La tricotomía del control

Jonathan Martell
Jonathan Martell
Published in
5 min readSep 23, 2021

--

Mi ex. Lima, febrero de 2010.

“No siempre se puede controlar lo que sucede afuera. Pero siempre puedes controlar lo que sucede dentro”. Wayne Dyer, autor estadounidense de autoayuda y espiritualidad.

Bajé del taxi en la Av. San Luis, dos cuadras antes de llegar a la Av. San Borja Sur. Caminé lo más rápido que pude. Saludé al guardián de la caseta, e ingresé al condominio. Subí al tercer piso de su casa. Toqué el timbre. Aún sin respuesta, decidí bajar y rodear al edificio para ver si podía alcanzar a verla desde su habitación.

Frustrado, grité su nombre. Cogí una piedrita que envolví con papel. Lo alcancé a tirar a través de su ventana. Finalmente se asomó. “¿Qué quieres?”, me dijo con voz seria y actitud cortante. “Necesitamos hablar”, le dije. “No tenemos nada de qué hablar Shonny, quiero estar sola”, me respondió. “Bebé, necesitamos arreglar las cosas”, propuse. Luego de intercambiar unas frases más, decidió dejarme subir.

Abrió la puerta. Pase a la sala mientras le comentaba las distintas alternativas que había pensado para resolver los problemas que últimamente teníamos en la relación. Le expliqué que le ayudaría con ciertos temas, que me olvidaría de otros y que yo cambiaría unos cuantos. Sin estar segura, ella decidió seguir el plan. Como su casa se encontraba sola, cerramos el acuerdo con una reconciliación más íntima y pasional.

Caminé a mi casa contento, con la idea de que todo problema puede solucionarse. Pensé que la relación estaría bien y que ella cambiaría los temas que habíamos conversado.

Finalmente, la felicidad me duró solo hasta el día siguiente, cuando me dijo que había vuelto a cambiar de parecer. Su mensaje me tomó por sorpresa, sentí que el mundo se me caía. Me mareé, sentía ganas de vomitar y solo quería quedarme en mi cuarto, sin ganas de hacer nada. Por alguna razón, cada vez que últimamente nos peleábamos, sentía alguna de esas sensaciones negativas.

¿La razón?

Había tercerizado mi tranquilidad hacia otra persona. Sucedió hace más de diez años atrás, cuando sin darme cuenta, basaba mi estado de ánimo y tranquilidad, en factores externos sobre los cuales no tenía control. ¿Has pasado por esta situación? ¿Cuándo sucedió? ¿Cómo reaccionaste? ¿Quién te ayudó? ¿Aprendiste de lo ocurrido? ¿Te volvió a ocurrir?

¿Qué podemos hacer en estos casos?

El filósofo estoico Epicteto, planteaba una solución: la dicotomía del control. El cual dividía todas nuestras acciones y decisiones en dos grupos: aquellas sobre las cuales tenemos control absoluto y aquellas donde no tenemos control absoluto.

El profesor de filosofía William B. Irvine en su libro ‘El Arte de la Buena Vida’ analiza e interpreta las enseñanzas de Epicteto. Por lo que él sugiere reformular sus pensamientos y utilizar, en cambio, el concepto de tricotomía del control, añadiendo una posibilidad más: aquellas acciones por las que tenemos parcialmente el control.

¿De qué trata?

Pasemos a explorar los tres caminos planteados por el análisis e investigación de Irvine:

  • Control absoluto

Epicteto planteaba que debemos centrarnos en invertir nuestro tiempo y energía en esta categoría, ya que probablemente tendremos éxito. En esta categoría se encuetran nuestras opiniones, valores y los objetivos que fijamos para nosotros mismos.

Por ejemplo, fijarnos los objetivos de querer ser papá o mamá, el querer ser nadador, médico o monje. El detalle radica en que tenemos control total sobre la creación de estos objetivos pero no necesariamente sobre el poder alcanzarlos, ya dependerá de muchos otros factores (la última categoría). También, podemos controlar los valores con los que vivimos: si valoramos la fama, la honestidad, el placer, etc.

Irvine menciona que el emperador del Imperio romano, Marco Aurelio, sigue esta línea de pensamiento, al plantear que tenemos un control absoluto sobre nuestro carácter. Que depende de uno mismo alcanzar la bondad, la sinceridad, la integridad, dominar la arrogancia y nuestro temperamento. ¿Es posible? Claro que sí, y lo analizaremos a detalle en un futuro artículo desde la perspectiva científica.

  • Sin control

En esta categoría no deberíamos invertir ni un poco de tiempo ni energía ya que no ejercemos ningún tipo de influencia sobre estos acontecimientos. No tiene importancia preocuparnos por acciones en esta categoría.

Como ejemplos podemos mencionar el sol que aparece todo los días o el anochecer.

  • Control parcial

En esta categoría se encuentran las actividades donde tenemos algo de control pero no absoluto. Irvine propone como ejemplo, el jugar un partido de tenis. En este caso, aunque no estemos seguros de ganar, esperamos influir en el resultado con nuestros actos.

Sin embargo, ¿valdrá la pena jugar el partido si sabemos que podemos perder ya que no tenemos control absoluto? Irvine plantea centrarnos en los objetivos que fijamos en nosotros. En buscar que sean internos y no externos.

Si nuestro objetivo es externo (no tenemos control absoluto) buscando solo ganar, probablemente quedemos frustrados o decepcionados al perder. Incluso, podríamos sufrir ansiedad antes del partido. Los estoicos buscaban mantener la tranquilidad, por lo que ese objetivo no sería el adecuado.

Por el contrario, si fijamos un objetivo interno (sobre el que tenemos total control), como dar lo mejor de nosotros en el partido, entonces a pesar de perder, no se habrá fracasado e incluso nuestra tranquilidad no se verá perturbada.

¿En qué otros aspectos lo podemos aplicar? Irvine menciona el ejemplo de nuestras relaciones. Podemos centrarnos y preocuparnos por saber si nuestra pareja realmente nos quiere, si buscamos o hacemos todo lo posible para que ella o él nos quiera. Pero este objetivo es externo, no depende totalmente de nosotros por lo que, en el caso de no lograrlo, podría causar intranquilidad. En cambio, el objetivo debería ser interno, como comportarme de manera cariñosa y buscar ser una gran pareja, en la medida de lo posible. Ese esfuerzo depende exclusivamente de nosotros.

Por este motivo, es importante interiorizar cada uno de nuestros objetivos, o por lo menos, los más importantes, antes de realizar alguna acción. De manera que podamos manejar nuestras expectativas y afrontar el día a día con serenidad. Finalmente la tranquilidad es posiblemente uno de los estados más importantes y buscados hoy en día.

“La paz es la sencillez del corazón, la serenidad del espíritu, la tranquilidad del alma, el vínculo del amor”. — Pio de Pietrelcina, franciscano capuchino italiano.

¡Que tengas un buen día!

--

--