¿Estás brillando?

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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4 min readMay 2, 2022
Bar en Cajamarca, agosto 2021.

“Ser positivo no significa ignorar lo negativo. Ser positivo significa superar lo negativo”.

— Ralph Marston, autor estadounidense.

Despierto. Abro lentamente los ojos. Siento una presión en el pecho y unas ganas inmediatas de tomar el celular para ver los últimos mensajes. Me resisto. Cierro los ojos.

Recuerdo lo que sucedió la noche anterior. Las palabras que dije. Las emociones que produje a la otra persona. Mi molestia. El juicio que había creado. Aquel juicio que ahora no sé si es el correcto. Ayer, creía que sí lo era. Momento donde me dejé llevar por los sentimientos de molestia y tristeza.

Recuerdo cada palabra que dije y ahora me arrepiento. ¿Por qué lo hice? Había resistido toda la noche en calma hasta que llegó un punto donde no pude aguantar más. “Pasaste mis límites”, le increpé.

La solución era irme, correr y simplemente olvidarme del tema. Una vez que paso mi límite, no hay vuelta atrás. O por lo menos eso es lo que pienso mientras estoy enfadado.

Pero también recuerdo las palabras que me dijeron, cómo me hicieron sentir y los adjetivos que me lanzaron. ¿Tienen razón? Algunas partes sí, otras no. ¿Debo estar de acuerdo? No necesariamente.

Cuando dos personas se relacionan para compartir los detalles de su vida, es muy probable que se encuentren diversas diferencias. Una de ellas, es la manera de ver la vida o, incluso, el resolver problemas.

Siempre he pensado que las grandes relaciones se definen no tanto por los buenos momentos pero sí sobre cómo resuelven sus problemas. Si ambas personalidades encajan, es probable llegar a un punto en común sin dejar rezagos, sin dañar, sin faltarse el respeto y en armonía. Y sobre todo, con la sinceridad de por medio.

Si aquellos factores no se alinean, ocurre lo contrario. Gritos que aumentan cada vez más. Signos de desesperación al no ser entendidos. El resentimiento crece y se manifiesta en el tono de voz. Por dentro, probablemente uno se encuentra triste. Por fuera, solo se nota a una persona cada vez más furiosa.

Aquella furia que nos puede llevar a decir palabras o tomar acciones que quizás luego nos terminemos por arrepentir: “Ptm, la cagué”.

¿Es que no es fácil controlar esos impulsos?, ¿acaso no es fácil estar en silencio y escuchar?, ¿acaso no es fácil comprender o ser comprendidos?

¿Por qué tenemos que complicarnos?, ¿por qué tenemos que dañar a las personas que más queremos?, ¿es acaso una manera de sabotearnos?, ¿por qué no podemos resolverlo dentro del amor y tranquilidad?

Si bien la experiencia, con el paso de los años, nos da ese toque extra para estar más calmados, respirar antes de hablar o simplemente dar una abrazo para que todo esté más tranquilo. Existen momentos donde las acciones anteriores no funcionan.

¿Es que así somos todas las personas?, ¿será que con algunas personas podemos resolver mejor los problemas?, ¿es acaso un tema cultural?, ¿de edades?, ¿de experiencia?, ¿de sexo?, ¿de madurez emocional?

En todas las edades pasamos por este tipo de situaciones. ¿Por qué no mejoramos con el tiempo?, ¿qué nos está faltando?, ¿es un tema de educación?, ¿genética?, ¿existe una salida?

“No quiero volverte a verte nunca más”. ¿Por qué le decimos esas palabras a la persona que más queremos?, cuando diez minutos antes prometíamos ser felices juntos.

¿Por qué el cambio tan drástico?, ¿será que todos los problemas se acumulan?, es más ¿por qué se acumulan los problemas?, ¿será un tema de confianza?, ¿qué sucedió en el pasado?

¿Es que no somos el uno para el otro?, ¿cuánto más tenemos que luchar para que la relación funcione?, ¿realmente se debe a que nuestras personalidades son muy diferentes?, ¿o cuál es el referente que debemos seguir?

¿Cómo saber si estamos con la persona ‘correcta’?, ¿es que acaso la persona ‘correcta’ no es aquella que te da paz?, aquella que puede calmarte, aquella que comunica sus preocupaciones, que te respeta, que es sincera, que tiene ganas para continuar.

¿Es que así no deberían ser todas las relaciones?, y si no son así, ¿por qué no lo son de esa manera?, ¿qué está faltando?, ¿cómo podrían aprenderlo?, ¿hasta cuándo insistir en mejorar?, ¿cuándo saber que fue suficiente?

¿Es que todas las personas podemos estar unas con otras si le ponemos el suficiente esfuerzo?, ¿o es que realmente existen las ‘medias naranjas’?, si es así, ¿entonces cómo saberlo?

Muchas veces me cuentan que eso se siente y listo. Si a esa sensación sobrenatural, le sumamos el paso del tiempo, es decir el superar problemas de manera armoniosa por un buen tiempo, entonces quizás por ahí se encuentra el camino a recorrer.

¿Existe una receta para saber si estamos por el camino correcto? No lo sé. Quizás uno debe dejarse llevar por la parte emocional y sentir las energías que llevamos dentro y que irradiamos a nuestro alrededor.

¿Es que acaso estamos brillando ahora mismo? Si es sí, quizás podemos preguntarnos: ¿acaso la otra persona nos hace brillar más?, ¿por qué?

Quizá el real problema no son los problemas que nos suceden o si estamos o no con la persona correcta. El problema es cómo reaccionamos ante los problemas. Es lo único sobre lo que tenemos control, nos dice la filosofía estoica.

Finalmente, es dejarnos llevar, experimentar, fallar, reflexionar, aprender y disfrutar de la magia del presente. De esta manera, la persona con la que compartimos momentos de nuestra vida, terminará siendo ‘la correcta’, no importando el resultado final. ¿Estás de acuerdo?

“Cuando te enfocas en los problemas, tienes más problemas. Cuando te enfocas en las posibilidades, tienes más oportunidades”.

— Zig Ziglar, autor estadounidense.

Publico nuevas historias, todos los miércoles y domingos. Léelas aquí.

¡Que tengas un buen día!

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