Transformándonos

Jonathan Martell
Jonathan Martell
Published in
3 min readMar 7, 2024
Bangkok, Tailandia. Febrero 2024.

“No renuncies a tu mente, ni a tu voluntad, ni a tu autoestima. No dejes que otros decidan por ti”.

Ayn Rand, autora y filósofa ruso-americana.

Qué difícil es transformarnos, ¿no? No es fácil que alguien venga y te diga tus verdades, que señale que no lo estás haciendo bien, que estás fallando en comunicarte correctamente, que tus palabras hieren. Ya sea un familiar, un amigo, un compañero de trabajo, no es fácil escuchar “Lo estás haciendo mal”.

Cuando alguien viene y nos dice directamente que estamos fallando, es natural sentirse incómodo. A nadie le agrada escuchar críticas negativas. Pero, tras el dolor inicial, puede surgir algo mucho más positivo. Claro, duele cuando alguien te dice, por ejemplo, “Comunicas muy mal tus ideas”. Pero si trabajamos en ello, si tomamos la crítica como un punto de reflexión, podemos mejorar nuestra manera de comunicar.

Puede que te digan que no eres romántico, y tienes dos opciones: aceptar “Así soy” o pensar “Quizás podría hacer un pequeño cambio por la otra persona”. Incluso las quejas pueden esconder tras de sí un mensaje más profundo.

“Te haces demasiadas preguntas”, puede ser otra crítica. Pero, ¿y si detrás de ello hay algo más? No solo las preguntas en sí, sino cómo y cuándo las haces. Analiza el porqué de las críticas.

Es valioso detenerse a pensarlo. “No me gusta que seas impuntual”, puede ser una queja recurrente. Podemos elegir seguir siendo impuntuales o cambiar, pero lo importante es entender el porqué de la necesidad de puntualidad del otro. A veces, la solución no es solo ser puntual, sino comunicar mejor nuestros tiempos. ¿Ves la diferencia?

Transformarse es desafiante porque realmente depende de nuestra voluntad de cambiar. Aunque nos llenen de comentarios positivos o negativos, al final depende de nosotros decidir si queremos transformarnos.

Recuerdo una ocasión en que una ex pareja me sugirió dejar de lado mi ego. En su momento, no estaba preparado para cambiar y creía que estaba bien así. Sin embargo, con el tiempo y en un nuevo contexto, comprendí que sí quería cambiar.

Transformarse, esa palabra implica un cambio significativo y salir de nuestra zona de confort, lo cual no siempre es placentero, especialmente cuando la sugerencia de cambio no se comunica de la mejor manera.

Cambiamos por nuestra familia, amigos, pareja, hijos, pero esencialmente, debemos cambiar por nosotros mismos, por la persona que aspiramos ser.

Probablemente no sea fácil, pero nuestro yo del futuro agradecerá el esfuerzo que estamos haciendo ahora. Entonces, ¿por qué no transformarnos para ser más felices y, al hacerlo, facilitar que otros también brillen?

Esta frase de David Perell me encantó:

Creo que es la esencia, hay que cambiar por la persona que queremos ser, es dejar de ser uno mismo para luego tener la sabiduría de saber cuándo hacerlo y cuándo no. Incluso en cómo nos podemos adaptar a diferentes momentos y tener incluso diferentes “yo”, que se adapte a diferentes contextos.

Y lo podemos hacer por otras personas pero, sobre todo, debemos hacerlo por nosotros. Eso es lo importante. Cada uno tiene su tiempo, su espacio, su momento y lo importante es transformarnos en la persona que queremos ser.

Entonces, ¿por qué no transformarnos para ser más felices y hacer más felices a los demás?

Y claro, no olvidaemos que en verdad el “yo” no existe. ¿No lo crees?

“El silencio a menudo es la mejor respuesta, porque algunas palabras no pueden expresar todo lo que sentimos”.

Pearl S. Buck, escritora y novelista estadounidense.

Publico nuevas historias, todos los miércoles y domingos. Léelas aquí.

¡Que tengas un buen día!

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