Lidiando con la ira (I)

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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4 min readJan 5, 2022
Exposición de ‘Isle of Dogs’, Temple — Londres. Abril, 2018.

“Donde hay ira, debajo siempre hay dolor”.

Eckhart Tolle, maestro espiritual alemán.

  • “Te odio, no quiero volver a verte en mi vida”.
  • “Eres el peor”.
  • “He perdido mi tiempo contigo, estoy harta”.
  • Ya me cansé de ti, lárgate”.

¿Te han dicho o has dicho alguna de estas frases? La ira es un sentimiento que todos hemos vivido en algún momento de nuestras vidas con diferentes intensidades. ¿Cómo han cambiado esos niveles? ¿Hemos reflexionado sobre las causas? ¿Hemos buscado maneras de mejorar ese sentimiento negativo? ¿Cómo comunicamos de una mejor manera nuestra disconformidad?

Incluso, podríamos comenzar por preguntarnos ¿qué es la ira? Shahsavarani et all. (2016) mencionan algunas características de esta emoción:

— Es considerada como una las principales emociones de los humanos y junto con otras como la alegría, tristeza, alegría, miedo, disgusto son consideradas naturales.

— La ira ocurre en respuesta al maltrato de otras personas y va desde una simple irritación o malestar transitorio hasta la cólera o ira intensa.

— La ira es un fenómeno natural y es un signo de salud, bienestar y sentimientos humanos.

— La ira es la principal forma expresiva de mostrar el problema en una relación.

— La ira puede ser el resultado de factores intrínsecos (pensamientos irracionales e ilógicos, expectativas inoportunas y sentimientos de frustración) así como factores extrínsecos (ser abandonado, ser invadido, abuso de confianza y ser insultado).

— Las personas se enojan de diversas maneras y por diferentes causas. Lo que a uno lo hace enojar, a otra persona no le afecta. Debido a este hecho, comprender la base de la ira y su afrontamiento, control y manejo es difícil.

Soluciones tradicionales

¿Qué soluciones solemos tomar para cambiar nuestro estado de ira? Short (2016) menciona que a veces existe demasiada excitación emocional, lo que resulta en comportamiento explosivo y en otros casos no lo suficiente, lo que resulta en la dificultad reconocer y expresar necesidades para recurrir al apoyo social. ¿La salida? las drogas, como el alcohol o marihuana.

Otros incluyen estrategias de escape: “No puedo hablar de esos temas “, o “no vamos a la fiesta porque no puedo soportar que coquetees con otros hombres”. Otros lo solucionan mencionando duras consecuencias: “Soy un completo idiota y me odio por lo que hice” o, en un esfuerzo por cambiar su comportamiento, pueden lesionarse físicamente después de un arrebato violento (como golpearse la cabeza contra una mesa) y comunicar remordimiento. Otros intentan manejar la emoción por la fuerza de voluntad: “La próxima vez, voy a tratar de tener la cabeza fría y no dejar que las cosas me afecten”.

Quizás una de las razones por las que las estrategias anteriormente mencionadas fallan, es que ninguna de ellas ayuda a las personas con problemas a aprender cómo beneficiarse de sus emociones o cómo cultivar una conexión emocional sana y no dependiente con otros, menciona Short.

Otras soluciones

¿Entonces qué podemos realizar para realmente controlar nuestra ira? Usar una emoción para cambiar otra emoción de manera efectiva, ha sido documentada en varios estudios, sostiene Short. Especialmente cuando las emociones negativas se exponen a emociones positivas. Además, cuando se genera conciencia sobre la experiencia corporal. ¿La razón? aumenta el rango emocional no solo al regular la ira, sino también al mejorar la capacidad para razonar y el comportamiento responsable, el cual genera la base para el autocontrol.

Al buscar la solución, la ira debe procesarse primero. A medida que se crea un espacio de seguridad y se van compartiendo los problemas, se crean momentos en los que se pueden introducir emociones positivas, como la compasión o emociones negativas opuestas, como el remordimiento o el arrepentimiento para disipar la ira.

Además, si se realizan las preguntas adecuadas durante el momento de reflexión, se crearán experiencias emocionales diversas, generando emociones adicionales. A diferencia de estrategias inhibitorias, el objetivo no es apagar la experiencia de una emoción en particular, sino más bien aumentar la cantidad de opciones y responsabilidad de cómo uno se siente, piensa y actúa.

Es así que cuando el recuerdo de la memoria del pasado es cambiada, las respuestas futuras, en condiciones similares, también se transforman. Ahí radica la importancia de recordar episodios pasados de ira, sostiene Short.

Finalmente, la transformación de la ira comienza con una observación cercana y segura de lo que está ocurriendo, seguido de una introducción de nuevas alternativas emocionales, que luego impulsan nuevas formas de pensar y actuar. De esta manera, no se busca eliminar por completo a la ira, sino que la experiencia de esta emoción se transforma para poder servir mejor a nuestras necesidades, finaliza el autor.

¿Cómo lo llevamos a la práctica?

Lo veremos en el siguiente artículo tomando en cuenta una base filosófica de vida.

“La ira es una señal de que algo debe cambiar”.

Mark Epstein, autor y psicoterapeuta estadounidense.

Referencias

  • Shahsavarani, A., Noohi, S., Heyrati, H., Mohammadi, M., Mohammadi, A., Sattari, K. (2016). Anger Management and Control in Social and Behavioral Sciences: A Systematic Review of Literature on Biopyschosocial Model. International Journal of Medical Reviews, 3(1), 355–364.
  • Short, Dan. (2016). The Evolving Science of Anger Management. Journal of Psychotherapy Integration. 26. 10.1037/int0000059.

¡Que tengas un buen día!

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