mucho más atractiva, es decir, las dificultades incrementan el interés. Si se comienza una relación con esas dificultades, pero van desapareciendo a lo largo del tiempo, es probable que la relación se debilite e incluso llegue a romperse. (R. Driscoll, K. Davis, M. Lipetz).
- Momentos/fases de una relación amorosa.
Se ha investigado acerca de las diferentes fases que se dan en una relación amorosa. Stenberg (1989) es uno de los estudiosos del amor más importantes, y en su obra El Triángulo del Amor, distingue tres etapas o momentos que se dan en las relaciones amorosas:
· Comienzos y elección: según Stenberg, la selección del compañero/a es el primer paso para dar comienzo a una relación. Según diferentes estudios, hay varias teorías con diversos factores sobre la selección de compañeros: la de similitud, es decir, elegir a alguien parecido a nosotros en cuanto a gustos, edad, religión… (D. Byrne); la complementariedad, según la cual podemos elegir a las personas según el grado de complementación con nuestra forma de ser, es decir, que nos compense y nos dé estabilidad, aquello que nos falta (R. Winch) ; selección secuencial, según la cual escogemos una pareja con el paso del tiempo, comprobando primero que somos similares en conceptos básicos (clase social, raza, etc), después en valores personales, y finalmente comprobar que realmente existe complementariedad (A. Kerckhoff, K. Davis); estímulo-valor-función, según la cual en una relación hay una primera etapa en la cual se descubre la similitud de los valores (número y educación de los hijos, importancia de la religión y el dinero…), una segunda etapa en la que se consigue un consenso acerca de los valores dispares conocidos en la primera etapa, y una tercera etapa en la cual se descartan a las personas con las que no nos complementamos en cuanto a funciones diarias (B. Murstein); y la teoría de la formación diádica, según la cual, debemos completar con éxito las fases de percepción de similitudes, establecimiento de una relación, consecución de comunicación abierta, establecimiento de funciones cómodas para los dos para conseguir el compromiso mutuo (R.Lewis).
· Desarrollo: tras haber seleccionado al que será nuestro compañero, Stenberg (1989) señala que hay una serie de etapas en las que se desenvuelve la relación. Según esta teoría de las etapas, en la etapa 0 entablamos relaciones generales con todo el mundo, en la etapa 1 se toma conciencia de que queremos entablar una relación amorosa con una persona, en la etapa 2 comienza a haber acercamiento y los miembros de la pareja comienzan a conocerse; en la etapa 3 se consigue la interdependencia entre los miembros de la pareja (Levinger, Snoek); según la teoría de la penetración social, la pareja se va formando y fortaleciendo según la amplitud y la profundidad de los temas que se traten en la pareja, es decir, cuanta más amplitud de temas se hablen, se muestren, se expliquen o se discutan y mayor profundidad se muestre al hablar de esos temas, mayor es la unión y más cerca se estará del compromiso y la interdependencia (I. Altman, D. Taylor).
· Fin de la relación: en muchos casos, la felicidad conyugal tiende a decaer. Puede darse que esa relación decaiga por una situación concreta, como los hijos y sus cuidados y luego vuelva a resurgir; que la relación se base en la obtención de algo, y al obtenerlo, rompamos la relación para siempre o sólo por un tiempo al darnos cuenta de que esa persona es la única capaz de aportarnos eso que necesitamos; o puede darse que la relación se rompa definitivamente porque nos cansemos de la otra persona, porque la relación ha cambiado y ya no nos gusta, porque buscamos otras coas…
Normalmente, en problemas de pareja, se tiende al diálogo y a la solución, es decir, intentar comprender la situación y el porqué del comportamiento de la otra persona y del nuestro propio, aunque podemos llegar al error fundamental de imputación, según el cual consideramos nuestro comportamiento como situacional, y el del compañero como disposicional, es decir, porque él es así. De este modo, intentamos quitarnos culpa de la situación, pero lo que hacemos es empeorarla. Se ha demostrado que las parejas felices asocian el buen comportamiento a la propia personalidad y el malo a la circunstancia, ocurriendo lo contrario con parejas infelices (F.Finchman, K. O. Learly). Para solucionar los problemas, debemos repartir un poco las responsabilidades e intentar no culpar al otro de todo. A veces, las parejas necesitan ayuda de un tercero, como un terapeuta para arreglar la situación. Además, es esencial escuchar a la persona y no sólo creer y querer escuchar lo propio, ya que muchas veces llegan a tener las mismas opiniones e ideas, o se puede llegar al consenso.
- Referencias:
Yela García, C. (2015). El amor desde la psicología social: ni tan libres, ni tan racionales. Madrid: ediciones Pirámide.
Sternberg, R. (1989). El triángulo del amor: intimidad, amor y compromiso. Barcelona: Paidos
Ibérica.
Armando Corbin, J. La teoría triangular del amor de Sternberg. Psicología y Mente. Recuperado de https://psicologiaymente.net/pareja/teoria-triangular-amor-sternberg.