Respetando a los demás

Jonathan Martell
Jonathan Martell
Published in
4 min readOct 12, 2023
Santiago, Chile. Junio 2023.
Escucha aquí la historia.

“Es absolutamente erróneo suponer que los demás están en condiciones de comprender nuestros sentimientos más profundos”.

Yukio Mishima, escritor y poeta japonés.

Suelo admitir que las relaciones son mi punto vulnerable. ¿Por qué? Cuando surgen conflictos o momentos críticos, si siento que las cosas no van como quiero, me frustro y, a menudo, opto por retirarme.

No solo eso, busco razones para abandonar y sentirme seguro con esa decisión. No es que me aleje al primer conflicto o desacuerdo; es más bien una acumulación de comportamientos.

Durante mucho tiempo, creí que debía encontrar a alguien con quien todo fluya desde el principio. Sin embargo, estoy empezando a ver las cosas de otra manera. ¿Podría estar equivocado?

Uno de los principales problemas que he tenido es proyectar lo que soy o quiero en otra persona. Si soy puntual, me gusta que la otra persona lo sea. Si soy planificado, me gusta que la otra persona sea planificada. Si pienso en cuatro alternativas ante los problemas, me gusta que la otra persona piense en cuatro o más alternativas. Si siempre suelo ser positivo, me gusta que la otra persona también suela pensar en positivo.

La lógica detrás de esto parece sólida, ¿verdad? En la práctica, es difícil encontrar a alguien con las mismas características. Es un ideal que rara vez se cumple.

La consecuencia de esto es sentir que nunca encuentro a la persona adecuada. Esta frustración la proyecto sobre las personas que conozco, lo que, en casos extremos, me lleva a reacciones desproporcionadas de manera violenta y, finalmente, a alejar a quienes quiero conocer.

¿Ves el patrón aquí?

Sin embargo, me pregunto si está mal tener ciertas expectativas. No lo creo, pero lo crucial aquí es considerar otro punto de vista.

¿Y si intentamos respetar las individualidades de las personas? Suena natural, pero no lo es. Nico, quizás sin darse cuenta, me abrió los ojos en este aspecto.

Solía poner tantas expectativas en las demás que las agobiaba con mis requisitos, sin apreciar sus valores esenciales. Por ejemplo, no me gustaba que alguien perdiera la calma ante un problema. Pensaba que siempre deberíamos estar preparados y ser proactivos para evitarlo. Por ejemplo, debemos meditar, leer, hacer ejercicios, es decir, ser proactivos y anticiparnos para que eso no ocurra. Sin embargo, la vida tiene matices y no siempre podemos controlar todo.

La realidad es que, a pesar de nuestra preparación, todos podemos perder el control en algún momento. No es blanco o negro; hay una amplia gama de grises en la vida. Esto es algo que aplico en otros aspectos, como en mi trabajo, pero olvidaba aplicarlo en mis relaciones.

Entonces, ¿deberíamos dejar que las personas sean como son? Pues sí, sin proyectar nuestras expectativas en ellas. Si no nos gusta cómo alguien maneja un problema, deberíamos permitirles hacerlo a su manera. Si necesitan ayuda, la pedirán o nosotros podríamos ofrecerla.

No debería frustrarnos el que no se haga a nuestra manera. No. Debemos respetar a las personas y sus procesos.

¿Significa esto que siempre debe ser así? No necesariamente. Las personas evolucionan, aprenden y cambian con el tiempo. Eventualmente, podríamos encontrar un punto en común en el que todo fluya sin problemas. Si no ocurre, determinaremos que simplemente no era la persona adecuada, pero esto no debería basarse en unas pocas ocasiones, sino en un análisis más profundo.

Respetemos a las personas que buscamos conocer: sus procesos, su pasado, sus formas de pensar, sus opiniones y sus problemas. Solo hagamos bien las cosas y dejemos que el tiempo y las energías hagan su trabajo.

De esta manera, las expectativas irreales desaparecerán, y podremos apreciar genuinamente a las personas. Así, podremos conocerlas de verdad y decidir si ese es el camino que queremos seguir.

¿Estás dispuesto a intentarlo?

“Sé por experiencia que, en la vida, sólo en contadísimas ocasiones encontramos a alguien a quien podamos transmitir nuestro estado de ánimo con exactitud, alguien con quien podamos comunicarnos a la perfección. Es casi todo un milagro, o una suerte inesperada, hallar a esa persona. Seguro que muchos mueren sin haberla encontrado jamás. Y, probablemente, no tenga relación alguna con lo que se suele entender por amor. Yo diría que se trata más bien, de un estado de entendimiento mutuo cercano a la empatía”.

Haruki Murakami, escritor japonés.

Publico nuevas historias, todos los miércoles y domingos. Léelas aquí.

¡Que tengas un buen día!

--

--