¿El camino hacia la felicidad? (I)

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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4 min readMay 23, 2022
Fiesta de fin de año — Edinburgh, diciembre 2018.

“No es el más fuerte de la especie el que sobrevive, ni el más inteligente, sino el que es más adaptable al cambio”.

Charles Darwin, naturalista, geólogo y biólogo inglés.

¿Alguna vez te has preguntado por qué tu hermano o hermana puede ser más feliz que tú?, incluso tus amigas cercanas o personas con un estilo de vida similar. ¿Por qué algunos manifiestan esa felicidad con mayor facilidad que otros?

Alguna salida nos puede brindar el Informe mundial de la felicidad que se realiza año a año desde el 2012. Esta vez, tienen un capítulo donde buscan encontrar — en base a diversos estudios realizados — las bases biológicas para determinar por qué algunas personas son más felices que otras. ¿Las exploramos?

Estudios genéticos, de gemelos o familiares, revelan que entre un 30–40% de las diferencias en la felicidad entre las personas dentro de un país, se explican por factores genéticos. El otro 60–70% se debe al efecto de las influencias del entorno que son independientes de los genes.

Es decir, la mayoría de los rasgos humanos — incluida la felicidad — están influenciados tanto por los genes como por el entorno.

Algunas personas nacen con un conjunto de características genéticas que hacen más fácil sentirse feliz. Pero existe una gran relación entre los genes y el medio ambiente: los genes pueden afectar la elección del ambiente o entorno de las personas y la forma en que otros reaccionan ante ellos. También los genes pueden influir en cómo las personas se ven afectadas por el mundo que los rodea.

Por ejemplo, en un estudio realizado con una muestra de pares de gemelos masculinos y femeninos en Noruega, se demostró que aquellos que estaban casados, tenían un mayor bienestar en comparación con las que no lo estaban. Los factores genéticos generaban mayor influencia en los solteros que en los casados.

Los autores del estudio, revelaron que la mayor dependencia de los genes entre las personas solteras, puede deberse a que hay menos señales de comportamiento en el entorno: comportamiento vocal, postura, mirada, distancia interpersonal, etc. En cambio, el matrimonio va acompañado a menudo, de señales conductuales, socialmente ya definidas que pueden limitar las oportunidades de expresar las diferencias individuales y, por lo tanto, de los genes.

En cuanto a las conexiones del cerebro y la felicidad, existen diversas inconscientes entre los diferentes estudios que se han realizado hasta la fecha. Quizás, uno de los hallazgos más consistentes, manifiesta una relación entre la alta actividad de la Red de Modo Predeterminado (DMN) con un menor bienestar. Esta red, es más activa cuando una persona no está enfocada en el mundo exterior. El cerebro se encuentra en reposo despierto, como cuando una sueña despierto o cuando la mente deambula.

Además, existen otros procesos en el cuerpo humano que pueden explicar las diferencias individuales en la felicidad y el bienestar entre las personas. Por ejemplo, una mayor emoción positiva es asociado con niveles más altos de serotonina y niveles más bajos de cortisol. Mientras que una actividad crónica del sistema inmunitario, está relacionado con un nivel bajo de bienestar.

Por estos motivos, deberíamos usar los hallazgos de investigación genética para crear intervenciones que mejoren la felicidad, políticas sociales y entornos que hagan posible que se aproveche el potencial genético. De esta manera, se podrían mejorar los programas preventivos existentes y se podrían mejorar la generación de medidas a futuro, independientemente de si son individuales o para toda la población (por ejemplo, educación, reformas fiscales, urbanismo).

Cabe resaltar que en un reciente estudio que vincula los datos de bienestar del Registro de Gemelos de los Países Bajos con exposiciones ambientales a nivel de vecindario, identificó 21 factores ambientales significativamente asociados con el bienestar. Estos factores se agruparon en los grupos de viviendas, ingresos, características centrales del vecindario y habitabilidad (cohesión social, espacio público, seguridad, nivel de recursos y vivienda). La evidencia muestra que las personas son más felices cuando tienen un sentido de propiedad y participación en la intervención o el proceso de diseño de políticas (es decir, experimentan autonomía, empoderamiento, justicia social).

En otro estudio, se evidenció que los residentes que tomaban decisiones con su entorno (como la decoración), informaron una mayor identificación con el personal y los demás residentes. Mostraron un mayor nivel de ciudadanía, un mayor bienestar y un mayor uso del espacio comunal, en comparación con los residentes que no participaron en las decisiones.

El estudió también descubrió que los residentes “empoderados” estaban más comprometidos con su entorno y con las personas que los rodeaban, para ser más felices en general y tener una mejor salud. Asimismo, las personas se vuelven más felices por sus actos prosociales (ayudar, cooperar, consolar, compartir y donar) si participan activamente en la creación y ejecución de estos actos.

Y es aquí donde el diseño se asoma como una posible salida para incrementar nuestra felicidad al momento de relacionarnos con nuestro entorno, ¿estás preparada?

Continuará…

“Tu genética carga el arma. Tu estilo de vida aprieta el gatillo”.

Mehmet Oz, personalidad de la televisión turco-estadounidense.

¡Que tengas un buen día!

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