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RECONCÍLIATE CON LA COMIDA

Es probable que todas las dietas que has realizado hasta ahora se hayan basado en seguir un estricto plan de adelgazamiento en el que no se permitía un solo fallo. Si es así, también es probable que al poco tiempo de empezar lo hayas dado todo por perdido y te hayas rendido. No te preocupes, has hecho lo correcto, ya que a lo largo de la historia estos regímenes han demostrado ser totalmente inútiles a largo plazo. Y es por eso que por muy contradictorio que parezca, esta forma de relacionarnos con la comida está muy lejos de ser sana.

La perspectiva desde donde enfocamos nuestras metas es la que determinará nuestros resultados. Por tanto, debemos tener claro que el cambio hacia una vida sana debe realizarse desde la aceptación y no desde el rechazo; ya que cuando adoptamos esta última mentalidad nos obsesionamos y tratamos alcanzar nuestro objetivo por todos los medios, independientemente de los costes que supone para nuestra salud mental.

Debemos huir de la autoexigencia extrema y del sentimiento de culpa, ya que el amor propio es uno de los factores fundamentales cuando pasamos por un proceso de cambios: de nada sirve preocuparnos de nuestra salud física cuando estamos descuidando por completo la mental. De hecho, la investigación ha demostrado que la autocompasión nos motiva mucho más que la crítica para poder alcanzar nuestras metas al cuidarnos mejor.

Es preciso tener claro que nuestra felicidad no puede depender de conseguir nuestro objetivo, sino de disfrutar del proceso que nos llevará a él; ya que si el camino supone una tortura para nosotros, difícilmente llegaremos al final. Es por eso que al adoptar hábitos que nos hagan sentir bien a corto plazo, es cuando seremos capaces de establecer una rutina sin necesidad de sufrimiento ni coacción, sino mediante el autocuidado y la comprensión: no se trata de permitirnos caprichos de vez en cuando, sino de permitírnoslos siempre y elegirlos de vez en cuando. De esta forma, la frustración dejará de suponer un problema que nos haga abandonar, porque pasaremos a concebir cómo una consecuencia lo que antes era nuestra finalidad.

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