¿Por qué los hombres no lloran?

Alguna vez habremos escuchado la típica frase “los hombres no lloran” o “llorar es de chicas”. Actualmente, en la mayoría de contextos, estas frases están normalizadas a nivel social, distinguiendo a los dos géneros y considerando al género femenino como el “sexo débil”, pero ¿realmente es así?

Siempre se ha considerado al género masculino como el fuerte y el competitivo, capaz de proteger y cuidar a su familia y a su hogar, por lo que “si eres hombre no puedes demostrar debilidad”. Esta ideología nos ha llevado a dos cuestiones relacionadas con la idea de que los hombres no lloran:

La primera cuestión es la inseguridad de no cumplir las expectativas del prototipo de hombre. Si se permiten llorar, dejarán ver su lado sensible, relacionado con una gama de emociones que, dentro de la sociedad actual, muestra la debilidad de la que hemos hablado anteriormente.

La segunda cuestión consiste en un eslabón más allá, es decir, después de esa inseguridad surge un temor o miedo por ser rechazado en un grupo o dentro de ese rol masculino. Se trata de un miedo a que duden tanto los demás como él mismo de su sexualidad.

Desde la infancia se les enseña a reprimir la manifestación de sentimientos relacionados con la tristeza y el dolor a través del llanto, y conforme van creciendo, este aprendizaje se les va interiorizando de tal modo que puede llegar a causar trastornos en un futuro, pues la represión del llanto puede afectar a nivel biológico y psicológico.

Llorar es una necesidad biológica

Nuestro cuerpo necesita desahogarse, ya sea de una explosión de emociones positivas (llorar de la alegría) o negativas (llorar de dolor físico o mental). No hay mayor alivio que desatar lo que llevamos dentro y una de las mejores maneras es principalmente gracias al llanto. Hablando de forma más fisiológica, las lágrimas eliminan oxitocina, noradrenalina y dopamina. El organismo necesita liberar estas sustancias, por lo que los hombres sí lloran.

No obstante, como hemos dicho con anterioridad, si reprimimos continuamente esta necesidad biológica, llegará un momento en el que saldrá por algún lado, desembocando en algún trastorno o enfermedad. Algunos de los más comunes son ansiedad, estrés, inestabilidad emocional, desmotivación, problemas de insomnio, depresión, irritabilidad, etc.

Vivencia personal

Me gustaría compartiros una experiencia propia. Hace poco falleció mi abuelo y como es evidente, toda la familia nos sumimos en un estado de pena y tristeza. Cuando llegó la hora del velatorio, todos estábamos llorando mientras recibíamos el pésame. Los hermanos de mi abuelo (mis tíos), hombres mayores criados en otra época distinta, no derramaron ni una lágrima (y seguramente no fue porque no sintieran dolor). Mientras tanto, mi padre (su hijo) no podía parar de llorar. Me impresionó la reacción de la gente al ver a mi padre (un hombre) llorando. La mayoría eran caras de sorpresa y asombro. Ahí fue cuando me di cuenta de que había que cambiar esas creencias y por ello, a través de esta experiencia, os invito a admitir la necesidad de llorar sin ser catalogados como “débiles”.

El llanto no tiene género, es un acto humano y necesario.

Salud mental

Somos millones de personas en el mundo. Ninguna persona es igual a otra y cada uno necesitamos nuestro tiempo. Independientemente del género, si te cuesta mucho llorar no tienes por qué agobiarte. Permitirte llorar en el momento en que lo necesitas o lo sientes es darte la oportunidad de cuidar tu salud mental, es la oportunidad de quererte a ti mismo.

“El dolor nos da la oportunidad de conocernos más a nosotros mismos y es uno de los medios para poder descubrirle un sentido a nuestra vida”. Viktor E. Frankl

Referencias

Jhonson, S. (1997). Therapist’s guide to clinical intervention. The 1, 2, 3’s of treatment planning. San Diego, California, USA: Academic Press.

Sanabria Pulido, E. (2019). Más allá de los estereotipos. Revista Vivir Bien, 111: 44–46.

Valencia, L. (2019). Sin rechazos. Revista Vivir Bien, 111: 18.

--

--