PESIMISMO DEFENSIVO

¿Hasta qué punto nos influye nuestra manera de interpretar la adversidad?

Se acerca un examen, una competición, un momento importante. Y, como es de esperar, la gente de nuestro alrededor se interesa por saber cómo nos sentimos, y si estamos llevando correctamente aquello que debemos de afrontar.

Sin embargo, ocurre que, casi de manera inconsciente, cuando nos preguntan “¿llevas bien el examen?” tendemos a responder frases como “no muy bien / todavía me queda mucho por mejorar / regular / mal / fatal…” y lo curioso es que, en muchas situaciones, nosotros mismos somos conscientes de que en realidad no lo llevamos tan mal. En el fondo de nuestra conciencia sabemos que lo llevamos bien, pero sin saber porqué, tendemos a intentar dejar ver que no estamos preparados. Seguramente, muchos de nosotros nos sintamos identificados con este tipo de situaciones, esto es, pesimismo defensivo.

En el campo de la psicología, el concepto “pesimismo defensivo” hace referencia a un mecanismo de acción que muchas personas emplean para protegerse de una situación futura (en este caso la situación temida sería suspender el examen). Esta táctica consiste en ponerse en el peor de los escenarios, de modo que, en el caso de que no salgan las cosas como se quisiera, la persona siente que se había preparado previamente para asumir ese resultado negativo.

Es decir, hay personas que afrontan aquellas situaciones que consideran complicadas o comprometidas (por ejemplo, una evaluación final o una entrevista de trabajo) con un pesimismo defensivo con el fin de no desilusionarse, y evitar llevarse una decepción si las cosas no salen como les gustaría.

La trampa que existe aquí es que, al partir de la idea de que las cosas no irán bien, una parte de nuestro cerebro se “acomoda” y tendemos a comprometernos menos y por lo tanto realizar menos esfuerzo inconscientemente. Esto lleva a que lo más probable sea que se cumpla nuestra predicción de que las cosas no van a salir bien, lo cual puede afectar a la autoestima y desembocar en un uso recurrente del pesimismo defensivo en situaciones futuras. Es decir, se entra en un círculo vicioso en el que la persona se retroalimenta de su propio pesimismo, dando lugar a lo que en psicología se denomina profecía autocumplida negativa.

Es frecuente que las personas que utilizan con frecuencia el pesimismo defensivo también tiendan a usar excusas a la hora de auto justificarse por no haberse esforzado lo suficiente, o no haber empleado el tiempo necesario en realizar una tarea. El hecho de que lo que la persona hace, no encaja con los objetivos que ella misma se había propuesto tiempo atrás, lleva a que en la mente del individuo exista una sensación de disonancia cognitiva.

La disonancia cognitiva es una sensación mentalmente molesta, y por ello la persona se rodeará de excusas para tratar de aliviar los pensamientos.

<< En el caso de un estudiante de oposiciones, es normal que el primer año tenga una perspectiva optimista de sus propósitos. A medida que pasa el tiempo puede aflorar el pesimismo defensivo, y brotan en su mente pensamientos que dicen que probablemente no apruebe, que es imposible aprobar una oposición a la primera, etc. Con los años, el estudiante irá esforzándose cada vez menos, conforme su pesimismo defensivo crece. Cuando realiza el examen y no saca plaza, sus pensamientos se confirman, y surge en su mente la disonancia cognitiva (porque lo que pensaba esforzarse no encaja con lo que se ha esforzado realmente). Ante esta sensación incómoda, es común que el estudiante busque factores externos (excusas) que justifiquen su bajo rendimiento, como “era muy difícil, no me dio tiempo, etc.” aún sabiendo que esa no es la respuesta que se debe dar.

En definitiva, el pesimismo defensivo suele estar estrechamente relacionado con bajos niveles de autoestima. Existen puntos comunes entre centrarse en el lado negativo del futuro y menospreciarse a uno mismo.

A diferencia de las personas pesimistas, las personas optimistas tienden a observar las situaciones desde una perspectiva más global, por lo que logran sus objetivos más fácilmente a pesar de contar también con limitaciones. En consecuencia, cuando no logran la meta que deseaban obtener, tienden a centrarse en aquellas cosas que sí pueden controlar a raíz de esa decepción. Una persona optimista recuerda sus posibilidades, a pesar de ser consciente de que, por ejemplo en una oposición, el número de plazas es muy reducido.

Por último, resulta interesante resaltar que el pesimismo también cuenta con un lado útil, ya que en ciertas personas, un pequeño grado de pesimismo defensivo sí que puede dar lugar a un mecanismo de protección personal frente a sufrir cualquier decepción, donde la persona se prepara para la posible situación adversa y busca vías para salir adelante en caso de que se de tal situación. Cuando se busca ingeniar un plan alternativo al que recurrir cuando las cosas no salen bien, lo denominamos pesimismo defensivo adaptativo.

Referencias:

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