Primum non nocere

Nuestra visión sobre el valor que aportamos los inversores a las startups

Samuel Gil
JME Ventures

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Más allá del propio capital, tengo muy claro que el valor que los inversores aportamos a las startups es limitado. Pero más claro aún tengo que un mal inversor puede restar mucho valor a una compañía. Achtung baby!

Por ello me gusta mucho la expresión “primum non nocere” (“lo primero es no hacer daño”), una máxima atribuida a Hipócrates — aunque no se incluya dentro del famoso juramento que realizan los graduados en medicina — que guía cada día la actividad de los profesionales de las ciencias de la salud y que creo que debiera aplicarse también en el mundo de la inversión de venture capital.

Así, de un tiempo a esta parte, cuando los emprendedores me preguntan qué les vamos a aportar como inversores, miro un poco al tendido y les digo que probablemente poco. Aunque sí que les prometo con cierta tranquilidad que haremos todo lo posible para al menos no molestar: primum non nocere.

Por supuesto, esto no quita que no intentemos desesperadamente aportar ese valor (limitado) del que hablaba al inicio, pero siempre manteniendo las expectativas tan pegadas a la tierra como sea posible, algo que por desgracia está muy poco extendido en nuestro sector.

Pues bien, ¿cómo intentamos aportar valor?

  1. Actuando como consultores para nuestros emprendedores, tanto en temas estratégicos, como tácticos y operacionales. A diferencia de los emprendedores, que bastante tienen con estar 24x7 en las trincheras de su compañía, nosotros tenemos la suerte de acumular mucha experiencia luchando desde la distancia y en paralelo en decenas de guerras que guardan ciertas similitudes. De todas esas batallas extraemos conocimiento que intentamos inyectar, si procede, en el resto de nuestras compañías. Y por supuesto no nos quedamos ahí: somos plenamente conscientes de que únicamente los necios aprenden sólo de su experiencia —una imagen ridículamente incompleta del mundo—, y estamos literalmente obsesionados con aprender continuamente de los mejores para apalancar nuestros conocimientos con lo que otros han aprendido ya.
  2. Actuando como coaches para nuestros emprendedores: estando siempre disponibles para escucharlos, dándoles apoyo en los peores momentos, poniéndonos siempre en sus zapatos ante cualquier dificultad y siendo conscientes de las tremendas inseguridades, presiones y vaivenes emocionales a los que viven sometidos. Por supuesto esto no significa que siempre estemos de acuerdo o que digamos que sí a todo. De hecho, con frecuencia seremos los primeros en hacer preguntas incómodas o en aconsejar tomar decisiones difíciles, si creemos que es lo mejor para la compañía. En resumen: queremos ser los primeros a los que llamen cuando haya buenas noticias, pero también cuando las haya malas.
  3. Alineando nuestros intereses con los suyos: siendo totalmente transparentes y didácticos con nuestros intereses como inversores de venture capital y con las peculiaridades de nuestro modelo de negocio, evitando cualquier tipo de cláusula abusiva en los pactos de socios e intentando sacar a la luz y resolver de la mejor forma los conflictos de interés que sin duda se darán por el camino.
  4. Dándoles acceso a una comunidad de gente increíble, como es la compuesta por las decenas de emprendedores con los que tenemos el privilegio de trabajar (algunos de los mejores de España), nuestros inversores (algunos de los empresarios de más éxito y prestigio de nuestro país), nuestros co-inversores (los más importantes a nivel nacional e internacional) y a su vez las redes de contactos de cada uno de ellos, junto con la nuestra propia.
  5. Asociándoles a nuestra marca, sin duda, nuestro activo más valioso. Una marca respaldada con su nombre por alguien de probada trayectoria profesional y gran prestigio personal. Una marca en la que trabajamos cada día para que sea asociada a unos valores, como son la excelencia, el esfuerzo, la innovación, la transparencia y la ética. Una marca que queremos que sea asociada indisolublemente a la palabra éxito y que sirva gracias a ello como sello de calidad y trampolín que facilite la atracción de talento y de financiación a nuestras participadas.

Y como bien dije anteriormente: lo intentamos, no siempre lo conseguimos. Somos seres humanos, falibles, llenos de irracionalidad y contradicciones, por lo que no tenemos duda de que lo hacemos horriblemente mal en muchas ocasiones. Y no sólo eso: aunque lo hagamos bien, lo que ofrecemos será en muchos casos — sobre todo en los de éxito — irrelevante.

Pero también es precisamente por estos motivos por lo que sabemos que en lo que nunca, nunca, nunca podemos permitirnos es el lujo de fallar en lo esencial: no ser unos imbéciles.

Como dice a menudo Charlie Munger, Warren Buffett y él no han llegado a donde han llegado por haber sido muy listos, sino por haber evitado ser estúpidos.

Quizás por ello la quintaesencia del value-add como VC no sea aportar mucho valor, sino simplemente no restarlo. Por eso, primum non nocere.

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