Querernos
“Yo os diría, ante todo, que debéis ser valientes. Sin valentía no hay forma de vivir. Y si queréis saber algo más, añadiría que es imprescindible poseer el don de amar”.
Karen Blixen, autora danesa.
Una de las preguntas que a veces hago a las personas es: ¿realmente te quieres?
Te hago la pregunta, ¿tú te quieres?
Si la respuesta es sí, que te quieres, ¿cómo manifiestas ese querer? ¿Qué acciones realizas? ¿Qué palabras utilizas? ¿Qué pensamientos tienes para demostrar que te quieres?
Si la respuesta es no, ¿has pensado por qué realmente no te quieres? Y quizás este punto es el más crítico. ¿Por qué no te querrías?
Es más, antes he hablado que la vida es un recorrido solitario. Es un juego de un solo jugador donde cada uno juega su propio juego, cada uno lo crea, cada uno lo vive.
Entonces, si solo depende de recorrerlo solo y de cómo nos vemos a nosotros mismos. ¿Por qué no nos queremos?
Es más, ¿qué sucede con las demás personas? Si bien tenemos a muchas personas alrededor como nuestros amigos, familia, pareja que nos pueden querer, ¿realmente nos debe importar si nos quieren o no? ¿Cómo se conecta con tu manera de querer?
¿Qué impide que realmente te quieras? ¿Una experiencia pasada, un comentario hiriente, algo por ahí que dejaste inconcluso…?
¡Vamos! Intenta esclarecerlo, intenta ir hacia atrás. Busca el porqué.
Seguro vuelves a pensar que lo que importa es el querer de las demás personas pero realmente las personas estamos de paso en este mundo. Vamos y venimos.
Sí, puede ser que tu pareja te quiera mucho. Que tus padres te adoren. Que tus hijos te abracen sin cansancio pero todos ellos, tarde o temprano, o nosotros mismos nos iremos.
Y va a haber un momento, o muchos momentos, la mayoría del tiempo donde estemos solos.
Y si la mayor parte del tiempo la pasamos solos, ¿por qué no querernos? ¿Por qué dejar pasar esa gran oportunidad para estar tranquilos con nosotros mismos? ¿No es acaso bonito querernos sin importar lo que suceda alrededor? Y querernos de manera bonita, ¿no?
Es esencial querernos primero, ya que sobre esa base de amor propio podemos transmitir nuestra felicidad a los demás y enfrentar los problemas con amor, buscando soluciones sin complicar las cosas. Si no te quieres, se nota, se demuestra, se ve alrededor.
El acto de querernos a nosotros mismos es el primer paso para compartir esa felicidad y amor con los demás. Cuando enfrentamos un problema, este amor propio nos guía hacia soluciones sin complicar más las cosas. Es fácil notar cuando alguien no se ama a sí mismo; se refleja en su entorno, en sus interacciones. El amor propio no solo nos transforma internamente, sino que también impacta visiblemente en nuestro mundo exterior.
Quiérete, ámate, grítalo.
Intenta quererte. Ese querer se transmitirá de manera muy natural a los demás. Las personas lo notarán. No solo con tus palabras sino con tus acciones, con tu energía, incluso con tu mirada.
Quiérete y verás que todo cambia mágicamente.
“Si dejásemos de intentar ser felices, podríamos pasar un buen rato”.
Edith Wharton, escritora y diseñadora estadounidense.
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¡Que tengas un buen día!
