Kintsugi

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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3 min readFeb 12, 2024
Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. Junio 2023.

“Nadie puede presumir de conocer el mar sin haberlo visto en la calma y en la tempestad. Solo conoce a los hombres y a las mujeres, quien los ha visto en una época como ésta. Sólo ése se conoce a sí mismo”.

Irène Némirovsky, novelista ucraniana.

¿Sabes lo que es el kintsugi? Hace poco me hablaron del tema y me encantó.

La técnica kintsugi, que significa “unir con oro”, es una antigua práctica japonesa que destaca y embellece los objetos cerámicos rotos. En lugar de ocultar las imperfecciones, kintsugi las subraya con resina mezclada con oro, plata o platino, transformando un objeto dañado en una pieza de arte única y hermosa. Esta técnica no solo es una forma de reparación física, sino que también simboliza un profundo respeto por lo impermanente y la belleza de lo imperfecto.

Sin embargo, no es solo un método para restaurar lo roto; es una filosofía, una forma de ver la vida, donde las cicatrices no solo se aceptan sino que se celebran.

Pero, ¿cómo aplicamos esta visión a nuestras vidas?

¿Alguna vez has tenido un momento en tu vida que te dejó rota, donde sentiste que algo dentro tuyo estaba disperso y no sabías cómo volver a unirlo? Quizás por una relación que terminó, el fallecimiento de un ser querido, un fracaso que parecía insuperable.

En esos momentos, el kintsugi nos muestra una luz ante la oscuridad. Es esa perspectiva que nos permite ver con optimismo y aceptación las cosas que nos pasan.

Imagina tomar esos pedazos de ti, esas experiencias que te dejaron en pedazos, y unirlos no con resignación, sino con oro puro. Cada línea de reparación es una muestra de tu resistencia, una marca de tu capacidad para superar y transformar el dolor en algo bello.

¿No es acaso una forma de mostrar quién eres realmente? Es no ocultar tus heridas, es mostrarlas con orgullo e incluso resaltar su nueva belleza.

Pero, ¿cómo se traduce esto en acciones concretas en nuestra vida cotidiana?

Por ejemplo, piensa en una amistad que se rompió por un malentendido. En vez de dejar que el orgullo te mantenga separado, toma la iniciativa de reparar esa relación, resolviendo el problema directamente y reconociendo tu parte en el conflicto. Si llegan a un acuerdo, la amistad que reconstruyes es ahora más fuerte, más profunda, adornada con las líneas doradas de la comprensión y el perdón.

Y entonces, ¿qué pasa con nuestras propias imperfecciones, con esas partes de nosotros mismos que deseamos poder cambiar? El kintsugi nos enseña a aceptarlas y a valorarlas. Nuestras cicatrices, tanto físicas como emocionales, son pruebas de lo que hemos superado. Nos hacen únicos, nos cuentan historias de superación, de cambios, de crecimiento.

¿Recuerdas todas esas lágrimas que derramaste por diferentes situaciones del pasado? Míralas con felicidad, no con lástima. Son justamente esas situaciones las que te han convertido en lo que eres ahora.

Así que te pregunto, ¿estás lista para aplicar el kintsugi en tu vida? ¿Estás dispuesta a ver tus cicatrices como algo hermoso, a reconocer que cada experiencia, buena o mala, te ha formado en la persona que eres hoy? Piénsalo. En cada grieta, en cada rotura, hay potencial para la belleza, para la transformación, para el oro.

Recuerda, el kintsugi no es solo reparar lo roto; es una invitación a celebrar nuestra resiliencia, a encontrar belleza en la imperfección y a recordar que, incluso en nuestros momentos más oscuros, hay luz, hay oro.

PD: ¡Gracias Nico por enseñarme este nuevo concepto!

“Quiero saborear y gloriarme cada día, y nunca tener miedo a experimentar dolor”.

Sylvia Plath, poeta y novelista estadounidense.

Publico nuevas historias, todos los miércoles y domingos. Léelas aquí.

¡Que tengas un buen día!

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