La madurez

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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3 min readMay 13, 2024

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Chiang Mai, Tailandia. Marzo 2023.

“En estos años, uno se vuelve un especialista en fabricarse culpas y después es difícil separar las falsas de las reales”.

Mario Benedetti, periodista y novelista uruguayo.

Lloras, te caes. Miras al techo y no sabes qué hacer. Tomas el celular desesperado por encontrar una señal, una solución que te dé esperanza y calme el cúmulo de emociones que estás sintiendo. Miras al lado y no hay nadie. Cierras los ojos y deseas que todo pase.

¿Alguna vez te has sentido así? Quizás no sea fácil; quizás te hayas sentido de esta manera hace poco. ¿Por qué crees que ocurrió? ¿Fue tu culpa?, ¿o no lo fue?

Lo relevante es cómo te sentiste o cómo te sientes ahora. Muchas veces he vivido situaciones similares. Sobre todo en discusiones con mi pareja de turno. No es fácil salir de ese estado emocional para tomar decisiones racionales.

En la práctica, nos aconsejan respirar, pensar en otra cosa. Pero realmente no es fácil concentrarse y dejar que todo pase. Para nada. Uno se nubla y hasta dan ganas de desmayarse y dejar todo.

Y esta situación se repite. No importa si tienes 17 o 35 años. Las emociones recorren el cuerpo como la lava de un volcán que busca salir y arrasar con todo a su paso.

Con el tiempo, sin embargo, uno aprende que esta situación es más o menos normal. Las emociones que nos desbordan siempre serán parte de nosotros. Quizás lo importante es no llegar a ese punto crítico, porque una vez que se alcanza es difícil detenerlo.

La clave puede estar en detenerse antes de que todo se desborde. Y ese punto probablemente es la madurez. Es haber cometido muchos errores anteriormente, haber reflexionado, interiorizado las lecciones y acumulado experiencia.

Esa madurez sabe que probablemente te volverá a pasar, pero esta vez te lo tomas con otra perspectiva. Más tranquilo, más relajado. Ya no duele tanto; ya no es un gran volcán, solo uno pequeño.

Pensaba que madurar significaba no tener estas emociones, pero ahora veo que quizás se trata de experimentarlas de todos modos, pero manejándolas desde otra perspectiva. Incluso la madurez podría significar evitar que esas emociones lleguen a ser un volcán. Lo que antes te molestaba, ya no lo hace; lo que antes te generaba inseguridades, ahora te fortalece.

Creí que cada día que pasaba me volvía más maduro. Y lo es, pero hay aspectos en mi vida que realmente no he terminado de madurar, y uno de ellos es la relación de pareja. Aún cometo muchos errores, aún me desespero, aún lloro, aún me comporto como un niño. Aún tengo mucho que aprender y errores por seguir cometiendo.

Pero quizás el hecho de ser más consciente de este estado me ayude a alcanzar una mayor madurez en este aspecto. Una madurez que me permita ser más feliz y, sobre todo, no dañar a las personas que comparten su vida conmigo.

Es fácil ver todo desde nuestro punto de vista. No es fácil pensar en los demás. Madurez es equilibrar esas dos necesidades y buscar el bien común, no solo el propio.

Madurez es saber dónde fallamos y levantarnos cada día para mejorar. Es ayudar a los demás a pesar de no estar de acuerdo. Es evitar problemas que no valen la pena. Es ser optimista. Es pedir perdón.

Madurez es seguir adelante en este mundo complejo. Es sentir el aire en nuestro rostro y saber que todo estará bien. ¿No lo crees?

“Cualquier hombre, a la vuelta de la esquina, puede experimentar la sensación del absurdo, porque todo es absurdo”.

Albert Camus, filósofo y autor francés.

Publico nuevas historias, todos los miércoles y domingos. Léelas aquí.

¡Que tengas un buen día!

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