Lidiando con los insultos

Jonathan Martell
Jonathan Martell
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6 min readJul 22, 2021
Battersea, febrero 2018.

“Si no puedes ignorar un insulto, cúbrelo; si no puedes cubrirlo, ríete; y si no puedes reír, probablemente es merecido”.

- Russell Lynes, historiador de arte estadounidense.

Me levanto de improvisto, había despertado antes del sonido de la alarma. La habitación se encontraba casi a oscuras, como si apenas hubiera amaneciendo. Siento el calor de la habitación, producido por la estufa eléctrica. Tomo el celular y noto una gran cantidad de mensajes de una amiga. Acto seguido, procedo a escuchar los audios. Treinta segundos después, no sabía qué hacer. ¿La razón? El mensaje estaba lleno de insultos y amenazas por parte de su pareja. Era la primera vez que pasaba por una situación hasta ese límite que involucraba a una persona mucho mayor. Minutos después, ingresaría a mis redes sociales y vería un mensaje enviado por la misma persona, esta vez por texto, reiterando lo dicho por audio. Aunque agregando que me había identificado y que tema por mi integridad física. Claro, no con esas palabras, sino con una variedad de improperios. Diferentes sensaciones se apoderaron de mí: sorpresa, miedo, frustración, e incluso impotencia.

Realmente en el momento, lamenté pasar por esa situación e incluso llegué a pensar si había tomado buenas decisiones. Pasaron los minutos y pude comunicarme con mi amiga. Me explicó lo sucedido, que ya todo estaba en calma pero que él había encontrado mensajes míos y su primera reacción fue ‘golpear’, proteger ‘lo suyo’ y atacar inmediatamente al emisor del mensaje. Las sensaciones que tuve, pasaron del miedo e impotencia a la molestia. ¿Quién es esa persona que se dedica a insultarme y a amenzarme? Nadie tiene el derecho a agredirme de ese modo, así tenga una razón que lo justifique, le comenté. Más aún, en una situación donde yo era un tercero, un externo. Siempre he pensado que los temas de las relaciones de pareja se arreglan de a dos, nunca de a tres o más, así los externos hayan afectado positivamente o negativamente la relación.

Si bien tenía buenas referencias de la persona que me amenazó, más que analizar por qué reaccionó así, es preguntarse ¿qué lo llevó a pensar que ese era el mejor camino para solucionar problemas?, ¿por qué una persona con cierto grado de acceso a la educación, se expresaría de esa manera? más aún si era una persona mucho mayor. ¿Es que uno no aprende a manejar mejor los problemas y emociones conforme pasan los años?, me pregunté. ¿Qué lo llevó luego pedir disculpas por su accionar? dando señales que no fue una buena decisión la que tomó en un primer momento.

Sin embargo, situaciones así las hemos pasado todos en diferentes niveles, no solo con insultos sino con acciones, miradas o frases indirectas. Situaciones vividas con nuestra pareja, familia, amigos o incluso con algún extraño cuando nos chocó el carro o cuando intentamos defender a alguien. Momentos donde hemos perdido los papeles y nos hemos dejado llevar por los impulsos. Pero ¿cómo podemos intentar controlar estas acciones antes de que sea tarde?

Los estoicos

Como la ira es una emoción negativa que puede perturbar nuestra tranquilidad, los estoicos idearon estrategias para evitar despertar nuestro enfado. William B. Irvine exploró sus ideas y consejos para poder ser aplicadas en nuestras vidas, aquí unas recomendaciones:

  • Examinar si lo que ha dicho quien insulta es cierto.

Primero, ¿podemos verificar si es verdad lo que nos dice la persona que insulta? Si es así ¿por qué enfadarse?, ¿cúal sería el problema si es verdad lo que nos indica?

  • Evaluar hasta qué punto quien insulta está bien informado

Quizás la persona que nos insulta cree sinceramente lo que dice y no busca herir nuestros sentimientos, solo comunicar lo que piensa. Así, en lugar de enfadarnos, podríamos corregir el error con serenidad.

  • Considerar la fuente de un insulto

Si respetamos la fuente del insulto, valoramos su juicio y opiniones, entonces no deberíamos molestarnos. Todo lo contrario, deberíamos agradecer la crítica. Por otro lado, si no valoramos la fuente del insulto, entonces podemos sentirnos aliviados. No deberíamos preocuparnos por una opinión sin valor para nosotros. Proponen responder con un: “Me alivia que pienses eso de mí”.

El filósofo Séneca plantea que usualmente la persona que nos insulta es un niño grande, por lo que no deberíamos permitir que adultos infantilizados nos irriten. En otros casos, las personas tienen mal carácter, por lo que merecen nuestra compasión en lugar de ira, menciona el filósofo y emperador Marco Aurelio.

Conforme ganamos experiencia, se busca ser cada vez más indiferentes a las opiniones que los demás tengan de nosotros. Incluso, el autor menciona deberíamos tomarnos los insultos como nos tomamos los ladridos de un perro de la calle. En esta situación, sería tonto pasarnos el día pensando que no le caemos bien al perro.

  • Nosotros somos la fuente del dolor que acompaña el insulto.

Epicteto plantea que “una persona te hará daño a menos que tú lo desees; resultarás perjudicado en el momento en el que aceptes sentirte perjudicado”. Ya que finalmente lo que causa molestia a las personas no es el acto en sí mismo, sino el juicio o valor sobre el acto.

Los estoicos plantean preguntarse si las cosas que nos suceden nos ayudan o perjudican, ya que la respuesta depende del valor que le damos y sobre los cuales tenemos absoluto control. De esta manera, si alguien externo nos hace daño, debemos asumir total responsabilidad y reflexionar sobre si debemos cambiar el valor que le hemos dado.

¿Cómo responder?

Con algo más de conocimiento sobre cómo manejarnos internamente, entonces ¿cómo podríamos responder los insultos? Irvine nos hace un resumen de las estrategias:

  • Humor

Los estoicos rechazan responder con otro insulto. Por el contrario, plantean responder con el humor. Catón por ejemplo, durante un argumento, recibió un escupitajo de parte de Léntulo. Él atinó a limpiarse serenamente y decir: “¡Juro ante todos, que Léntulo, la gente se equivoca cuando dicen que no sabes usar la boca!”.

Entre todos los tipos de humor, el burlarse de uno mismo puede ser el más efectivo, plantean. Al reírnos del insulto, damos a entender que no nos tomanos el insulto ni a la persona que insulta en serio. Respuestas así podría frustrar a quien insulta.

  • El silencio

Sin embargo, la estrategia del humor requiere inteligencia y predisposición mental. Es decir ser rápidos con la respuesta. Como no todos tenemos esa habilidad, los estoicos proponían una segunda forma de responder: ninguna respuesta. La ventaja de no responder, es que no requiere ningún pensamiento por nuestra parte.

Mencionan que negarse a responder es una de las respuestas más eficaces. Séneca menciona que nuestro silencio puede resultar muy desconcertante y puede quitar el placer de quien nos insulta, además de demostrar indiferencia.

  • Responder vigorosamente

Claro, se pueden dar casos donde la persona que insulta continúa con su accionar sin importar el silencio o las bromas. ¿Qué hacer en estos casos? Los estoicos mencionan que en algunas situaciones se puede amonestar o castigar a la persona que nos insulta, con el fin de corregir una conducta; sin embargo, apuntan que se debe tener cuidado con la sobreprotección, especialmente con personas desfavoreceridas (físicamente, mentalmente, social o económicamente) ya que podrían llegar a creerse impotentes para afrontar los insultos por sí mismos e incluso, podrían sufrir más. En estos casos, es mejor aprender técnicas de autodefensa señala Epicteto.

Futuro

¿Has pensando en cómo podrías responder al siguiente insulto? Esperemos que esa situación no suceda pero podemos prepararnos reflexionando sobre el valor que le asignamos a ciertas circunstancias, personas, objetos e incluso si nuestras acciones podrían ocasionar una posible molestia en los demás. Finalmente, nuestras reacciones dependen, en gran medida, de los modelos mentales y hábitos que hemos formado.

“No tienes que faltar al respeto e insultar a los demás para mantenerte firme tu posición. Si lo haces, demuestras la inestabilidad de tu posición”.

- Red Haircrow, Escritor alemán.

¡Que tengas un buen día!

Referencias

  • Irvine, W. B. (2009). A guide to the good life: The ancient art of Stoic joy. Oxford: Oxford University Press.

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