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3 min readJul 9, 2016

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Las personas egocéntricas y la política, mezcla peligrosa..

Decimos que alguien es Egocéntrico cuando parece que sólo ve el mundo desde su punto de vista, sin pararse a pensar en las circunstancias que le rodean ni en los demás. El egocentrismo se conoce como un sesgo cognitivo, se refiere a la restricción en nuestra percepción causada por el simple hecho de que sólo podemos ver el mundo desde nuestra perspectiva. Y es que, se requiere un esfuerzo especial para ver el mundo desde cualquier punto de vista que no sea a través de nuestros propios ojos.

El egocentrismo integrado en nuestro aparato cognitivo se convirtió en una parte de estudio importante de la teoría de psicólogo suizo Jean Piaget sobre el desarrollo del niño. Piaget observó que los niños pequeños (menores de 8 años) parecen cognitivamente incapaces de tomar la perspectiva de otra persona. Este hecho, por ejemplo, hace que sea tan fácil ganarles en una partida donde se requiere la perspectiva de dos personas, como por ejemplo las damas.

El egocentrismo es particularmente fuerte en la adolescencia, existe la llamada “audiencia imaginaria“. El psicólogo infantil David Elkind acuñó este término para referirse a la tendencia de los adolescentes a imaginar cómo los amigos reaccionarían a cada una de sus acciones, e incluso pensamientos.

Las 8 características de la Personalidad Egocéntrica

  1. Sentimientos de omnipotencia

2. Autoestima exacerbada

3. Falsa autoconfianza

4. Enorme ambición y expectativas no realistas

5. Distorsión de la realidad

6. Muy poca empatía

7. Hipersensibilidad a la evaluación de los demás

8. Se compara con los demás y siente envidia

El político, mejor dicho, el mal político, suele ser un “psicópata integrado”, esto es, un psicópata sin actitudes violentas y adaptado al medio. Sino fueran así sería muy difícil mantenerse en esa jungla, donde como dicen los propios protagonistas hay que comerse “un sapo todos los días”. Esta afirmación se sustenta no sólo en lo que estamos viendo en los medios, sino también en la experiencia profesional de un psiquiatra, donde a presente se ven casos en tiempo real.

Para ser político hay que estar dispuestos a mentir y a manipular. Hay que tomar decisiones contrarias a la ética en favor del “partido” (o a los que se les deben favores), al que se le debe todo, incluido el sustento diario. Hay que traspasar muchas líneas rojas y pintarlas del color que el político cree, en su enfermedad que debe ser, eso sí, siempre a favor del ciudadano-votante (aquel que lo financió ok?), aunque él, “pobre e ignorante”, ni lo sepa ni lo entienda. Hay que meter mano en la caja y trasportarlo a la cuenta personal, para compensar los siempre “escasos sueldos” que perciben los que “altruistamente” se dedican a gestionar y administrar “lo que es todos, y por eso no es de nadie”.

No estamos ante los típicos pícaros, que tanto juego han dado en al literatura mexicana y que conforman parte de nuestra idiosincrasia, esto es otra cosa. Estamos en presencia de unos sujetos aviesos, sin remordimientos, taimados, dispuestos ‘a llevárselo crudo’ y poner ‘cara de póker’ las veces que haga falta, aún a costa de la estabilidad de otros seres humanos que no comulgan con sus ideas.Estamos en presencia de ‘políticos’ egocéntricos que se saltan con claridad y contumacia las leyes (sean municipales, estatales, federales o de humanidad, utilizando maliciosamente al pueblo (que lo subió al “trono” y que recibe favores de él), al que engañan con soflamas y actos de pacotilla buenos puestos de trabajo (claro sin la más mínima preparación), y que en nada resuelven los problemas de fondo (solo tratan de hacerse ver con actos que en nada o muy poco contribuyen a una sociedad cada vez mas demandante, estamos ante pequeños napoleones que solo quieren hacerse perdurar. Estamos ante ‘políticos’ que pasan totalmente de las decisiones de los tribunales, incluido el Constitucional, para seguir su máxima preferida: el fin sí justifica los medios, dejando ese espeluznante mensaje a la sociedad, para quien supuestamente trabajan. Estamos, no lo duden, ante la psicopatía en estado puro.

‘Orden, contraorden, igual a desorden’, dice un clásico aforismo perfectamente aplicable al momento actual. Por eso quizá lo que algunos llaman regeneración, yo me atrevo a llamarlo psicoterapia, aunque les adelanto que la psicoterapia y la psicopatía están muy reñidas y casi nunca da buenos resultados.

Y como siempre y más que ese siempre, hora tras hora, la historia se encargará de definir ………..al tiempo .

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