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La herida de tu niño interior y cómo marca tu personalidad en la adultez según la teoría del Eneagrama.

El Eneagrama es un sistema de estudio de la personalidad, un método práctico para entendernos a nosotros mismos y a los otros, además podemos utilizarlo como una técnica más dentro del proceso terapéutico. Entendemos la personalidad como la máscara que hemos construido desde niños y que nos ha ayudado a adaptarnos a nuestro entorno. Esta teoría nos propone salir a experimentar todos estos comportamientos que nunca o casi nunca hemos utilizado.

Este sistema define nueve tipos de personalidad, a continuación veremos algunas características de cada uno, cómo se forman y que es lo que ayuda a grandes rasgos a cada uno de ellos.

Eneatipo 1: El perfeccionista. Compulsión a hacer las cosas bien. Son personas responsables y muy trabajadoras, pueden parecer irritables, rigurosos, meticulosos y exigentes debido a su tendencia a la perfección.

En la infancia, la crítica les afectaba en exceso, para evitarla se esforzaban por comportarse correctamente; aprendieron a valorar el bien y el mal, y a corregir sus errores antes de que los adultos los descubrieran. Lo terapéutico para ellos sería : admitir sus errores, ver el lado positivo de las cosas que han realizado, plantearse la diferencia entre lo que está bien hacer y lo que verdaderamente les apetece y ponerse objetivos a corto plazo que les permita apreciar el camino recorrido.

Eneatipo 2: El que da. Son activos, animadores, amistosos, confiables, muy dados a ayudar al otro.

De niños, sentían que su supervivencia dependía de la ayuda que ofrecían, intentan hallar las necesidades y deseos de los que los rodean. La soledad les resulta peligrosa, pues piensan que no sobrevivirían solos, con lo cual han desarrollado grandes capacidades para adaptarse al otro. Lo que les ayudaría sería: darse cuenta de sus necesidades, reconocer sus otras cualidades además de las de ayuda, aprender a decir “no” y a escoger libremente.

Eneatipo 3: El ejecutor. Tienen gran confianza en sí mismos, ambiciosos, ganadores, rápidos y entusiastas, dejan de lado sus sentimientos. Evitan el fracaso a cualquier precio, y trabajan duro para conseguir sus objetivos, son buenos “jefes” de equipo.

En la niñez sintieron que a los ganadores se les quería más, por lo tanto se esfuerzan mucho para mantener la imagen de ganadores. Les ayuda sentirse queridos cuando no hacen ni producen nada, y fortalecer su confianza en sí mismos: a pesar de sus apariencias, son inseguros.

Eneatipo 4: El Romántico. Tienen la sensación de que siempre falta alguna cosa. Son intensos, dramáticos e idealistas, rechazan la trivialidad de lo cotidiano y viven con intensidad las emociones, por duras que estas sean.

Lo que marca su infancia es el sentimiento de pérdida, la impresión de haber sido abandonados en su primera infancia por alguien importante, así, su atención se ha dirigido siempre hacia lo que tiene el otro y ellos no. Puedes ayudarles siendo constante, un punto de apoyo cuando sientan los ataques de tristeza, pues no olvides que su temor más grande es ser abandonados. Por esta razón, acude a sus llamadas cuando te necesiten, necesitan recibir las muestras de afecto.

Eneatipo 5: El Observador. Parecen ser distantes, intelectuales, tranquilos, objetivos e insensibles, abstraídos en sus pensamientos, se interesan por la información y el saber, tienen miedo a ser invadido por lo que protegen su espacio vital, con el único objetivo de poder reflexionar “juiciosamente”.

De pequeños, se sentían invadidos con frecuencia, su tendencia natural era protegerse y alejarse de los otros. Para ayudarles respeta sus necesidades de estar solo, aprende a relacionarte con ellos sin invadir su terreno. Anímalos a emprender ciertas actividades, expresa tus sentimientos y anímales a que hagan lo mismo, establece relaciones no intelectuales.

Eneatipo 6: El escéptico. Son generalmente personas legales, muy trabajadoras, prudentes e imaginativas.

De niños, sentían que no podían confiar en la autoridad, solo se sentían seguros previniendo los planes de los otros. Así pues, casi siempre se ponían en el peor de los casos. Todo esto los llevaba a un estado de dudas. Lo desconocido, por tanto, les resulta peligroso. Les viene bien contrarrestar sus miedos con el aspecto positivo de las cosas que hacen, pensar de manera positiva, escuchar sus temores y ayudarles a reconocer si sus miedos son realistas.

Eneatipo 7: El epicúreo. Son optimistas, animadores, encantadores e imaginativos. Sus intereses son muy variados; no soportan el sufrimiento, no les gusta estar encerrados y rara vez acaban las cosas que empiezan, quieren aprovechar todas las oportunidades que les brida el mundo.

En la infancia aparece un suceso doloroso, a consecuencia del cual el niño utiliza su imaginación para huir del sufrimiento, multiplicando las actividades. Así mismo hace todo lo posible para mantener diferentes posiciones disponibles con el fin de evitar el compromiso en una sola dirección. Bromean o parlotean para no mostrar sus sentimientos profundos, el placer les sirve para alejar al sufrimiento. Tienden a borrar los malos recuerdos de su memoria y a guardar los buenos. Les sirve de ayuda animarles a vivir el presente, expresar su miedo al sufrimiento, ayudarles a racionalizar el entusiasmo con sus proyectos.

Eneatipo 8: El “jefe”. Son fuertes, directos, con una energía poderosa, con una impresionante armadura exterior, que protege a un interior muy vulnerable.

Durante sus primeros años de vida, sintieron que el más fuerte sobrevive, han aprendido a desconfiar de la ternura, aprenden que la seguridad viene del poder que se tenga. Les puede ayudar decirles que sus intenciones están intimidando a otros cuando así sea, con ellos hay que ser claros y directos, recordarles de vez en cuando que su verdad no es necesariamente la única posible.

Eneatipo 9: El mediador. Son generalmente personas afectuosas, complacientes y tolerantes; les gusta la tranquilidad, lo previsible y lo confortable y les resulta difícil reconocer sus prioridades tendiendo a seguir la de los otros.

De niños, desarrollaron la costumbre de adaptarse al entorno. Sentían que su opinión no era importante; así qué, han aprendido a escuchar y complacer a los otros en vez de oponerse a ellos. Lo que le ayuda puede ser animarlo a expresarse, a definir sus necesidades, a redescubrir su rabia y a exteriorizarla, a expresar su desacuerdo.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

· Duran, C, Catalán, A. (2012). Eneagrama: los engaños del carácter y sus antídotos. (3ª ed). Barcelona: Kairos.

· Naranjo, C. (2012). 27 Personajes en busca del ser. (2ª ed.) Barcelona: La llave.

· Palmer, H. (2001). El Eneagrama: Un prodigioso sistema de identificación de los tipos de personalidad. Barcelona: La liebre de Marzo.

· Rohr, R. (1995).Eneagrama: los nueve rostros del alma; Valencia: Comercial Editora de Publicaciones, C.B.

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