El poder de dar tu tiempo

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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4 min readFeb 11, 2020

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Sábado por la noche — Londres 2018

Read here the story in English.

“Me detengo y no hago nada. Nada pasa. Pienso en nada. Escucho el paso del tiempo. Este es el tiempo, familiar e íntimo. Nos atrapa. La avalancha de segundos, horas, años que nos arroja hacia la vida nos arrastra hacia la nada …”

- Carlo Rovelli.

Una tarde fría durante el otoño en Londres. Me encontraba en mi habitación, recostado en mi cama, leyendo unos artículos en mi laptop. Escuchaba el sonido del fuerte viento que pasaba por mi ventana, el cual parecía como si un fantasma desesperadamente me pidiera auxilio. De repente, mi concentración fue interrumpida por un mensaje de texto. Era una amiga que me invitaba a salir para pasar el rato ¡El mensaje fue perfecto! necesitaba con urgencia tomar un descanso, para luego seguir trabajando en el proyecto de mi maestría.

Después de una serie de mensajes, decidimos ir a tomar unas copas. Abrí la aplicación Citymapper para verificar cuánto tiempo me tomaría llegar y poder proponer una hora específica (en Londres debes ser siempre puntual). Luego de unos minutos, ella accedió a mi propuesta. Era hora de tomar una ducha antes de salir.

Dos horas después, me encontraba con mi amiga en un bar junto al canal llamado ‘pequeño Venecia’. El lugar estaba lleno, había alrededor de 20 mesas; tomamos una de los dos únicas disponibles. El nivel de la música era lo suficientemente adecuado como para permitir que las personas conversen sin gritar. Tres segundos después de sentarnos y solo con una mirada, entendimos que era hora de tomar algo inmediatamente. Noté que ella estaba feliz por la sonrisa que llevaba, por su energía.

Después de cuatro pintas de cerveza bien frías, cambiamos la ligera conversación inicial por una más significativa. Discutimos sobre los beneficios y las desventajas de una relación formal, ideamos algunas estrategias para crear la relación ‘perfecta’. Hablamos sobre las expectativas de la sociedad, de nuestros padres, de nuestros amigos y de nuestra pareja. Sobre el cómo vivimos la vida sin un propósito o una comprensión clara de cómo podemos estar tranquilos y felices. También tomamos varios minutos conversando sobre si tener hijos era una buena forma de encontrar significado a nuestras vidas o simplemente una manera de dejar de pensar en uno mismo. Intercambiamos opiniones sobre la orientación sexual y la identidad de género, y cómo esas decisiones podrían impactar positivamente en la felicidad de uno mismo.

Nos encontrábamos en la mitad de la última cerveza cuando ella mencionó algunos problemas personales que enfrentaba. De repente, su estado de ánimo cambió. Sentí que abrió su corazón al comentarme cuáles eran las situaciones que echaba de menos. Se había mudado a Londres hace solo tres meses, pero la soledad era uno de los principales factores que le impedían disfrutar de la vida cotidiana. Ella continuó expresando, con mayor detalle, su situación actual hasta que llegó un momento donde la sentí aliviada, su estado de ánimo volvió a cambiar. La conversación, giró a otros temas mucho más banales, comenzamos a analizar cómo se estaban comportando las parejas en ese momento en el bar, quiénes eran los más atractivos o qué pasaría si nos acercábamos a personas desconocidas para hablarles sin motivo. Fue divertido.

Unos minutos más tarde, casi a las 11 de la noche, el sonido de la campana irrumpió el local. Era la ‘última llamada’ en caso alguien deseara comprar una bebida más. Acordamos que era hora de irnos.

Nos dirigíamos a la estación de autobuses cuando, de pronto, comenzó a llover; era la típica situación de película. Felizmente, llevaba el paraguas conmigo para poder protegernos de la lluvia. Lo abrí, mientras ella sostenía suavemente mi brazo. Comenzamos a caminar a paso acelerado. Al notar que el autobús estaba llegando, me dio un fuerte abrazo y un beso amistoso — “Gracias por una noche encantadora, realmente me ayudaste a sentirme mejor” — me dijo ella. “También la pasé muy bien contigo. Cuídate” — le respondí. Ella sonrió y se subió al autobús.

Me quedé solo, parado cerca de la famosa calle Candem Road, parcialmente mojado, súper feliz pero especialmente sorprendido. Para ser honesto, solo la escuché e hice algunas preguntas cuando me explicó sus problemas, ni siquiera le había dado algún consejo detallado. Entonces, ¿por qué estuvo tan agradecida conmigo?

Sin una respuesta clara, fui a otra estación de autobuses para ir a mi casa. El autobus llegó, me senté en el segundo piso, me puse los AirPods y puse play al playlist ‘latin pop’ para así disfrutar de los 25 minutos que duraba el camino. Fue en medio del viaje cuando de repente ¡me di cuenta de lo que acababa de pasar! Rápidamente, detuve la música, mis ojos se abrieron completamente, una gran sonrisa se dibujó en mi rostro. En ese preciso momento, comprendí el poder de dar el valioso y finito tiempo a los demás.

¿Lo comprendiste tú?

“El tiempo siempre muestra lo que significas para alguien”. — Desconocido.

Mis más sincero agradecimiento por tomarte el tiempo de leer mis ideas. ¡Que tengas un buen día!

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