¿TENEMOS SUFICIENTE INTELIGENCIA EMOCIONAL?: EL PODER DE NUESTRAS EMOCIONES

Paulagr
Introducción a la Psicología — ugr
6 min readDec 27, 2021

¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?

La inteligencia emocional (IE) es el conjunto de capacidades y habilidades psicológicas que implican sentir, entender, controlar, gestionar y modificar nuestras emociones, tanto propias como ajenas.

LOS DOS TIPOS DE INTELIGENCIA EMOCIONAL

-Inteligencia interpersonal: comprensión de las emociones de otras personas.

-Inteligencia intrapersonal: entender y gestionar nuestras propias emociones

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL ES TENER… (ELEMENTOS DE LA IE)

-Autorregulación: ser capaz de manejar y controlar tu propio estado emocional.

-Autoconciencia: conocerte a ti mismo y saber lo que dicen tus emociones.

-Motivación: canalizar tus emociones para alcanzar tus metas.

-Empatía: reconocer y leer emociones en los demás.

-Habilidades sociales: relacionarse con los demás e influir en ellos.

¿QUÉ CARACTERÍSTICAS TIENEN LAS PERSONAS CON UN ALTO GRADO DE INTELIGENCIA EMOCIONAL?

-Prestan atención a sus emociones: las personas que desarrollan este tipo de inteligencia analizan sus emociones y las escuchan, no solo se limitan a sentirlas.

-Conocen sus sentimientos y no los reprimen: estas personas son auténticas y sinceras, ya que expresan sus sentimientos de forma clara.

-Analizan sus proyectos y sueños: no viven en un sueño constante, sino que saben razonar sobre lo que sienten y si alguna meta puede ser alcanzada o no.

-Tienen un balance constante en sus acciones: saben que todo tiene su lado bueno o malo, por lo que dirigen su atención a las cosas que pueden solucionar o que pueden ser de utilidad para ellos mismos.

-No toman nada personal: cuando una persona los altera o algo en su entorno no sale como lo tenían planeado, analizan qué pudieron haber hecho mal y qué cosas mejorar en un futuro. No se concentran en algo que no pueden controlar.

-Son autocríticos con sus acciones: las emociones no los controlan, ellos controlan lo que deciden hacer con ciertas emociones y reconocen cuando algo se les fue de las manos.

-Se fijan en las emociones de otras personas: intentan ser siempre empáticos con sus semejantes para saber cómo expresan sus emociones. Así, se relacionan mejor con los demás.

-Conocen siempre gente nueva pero se rodean de aquellos con los que tienen una conexión: A través de otras personas, conocen diferentes puntos de vista y comparten más con aquellos que son compatibles con la suya. No pierden tiempo en relaciones tóxicas, ahorrándose así una incomodidad innecesaria.

-Se motivan a sí mismos constantemente: estas personas se emocionan cuando sucede algo que les gusta o realizan una acción determinada. No se enfrascan en por qué ya no les motivan cosas antiguas, sino que buscan siempre renovar su emoción con nuevas experiencias.

DESARROLLA TU INTELIGENCIA EMOCIONAL

-Atiende a tus emociones:

En esta actividad debes escribir con detalle las emociones que sentiste en los últimos días justo antes de acostarte. Así, puedes empezar con el día de ayer e intentar ir hacia atrás todo lo posible. Además, procura asociar dichas emociones a lo que te ocurrió durante el día. Trata de no confundir tus estados emocionales (triste) con estados físicos (cansado). Otra variante para ser consciente de emociones pasadas es describir cómo te sentiste en tres acontecimientos importantes de tu infancia. Intenta describir sucesos tanto positivos como negativos. También puedes hacerlo con emociones del pasado reciente (últimos tres años, por ejemplo).

-Pon nombre a tus emociones:

Escribir sobre tus emociones y reflexionar de dónde vienen y qué consecuencias tienen produce un mayor conocimiento de nuestra inteligencia emocional. Define una hora cada día para detenerte a escribir lo que estás sintiendo en ese momento. Puedes colocar una alarma para que no se te olvide y convertirlo en un hábito. Procura reflexionar e incluir toda la información posible. Para ello puede ser muy útil utilizar la rueda de emociones de Robert Plutchik. Una variante del ejercicio es seleccionar un poema y analizar qué emociones te ha producido leerlo. No se trata de describir lo que el autor pretendía expresar, sino lo que te ha hecho sentir a ti. Elige unas seis palabras para describir cómo te has sentido, incluyendo sensaciones físicas. Puedes hacer lo mismo con imágenes, películas o vídeos.

-Regula tus emociones:

Para ser más consciente de cómo regulas tus emociones puedes escribir qué haces y qué piensas cuando te encuentras en un estado afectivo concreto. Por ejemplo, puedes comenzar analizando cómo reaccionas ante el miedo, luego ante la tristeza y, posteriormente, ante el enfado. Para facilitar la tarea, imagínate y visualízate en esa situación y pon atención a lo que piensas, lo que haces y si intentas evitar tus sentimientos o no. Puedes hacer el mismo ejercicio, pero describiendo tu reacción ante una situación agradable, por ejemplo, algún comentario positivo que te hayan dicho.

-Identifica emociones en los demás:

La actividad más común para trabajar este aspecto de la inteligencia emocional es observar fotografías o videos de diferentes expresiones faciales y describir con detalle las emociones que expresan. ¿Son positivas, negativas o inexpresivas? ¿cómo es la posición de la boca o de las cejas? ¿reflejan aproximación o evitación? ¡Pero ten en cuenta el contexto!

-Escucha activamente:

Esta actividad se realiza en grupo, con un moderador. Se trata de elegir un tema para debatir, recomendándose empezar por aquellos más simples y sencillos y continuar más adelante con otros más complejos. Cada persona debe dar su opinión sobre el tema, siendo imprescindible que antes de hablar resuma lo que ha dicho la última persona que opinó.

-El espejo:

El espejo es la última de las actividades para desarrollar la inteligencia emocional que proponemos hoy. El ejercicio se debe realizar en parejas. Uno de los dos debe hablar con sinceridad y de forma natural sobre una situación importante en su vida. La otra persona debe escuchar activamente y atender al lenguaje no verbal del compañero, ya que posteriormente tendrá que “imitarle” lo más fielmente posible. Debe intentar reproducir el tono de voz, los gestos, las pausas, etc.

Otras actividades para desarrollarla:

-Presta más atención a tus emociones-Conoce tus sentimientos y no los reprimas-Analiza tus proyectos y sueños

-Ten un balance constante de tus acciones

-No te tomes nada personal o te concentres en algo que no se puede controlar.

-Se autocrítico/a con tus acciones

-Fíjate en las emociones de otras personas e intenta comprenderlas

-Conoce a gente nueva pero rodéate de aquellos con los que tienes una conexión

-Motívate a ti mismo/a constantemente

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN NIÑOS

La inteligencia emocional no es sólo cosa de adultos o adolescentes, de hecho, se recomienda comenzar la educación emocional desde las primeras etapas escolares. Por tanto, diversos estudios demuestran que sería ideal que todas las escuelas contasen con un programa de educación emocional en el que participaran profesores, familiares y alumnos.

Sin ninguna duda, todos deberíamos estar de acuerdo en que el ambiente en el que no debe faltar la inteligencia emocional es en el hogar. Los padres deberían fomentar modelos de comportamiento emocionalmente inteligentes, para ello, es esencial que éstos desarrollen previamente su inteligencia emocional.

Está demostrado que ayudar a los niños a desarrollar sus competencias emocionales en etapas tempranas produce importantes diferencias en su salud y satisfacción a largo plazo. Además, la inteligencia emocional ayuda a prevenir las adicciones, falta de autoestima, violencia, impulsividad, delincuencia, etc. mientras que promueve el desarrollo académico y profesional, reduciendo la aparición del estrés y depresión.

ESTUDIOS PREVIOS SOBRE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

La inteligencia emocional está bastante infravalorada, e idolatramos a quienes la tienen cuando todos deberíamos tener un mínimo de esta.

En este estudio realizado por la Universidad de León en 2008 sobre la inteligencia emocional en jóvenes con síndrome de Down y sin él, se observa que no existen diferencias muy notables entre ambos. A pesar de ello, los participantes sin síndrome de Down obtuvieron mejores resultados con una pequeña diferencia (gráfica 1).

Si nos centramos en las variables medidas en este estudio, los sujetos con esta enfermedad, tienen una menor confianza y conciencia de sí mismos, y mayor dificultad para desenvolverse en grupo, que aquellos que no la padecen, aunque no sea una diferencia muy significativa. Sin embargo, son los participantes con síndrome los que obtienen un mayor promedio en la expresión de emociones (gráfica 2), grado de autonomía y capacidad de escucha.

REFERENCIAS

  • Trujillo Flores, M. M., & Rivas Tovar, L. A. (2005). Orígenes, evolución y modelos de inteligencia emocional. Innovar, 15(25), 9–24.
  • Fernández Berrocal, P. y Ramos Díaz N. (2016). Desarrolla tu inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.
  • Goleman, D. (2001). Inteligencia Emocional. Barcelona: Kairós.
  • Arrabal Martín, E. M. (2018). Inteligencia Emocional. Málaga: Elearning, SL.
  • Grewal, D., & Salovey, P. (2006). Inteligencia emocional. Mente y cerebro, 16(1), 10–20.

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