Dirigiendo nuestro camino

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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5 min readNov 17, 2021
King’s Cross, Londres — agosto 2019.

“Nadie puede aconsejarte y ayudarte, nadie. Hay un solo medio. Ve dentro de ti”.

- Rainer Maria Rilke, poeta austríaco.

Hace un tiempo, pregunté el motivo por el cual no se prendían las cámaras durante clases virtuales. Obtuve una variedad de respuestas de acuerdo a diferentes circunstancias. Sin embargo, llamó mi atención aquellas que indicaban que era porque la laptop ya no funcionaba, que no se contaba con un espacio adecuado para estudiar o porque solo usaban el celular para las clases.

¿Tiene algo de malo? Realmente no. Todos hemos pasado por dificultades durante la pandemia, lo que ha impedido que nos adaptemos rápidamente. Entonces, ¿por qué llama mi atención? Por el hecho de que todos podemos tomar decisiones que nos beneficien. Y si no lo hacemos, podemos caer en solo dejarnos llevar por causas externas.

Casi año y medio después del inicio de la pandemia, ¿acaso no podemos estar listos para afrontar lo que se viene? ¿Cómo nos hemos preparado? ¿Qué hemos aprendido? ¿Qué deberíamos cambiar? ¿En quién nos apoyamos?

Es así que me pregunto: si decido estudiar en una universidad, para aprender, para reflexionar, para equivocarme y sobre esa experiencia tener un mejor futuro. ¿Por qué no afrontarlo de la mejor manera? ¿Por qué no invertir en un adecuado espacio o herramienta tecnológica que me permita desempeñarme mejor? ¿Por qué no?

La narrativa que se limita a responder con un ‘no hay dinero’, no lo creo del todo. Hoy en día, existen muchas posibilidades para obtener un crédito: desde un banco, algún familiar o hasta la universidad misma. Uno puede obtener apoyo y seguir adelante. ¿Qué sucede entonces si ninguna de ellas lo facilita? Pues entonces, ¿para qué estudiar? Si no estamos listos para afrontar la situación de la mejor manera, ¿para qué lo haríamos?¿por qué seguiríamos solo por seguir?

¿Solo por el hecho de terminar lo más pronto, obtener unas credenciales y luego ganar más dinero ? Si ese es el fin, pues entonces se puede pensar en dedicarse a otra actividad. Hay diversas maneras de obtener dinero, si ese es el fin. Desde la universidad se propone una nueva manera de ver la vida, tener otra perspectiva que ayude a crecer como persona, como profesional, para finalmente impactar positivamente en nuestro entorno. Así lo veo yo.

Entonces no hay excusas. Si no se realiza de la mejor manera, es mejor no hacerlo. Siempre he pensado que uno debe dar lo máximo cada vez que uno se compromete con un tema, con una actividad. ¿Por qué daríamos o entregaríamos menos? Si no se siente bien, hay que cambiar de actividad. Punto.

Y eso aplica no solo a estudiantes buscando estudiar en una universidad, sino en cualquier aspecto de nuestra vida. Cuando salimos con alguien, nuestra pareja, cuando estamos casados, cuando tenemos hijos, cuando creamos una empresa, cuando cuidamos nuestra salud, cuando pasamos tiempo con nuestra familia.

Si no lo hacemos bien, si no estamos presentes, si no damos más del 100% entonces ¿para qué lo hacemos?

A diario percibo personas que trabajan solo por recibir dinero. Personas que tienen hijos porque se les ‘escapó’. Esposos que están juntos por años solo porque no saben cómo ‘vivir’ sin compañía. Amigos que se ven por la única razón de conocerse hace muchos años.

‘Es que no tengo otra salida’. ¡Basta! Todos tenemos muchas alternativas para vivir, muchos caminos y posibilidades. Si uno realmente piensa que no tiene otra alternativa posible, probablemente se deba a una falta de perspectiva sobre lo que la vida realmente nos ofrece.

Siempre depende de nosotros, y únicamente de nosotros, cambiar nuestra situación actual. De nadie más. Y parte primero por tener una filosofía de vida que nos permita recuperarnos cuando tengamos caídas, que nos permita confiar cuando nadie más confía, que nos permita encontrar alternativas cuando nadie más nos proponga caminos.

Debemos hacernos responsables. Y no de aquella responsabilidad que se nos transmitió: tener que estudiar en una universidad, tener hijos o cuidar a nuestros padres. No me refiero a eso. Me refiero a que debemos hacernos responsables por las decisiones que tomamos a diario. Está en nosotros decidir si queremos estudiar en una universidad, si queremos tener hijos (este tema es debatible pero desde mi manera de ver el mundo es una alternativa, no una imposición), si queremos cuidar a nuestros padres, si queremos ese trabajo, si la persona con la que estamos nos inspira.

Nadie nos obliga, y el solo hecho de sentirlo así, nos lleva a un posible futuro lamento. Lo comento porque he visto personas sin pasión, sin ganas por el día a día, sin emoción, sin brillo en los ojos. Solo se dejan llevar por las situaciones que se le presentan. ¿Serán felices? Espero que sí. De todas maneras, cada uno tiene su manera de ser feliz y de transmitirla. Pero desde afuera, desde un tercero, desde como yo lo percibo, no lo noto así. ¿La razón? No transmiten felicidad y ganas.

Es que acaso ¿no es genial encontrarnos con personas que nos llenen de energías? Aquellas que nos llevan a ‘otros mundos’, aquellas que nos permiten soñar, que nos sacan sonrisas, que nos permiten reconciliarnos con el pasado y ver el futuro con mucho optimismo.

¿Qué tipo de persona queremos ser? ¿Aquella que disminuye las energías a los demás o aquella que las incrementa? Realmente la respuesta no importa mucho. Lo importante es sentirnos en tranquilidad con nosotros mismos y posiblemente esa tranquilidad, será luego proyectada en los demás.

¿Queremos crear nuestra historia siendo actores activos? ¿o buscamos ser pasivos y que la vida solo pase?

¿Estamos listos para dar el 100% desde ahora mismo? La vida es muy corta como para dar menos. Tomemos la rienda de nuestras vidas, y disfrutemos el ahora.

“Cuando te dicen que algo es imposible, es el final de la conversación, o eso inicia un segundo diálogo en tu mente, ¿cómo superar a quien sea que te acaba de decir que no puedes hacer algo?”.

- Eric Weinstein, comentarista cultural y matemático estadounidense.

Publico nuevas historias, todos los miércoles y domingos. Léelas aquí.

¡Que tengas un buen día!

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