El sur contra el norte
Lunes 2 de Julio (1990) / Por Daniel Arcucci.
El clásico reconocimiento del campo, el día previo al partido, este lunes 2 de julio de 1990 ofrece una paradoja: el visitante se siente local y el local… habrá que ver. No es que se sienta visitante, no. Pero cada jugador italiano sabe que el dueño de casa, en el San Paolo, es un argentino. Lo saben sus compañeros del Napoli y lo saben sus habituales rivales de la Juve, del Milan, del Inter…
Desde que llegó Maradona, hace seis años, les cambió la ecuación: saben que aquí no es fácil ganar y saben, también, que cuando lo reciben mal los agravios son combustible.
El seleccionado llegó a Napoles después de entrenarse por la mañana en Trigoria, sin formación confirmada. Dicen que Bilardo duda, a la espera de Olarticoechea y Calderón, para repetir el equipo que jugó contra Yugoslavia. Dicen. También que después del reconocimiento les dio una charla a los jugadores con todas las claves tácticas del partido. Y, precavido, practicó penales con Goyco.
Italia es favorita, cierto. Tan cierto como que saben lo que significaría perder contra la Argentina de Maradona en esta instancia. Por más que declaren públicamente como diplomáticos, no querían este cruce. Nadie lo imaginaba, tampoco. Como no imaginaban que, a esta altura del Mundial, su jugador emblema sería Salvatore Schillaci. Totó arrancó como suplente, detrás de Vialli y de Serena, pero con goles se ganó su lugar. Igual, la canción de cancha sigue siendo exagerada: “¿Sai? ¿Chi é? ¿Il giocatere ché / s`assomiglia il mítico Pelé? ¡To-tó, Totó Schillachi, Totó Schillaci¡” No, se se parece a Pelé.
Ni a Maradona. Aunque lo une a Diego cierta incomprensión: “Sí, soy de Palermo, de Sicilia. Y estoy orgulloso de eso”, me contó cuando estuve con él, en la concentración italiana. “Todavía tengo en los oídos los silbidos de Bari, cuando fui a jugar con la Juve, porque me trataron de vendido por haberme ido al Norte; los de Coverciano, cuando llegué por primera vez con la Nazionale, porque me decían que no pertenecía a esa clase… Ahora lo que escucho son aplausos, y son de Italia, Italia que debería ser una sola”.
Habrá que ver mañana, Totó. Porque mañana también juega el Sur contra el Norte, en el Sur.
