Sigmund Freud y el viaje a Ítaca

Puede que a muchos os suene el poemario de la Odisea y su autor Homero. En la Odisea, existe un lugar que también prevalece en la realidad: Ítaca. Ítaca es una isla que forma parte del archipiélago Jónico y también el reino de Ulises.

Ulises tardó diez años en regresar a su casa, junto esposa e hijo. Aunque, en realidad, su odisea se extendió hasta veinte años hasta que por fin pudo volver. En estos veinte años, tuvo que hacer frente a obstáculos, que lo pusieron a prueba en todos los sentidos, desde Troya hasta llegar a Ítaca: la meta absoluta y aquello que le daba sentido al sufrimiento y espera de Ulises.

Sin embargo, pese a lo que pueda parecer, este no es un viaje físico como muchos creen, no. Se trata de un viaje interior por parte del protagonista, lo que marca el Ideal del Yo para Sigmund Freud.

El Ideal del Yo es una instancia de la personalidad, una figura referencial para el yo. Es esa parte que no es empuja a seguir adelante, que, pese a los monstruos marinos que haya en el océano y que azoten nuestro barco, se instale en nuestro aparato psíquico para guiarnos hacia una meta.

Si el sujeto se estanca en el pensamiento, en el miedo o en la fantasía, se instala pues en la “vida” y no crece. Cuando sucede eso, entra en juego el papel de la metonimia:

La metonimia debe ejercer un desplazamiento del deseo hacia otros objetos a alcanzar.

Finalmente, Ítaca no solo se convertirá en el final del camino, sino también en la metáfora del final. El final, no solo de la vida, también del camino, que vale la pena por todo lo recorrido, aprendido, puesto que cada obstáculo nos ha servido para crecer y avanzar como personas.

A menudo, la gente se queda estancada en monstruos marinos, en la batalla contra estos sin preocuparse por avanzar. Se pierden así todo lo demás que la vida les puede ofrecer: cambios, nuevas aventuras, etc.

Recordemos que para Freud, la metáfora y la metonimia eran formas de expresión del inconsciente. Por tanto, la terapia psicoanalítica se parece en gran medida a un viaje, como el que hizo Ulises hasta Ítaca: un viaje para aprender de nosotros y para cambiar, no quedarnos estancados en una idea.

Y para finalizar con el post: un fragmento del poemario de la Odisea escrita por Homero:

Ten siempre a Itaca en la memoria.

Llegar allí es tu meta.

Más no apresures el viaje.

Mejor que se extienda largos años;

y en tu vejez arribes a la isla

con cuanto hayas ganado en el camino,

sin esperar que Itaca te enriquezca.

Itaca te regaló un hermoso viaje.

Sin ella el camino no hubieras emprendido.

Más ninguna otra cosa puede darte.

Referencias:

Ballester, X. (2003). Metáfora, Metonimia y… Myrtia, 18, 143–162.

Rueda Jaimes, J. J. (2018). El yo ideal como contraparte del ideal del yo. Rev. psicoanál.(Madr.), 489–505.

Villaro, B. O. (2022). La ítaca inalcanzable: el imposible regreso de los héroes griegos. 1616: Anuario de Literatura Comparada, 12, 19–48.

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