¿Por qué sigo aguantando esto?
Todos en algún momento de nuestra vida nos hemos visto en la situación de aguantar conductas tóxicas de compañeros o de amigos y en vez de escapar de ellas, nos hemos quedados y hemos tomado el rol de sumisos. Se trata de la indefensión aprendida, un estado psicológico que se manifiesta cuando una persona comienza a sentir que no puede cambiar una situación, comportamiento o estado mediante su conducta, intenta evitarla o adaptarse a ella. Un claro ejemplo: tu compañero de grupo siempre organiza los trabajos, él es el que dice cómo y qué hay que hacer, tus compañeros y tú ya se lo habéis explicado varias veces y no entra en razón. Ante esta situación tenéis dos opciones: echarla del grupo o hacerle caso.
Este término fue acuñado por el psicólogo Martin Seligman en su primera etapa de dedicación profesional, en la que además también se dedicó a la depresión. Junto con este término, creó un modelo experimental para el tratamiento de la depresión, que consistía en contrarrestar los pensamientos negativos por medio de habilidades de disputa.
¿CÓMO SURGE LA INDEFENSIÓN APRENDIDA?
Llegar a este estado psicológico no es cosa de dos días, se desarrolla de forma gradual y que poco a poco derriba las fortalezas psíquicas y corporales de la víctima hasta el punto de anular su voluntad. Para una mayor comprensión veamos el ejemplo de las ranas: en una hoya con agua fría introducimos una rana, y poco a poco vamos subiendo la temperatura; llegará un punto en el que la rana note el calor del agua pero ya es demasiado tarde para salir y acepta su destino. Pero si desde un principio se mete a la rana el agua caliente, salta y no se muere. Lo mismo ocurre con las personas.
Lo peor de esta situación es que todos somos susceptibles a lograr una indefensión aprendida, ya que es muy fácil llegar a ella, porque no hemos sido partícipe de una educación emocional que nos ayude a detectar qué conductas o comportamientos puede llegar a esto.
Simplemente con bajarle la moral a la víctima, sobrecargarla de trabajo, cerrarle el apoyo externo durante un tiempo prolongado y de forma reiterada ya se produce una indefensión aprendida. ¿Te suenan estos “sintomas”? ¿No te recuerdan a los mismos que los de la violencia de género? Exacto. La violencia familiar y la de pareja son claros ejemplos.
¿CÓMO SABEMOS QUE ALGUIEN ESTÁ SUFRIENDO INDEFENSIÓN APRENDIDA?
Cuando una persona sufre indefensión aprendida lo manifiesta en tres déficits: motivacional, emocional y cognitivo. El déficit motivacional lo podemos ver a simple vista cuando la persona deja de tener iniciativa propia y su opinión recae en la otra persona. El déficit emocional hace referencia a los desórdenes conductuales, siendo los más comunes la ansiedad y la depresión, que se van incrementando hasta el punto de que se es incapaz de ver la solución al problema, he aquí el déficit cognitivo.
Si todavía sigues con la duda de por qué la persona es incapaz de hacer algo déjame decirte que no solo afecta a los tres ámbitos nombrados previamente sino que además afecta a nivel fisiológico. Todos sus ámbitos psíquicos y somáticos se ven afectados por este síndrome.
Por lo que, no solo basta con romper con el ciclo negativo sino que además hay que desaprender la manera en la que se procesa la situación dolorosa.
En definitiva, la indefensión aprendida puede pasarle a cualquier persona y debemos ser concientes de ello para que no nos suceda.