Luces, cámara… ¡acción!

¿Alguna vez habéis soñado con encontraros de pie sobre un inmenso escenario, frente a miles de personas, interpretando un papel como si de una obra de Broadway se tratara? ¿Qué pensaríais si os consigo convencer de que ese sueño lo estáis viviendo en este mismo instante, incluso mientras estáis leyendo esto?

Esto lo explicó Erving Goffman mediante su teoría de la acción social, por la cual afirma que todos somos actores, que interpretamos distintos roles en función de quién forme parte de nuestra audiencia y del momento en el que nos encontremos. Goffman explica que estamos en constante cambio de nuestra propia conducta para formar una determinada impresión que queramos mostrar a los demás.

El escenario en el que nos encontramos al actuar (o interaccionar con los demás) está compuesto del emplazamiento físico en el que nos encontremos, las distintas personas que ene se momento están actuando y los distintos roles que estas van a tomar a lo largo de su actuación.

Según Goffman, el Yo mismo, es decir, nuestra identidad, no es más que la suma de todos los principales roles que interpretamos a lo largo de nuestra vida, esto es, somos lo que los demás se forman de nosotros mismos a partir de los diferentes papeles que representamos. Sin embargo, aquí surge una duda: si siempre estamos interpretando roles distintos a lo largo de toda nuestra vida, ¿podemos saber con exactitud qué papel de entre todos los que representamos es el que muestra nuestro yo interno?; ¿tenemos de verdad una identidad propia o simplemente esta es producto de un conjunto de roles artificiales que nunca mostrarán realmente quiénes somos?

Tras esta reflexión tan pesimista y antes de acabar esta historia, cabe destacar un último elemento en la teoría de Goffman: el marco. El marco es la perspectiva por la que es entendida las distintas conductas sociales. Los marcos pueden ser primarios, usados para comprender situaciones naturales o sociales, o secundarios, utilizados para dar a un acto un objetivo distinto al original.

Ahora que sabéis que sois actores y que estáis sentenciados de por vida a actuar sin saber realmente cómo es vuestra propia personalidad, os deseo mucha suerte, pues vuestro público os espera. Luces, cámara… ¡acción!

Referencias:

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