La magia del fútbol
“Los fanáticos del fútbol comparten un lenguaje universal que atraviesa muchas culturas y muchos tipos de personalidad. Un fanático del fútbol serio nunca está solo. Somos legión, y el fútbol es a menudo lo único que tenemos en común”.
-Hunter S. Thompson, periodista estadounidense.
Junio del 2018, mediodía. Luego de un refrescante baño, peinarme, rociarme perfume y cremas, tocaba ponerme una camiseta blanca, con una franja roja en el pecho: la camiseta de la selección peruana de fútbol profesional. Tomé mi celular, y me dirigí a Russel Square. Luego de pasar la oyster card por el sensor y salir del ascensor, bajé las escaleras a paso acelerado ya que podía oir la aproximación, cada vez más cercana, del tube. Ya dentro, y luego de unos cortos 5 minutos, bajé en la estación Leicester Square, famosa por ser un lugar turístico en el centro de Londres, zona de diferentes teatros.
Mi objetivo era llegar lo más pronto a ‘Zoo Bar & Club’. Ya en el lugar, me topé con muchas camisetas azules que iban de un lado a otro con grandes cantidades de cerveza. Eran franceses alistándose para el último partido de la fase de grupos del último mundial de fútbol. A pesar de haber recorrido con la mirada todo el local, no logré divisar camisetas blancas, como había sucedido en partidos anteriores. Era entendible por ser horario laboral, era un viernes por la tarde e incluso Perú ya había sido ya eliminado de la competición. Compré una pinta y me senté a esperar la hora del partido.
Ya casi un minuto antes de dar inicio al juego, los diez televisores del bar solo transmitían el partido de Francia. Rápidamente, le pregunté al barman si pasarían el partido de Perú — días antes me lo habían confirmado por inbox. Ante mi insistencia, no les quedó otra que cambiar el canal e indicar a los hinchas franceses que su partido sería transmitido en el sótano que, por cierto, era la zona principal y donde se realizaban todas la fiestas.
Feliz por el cambio, llamé inmediatamente a mi papá, nos dimos ánimos para el nuevo partido, acto que habíamos repetido para cada partido de la selección, incluso antes de clasificar. Di unos sorbos más a mi cerveza, me acomodé mejor en mi sitio, y con un “¡Vamos Perú!” el partido comenzaría. Me encontraba visiblemente emocionado, ya que estaba terminando una competición que siempre había esperado, ese mes había sido increíble.
A los dieciocho minutos de empezado el partido, grité mi primer gol en un Mundial, rodeado de extranjeros, varios de ellos australianos. No importaba, era una de las sensaciones que siempre quise vivir. Ya al terminar el primer tiempo, tenía una mezcla de emociones. Por un lado la alegría de ir ganando y la emoción del juego. Por otro, mi papá no estaba cerca para abrazarlo y tampoco los hinchas peruanos que estuvieron en los anteriores partidos.
Fue ahí cuando levanté la mirada y vi una camiseta blanca acercándose. Era un señor en sus 60s, ¡nos abrazamos inmediatamente! Nos causó mucha alegría ver a otro peruano. Me comentó que él estaba en el sótano viendo el partido de Francia, pensó que no estaban pasando el partido de Perú. Rápidamente decidimos tomar para festejar. Compré dos pintas y tomamos por la alegría del partido y el habernos encontrado. Su edad coincidía con la de mi papá -al que tanto extrañaba en ese momento- por lo que de alguna manera me hacía sentir que él estaba ahí conmigo.
Segundo tiempo, gritamos un gol más y nos llenamos de abrazos y felicidad. Se cerraría el primer mundial de fútbol que veía con mi país como participante. Quedamos eliminados pero vivimos grandes emociones durante los tres partidos.
Visiblemente emocionados, al terminar el partido, decidimos ir a Leicester Square a tomar aire. El señor me dijo que espere y no me mueva. Hice caso y a los pocos minutos, regresó con un six pack de cervezas, perfecto para la tarde soleada y las diferentes emociones que habíamos vivido
Luego de unos diez minutos y con el entusiasmo cada vez mayor, reconocimos una camiseta blanca a lo lejos. Automáticamente, comenzamos a gritar “¡Perú!¡Perú!”, nuestros gritos fueron tan fuertes que, en medio de tanta gente, la persona nos vio y nos saludó. Agitamos vigorosamente nuestros brazos, haciendo señas para que se acercara. Sin dudarlo, decidió aproximarse. Al llegar entusiasmado, nos habló en inglés, era europeo. Entonces, ¿qué hacía con la camiseta peruana? Nos contó que salió con una peruana, arquitecta e hija de un Ministro, que acaba de regresar a su país y de la cual se había enamorado. Le había tomado cariño a nuestro país por lo que había visto los partidos del mundial. Decidimos, compartir nuestra cerveza y comenzamos a intercambiar diferentes historias.
El señor nos contó que había pedido permiso en su trabajo, era chef en un restaurante cercano, y por nada del mundo se iba a perder ese partido. Gracias a su pasaporte italiano — que le costó muchos años conseguir — estaba en Londres hacía un buen tiempo, aún en proceso de terminar de dominar el inglés. La tarde estaba siendo genial y estábamos muy contentos de habernos conocido. Tan pronto nos quedamos sin bebidas, propuse regresar a ‘Zoo bar’, Argentina iba a jugar su clasificación y seguro se armaría una gran fiesta luego.
Nos fuimos entusiasmados al bar. Esta vez, nos dirigimos directamente al sótano, y nos encontraríamos con muchas camisetas celestes, chicos y chicas de diferentes edades, un mini puesto de empanadas argentinas, fernet en el bar, todos acompañados con incesantes cánticos de aliento a su selección.
¿Cómo quedaría el partido? Argentina ganaría de manera agónica a Nigeria, clasificando a la siguiente fase. Como lo imaginarán, los tres nuevos amigos, terminamos bailando cumbia y tomando fernet hasta altas horas de la noche.
¿El resultado del día? El resultado deportivo es lo de menos, lo importante fueron las experiencias mágicas que quedarán siempre conmigo gracias a este raro y, muchas veces incomprensible, efecto que genera el fútbol en las personas. ¿Le darías una oportunidad?
PD: Luego de casi tres años, aún sigo en contacto con el señor.
“Cuando comienzas a apoyar a un club de fútbol, no lo apoyas por los trofeos, ni por un jugador, ni por la historia, lo apoyas porque te encontraste a ti mismo en ese lugar, un lugar al que perteneces”.
- Dennis Bergkamp.
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¡Que tengas un buen día!